La lista de mentiras y manipulaciones que se han lanzado desde los medios corporativos contra el legítimo gobierno sirio desde 2011 sería inabarcable en un sólo artículo. Doy por hecho que la mayoría de los lectores conocen esta realidad. Pero todo este relato falsificado sobre Siria que ahora parece desplomarse tras la derrota de la OTAN sobre el terreno, hunde sus raíces en el carácter supuestamente “interno”, “popular”, “revolucionario”, “pacífico” y “democratizador” de la guerra en Siria. Es decir, que toda la estrategia propagandística de Occidente sobre Siria está basada en el falso hecho de que están apoyando una “revolución popular” y “pacífica” en Siria que se inició en 2011, que posteriormente fue “reprimida por el régimen de Al Assad” hasta el punto de llevar al país a una “guerra civil”. Esta situación de desventaja en la que se encuentra “el pueblo sirio oprimido por un tirano”, justifica ante los ciudadanos occidentales que EE.UU. y la OTAN junto con las dictaduras del Golfo estén armando, financiando y apoyando a los “rebeldes sirios”, que supuestamente representan al pueblo sirio (a pesar de que en realidad esos “rebeldes” son mercenarios llegados de otros muchos países extranjeros y de que el presidente Bashar Al Assad cuenta con el apoyo mayoritario de los sirios). Al seguir sosteniendo este relato heroico que nos habla del inicio de una “primavera árabe” en Siria, todo lo demás está justificado. No importa lo que hagan los “rebeldes” y la OTAN, porque “están defendiendo la democracia, la libertad y los Derechos Humanos”. Sus crímenes se ocultan, se perdonan, no se investigan ni se tienen en cuenta porque “están de nuestro lado” defendiendo “nuestros valores occidentales”.
Frente a esta interpretación idílica de los hechos poco importan los datos, las pruebas, el derecho internacional o la ética periodística. No importa lo que haga realmente Rusia y el resto de sus aliados en Siria, porque visto desde las élites políticas y mediáticas occidentales todos ellos “están apoyando a una dictadura que asesina a su propio pueblo”. El foco se coloca única y exclusivamente sobre ellos, sobre las bajas que ocasionan sus ataques, no importa si esos ataques y bombardeos son reales o tienen que inventarlos, no importa si los muertos son realmente civiles o si son terroristas yihadistas a sueldo. Ante los ojos de Occidente no existen “terroristas” en Siria luchando contra un legítimo gobierno, todos esos mercenarios forman parte del “pueblo sirio”, todos son “heroicos defensores de la democracia”, son la “oposición moderada”, “rebeldes”, “insurgentes”, o incluso “milicianos”. Se ocultan sus orígenes extremistas (cuya matriz es Al Qaeda), su ideología wahabí, quiénes les financian, cómo y porqué llegaron a Siria, cómo arrasan y saquean las ciudades y pueblos sirios, cómo degüellan y ejecutan públicamente a aquellos sirios que no se unen a ellos sea cual sea su religión y su raza, se oculta cómo bombardean con morteros a la población civil, cómo utilizan armas químicas, cómo fueron entrenados por la OTAN y sus aliados en Oriente Medio… Sus conclusiones siempre son las mismas: el gobierno de Siria, Rusia, Irán, Hezbolá, las milicias iraquís o palestinas “asesinan a la población civil siria de forma premeditada”, masiva, sin compasión, sin motivos racionales, sólo por puro fanatismo político-religioso. No luchan contra el terrorismo sino que lo promocionan con su violencia, y en el caso de Rusia, además, pretende extender esa violencia por Europa a través de la “invasión de Ucrania”. Son el eje del mal, los populistas, los dictadores, los enemigos de la libertad y la civilización occidental.
Esta es la dicotomía a la que se enfrentan los ciudadanos occidentales diariamente cuando ven, leen o escuchan los informativos. El mejor antídoto contra tanta manipulación de la realidad y tanta propaganda de guerra, sería volver la vista atrás y analizar el verdadero origen de la guerra contra Siria y recordar algunos de los hechos ocurridos antes y después de marzo de 2011, y así tratar de cortar de raíz ese cordón umbilical que mantiene con vida el relato falsificado de Occidente, aún cuando éste relato se está muriendo golpeado por la realidad.
Las manifestaciones que se iniciaron el 17 de marzo de 2011 en la ciudad sureña de Daraa, cerca de la frontera con Jordania, que todos señalan como la fecha en la que se inició la mal llamada “revolución popular” o “primavera” en Siria, no fueron unas “manifestaciones pacíficas” duramente “reprimidas por el régimen de Al Assad”, que pretendía eliminar a sus “democráticos” opositores, sin más. Tampoco la supuesta detención y represión contra unos jóvenes y sus familiares por pintar unos grafitis pidiendo que “Al Assad se marchara” fue un hecho relevante que por si mismo desencadenara la “revolución” posterior. Más bien fue un hecho aislado pero que manipulado y magnificado adecuadamente sirvió como argumento inicial para construir todo el relato posterior difundido desde Occidente. No obstante en aquellos momentos el gobierno sirio destituyó al Gobernador de Daraa (también a los de Homs y Hama posteriormente) por este hecho y su gestión durante las primeras revueltas. No sirvió de nada, como tampoco sirvieron las reformas políticas emprendidas más tarde por el gobierno, porque la agenda de los “opositores” era otra bien distinta a la que se quería aparentar de cara al exterior, y que nada tenía que ver con la “democracia”.
Tampoco fue un movimiento genuinamente sirio, protagonizado por demócratas sirios que pedían “libertad” y “Derechos Humanos”, y que finalmente fue “secuestrado” por grupos terroristas que “aprovecharon la situación de inestabilidad para entrar en Siria”, tal y como nos relatan desde Occidente para tratar de explicar la presencia de grupos como el “Estado Islámico” en Siria o Irak. Hasta al menos el año 2013 la inmensa mayoría de los periodistas, activistas “humanitarios” y gobiernos occidentales ni siquiera reconocían que Al Qaeda y otros grupos afines estaban luchando en Siria contra el gobierno de Al Assad. Si no eran capaces de reconocer este hecho tan evidente, mucho menos iban a reconocer que a esos grupos los financia y dirige la OTAN y sus criminales aliados del Golfo. Todavía hoy en día siguen sin reconocerlo; y los que lo hacen culpan al “régimen de Al Assad” de su presencia en Siria. Su forma de tergiversar la realidad no conoce límites.
La realidad en Daraa y el resto de Siria fue otra bien distinta a la relatada desde Occidente y fue sistemáticamente ocultada por los grandes medios corporativos que seguían el guion preestablecido de los gobiernos de la OTAN y sus aliados. Estos grupos terroristas takfirís no surgieron como una consecuencia de la “inestabilidad” o de la “guerra civil” en Siria, sino que fueron la causa de esa “inestabilidad” en Siria. Fueron introducidos para crear la guerra, y no al revés.
Desde el inicio de estas manifestaciones en Daraa, estos grupos armados bien organizados encabezaron estas violentas revueltas y dispararon contra la Policía que en muchos casos se encontraba desarmada. Algunos francotiradores dispararon también contra los propios manifestantes y las fuerzas de seguridad, tratando de crear caos, confusión, un incremento de la violencia y provocar el endurecimiento de la respuesta por parte del gobierno. Además se incendiaron las sedes del partido Baas, el Palacio de la Justicia y varios edificios públicos más en esa localidad. Días antes del inicio de estas manifestaciones y revueltas del 17 y 18 de marzo, el gobierno y las fuerzas sirias habían interceptado varios camiones procedentes de Irak cargados con armas, fusiles, granadas y explosivos con destino a Siria a través de Jordania. Hablamos de días y semanas antes de producirse estas manifestaciones que supuestamente fueron espontáneas. Por ejemplo, el 11 de marzo de 2011, uno de estos transportistas que fue interceptado en el cruce del sur de Tanaf, cerca de la frontera siria con Jordania, declaró que las armas que trasportaba procedían de Bagdad y que había recibido 5.000 dólares para trasladarlas a Siria [1]. En 2012 el ex militar saudí y presidente del Centro de Estudios Estratégicos de Jeddah, Anwar Al-Eshki, reconoció ante la BBC que Arabia Saudí había enviado armas a sus correligionarios de la mezquita de Al Omari en Daraa para que iniciasen una insurrección armada contra el gobierno [2]. Algo similar hizo el ex-primer ministro catarí, Sheikh Hamad Bin-Jaber al-Thani, durante una entrevista para el Financial Times [3] donde reconocía la intervención de países como Catar y Arabia Saudita en las “primaveras árabes” de Libia y Siria, financiando y armando a los grupos terroristas desde su inicio en 2011.
EE.UU. también envió armas con destino a Daraa (y el resto de Siria) desde los muelles que controlaban en Bengasi, en Libia, antes de iniciarse la falsa “revolución” ese triste 17 de marzo de 2011. Primero llegaron las armas, que se almacenaron en la mezquita de Al Omari (Daraa) que sirvió a su vez como centro de operaciones para la Hermandad Musulmana local y el Partido de la Liberación (Hizb ut-Tahrir) [4]. Y más tarde llegaron los terroristas, en un primer momento también procedentes de Libia donde un mes antes se había iniciado otra guerra de invasión – llamada en occidente “primavera árabe” – organizada por la OTAN para destruir el país y eliminar a Gadafi y su proyecto panafricano. Estos grupos terroristas procedentes de Libia, principalmente miembros del Grupo Combatiente Islámico Libio (LIFG) que más tarde formarían junto a otros yihadistas el Ejército Sirio Libre (los “rebeldes moderados”, según la OTAN), fueron introducidos por la CIA en el sur de Siria a través de su sede en Jordania (después de cruzar Egipto e Israel), y en el norte a través de Turquía. También a través de Jordania, el príncipe saudita Bandar ben Sultan [5], introdujo a decenas de grupos terroristas que reclutó previamente en diferentes países de Oriente Medio, norte de África, Asia Central, etc. Desde los Emiratos Árabes Unidos (EAU) también se exportaron terroristas. En el año 2010, meses antes de que se iniciaran las famosas “primaveras árabes”, el régimen de Abu Dhabi firmó un contrato con la empresa de seguridad privada estadounidense Xe Services, antes conocida como Blackwater, para la creación de un “ejército secreto” de mercenarios [6] que sería utilizado para, por un lado, reprimir las luchas populares que se iniciaran contra las propias dictaduras del Golfo, como ocurrió por ejemplo en Bahrein, y por otro lado, “para romper los movimientos populares y asegurar que el poder permanezca en manos de gobiernos que apoyan los intereses de EE.UU. y de las principales potencias Europas”, como por ejemplo en Egipto y Túnez. El encargado de la financiación era el jeque Mohamed bin Zayed al Nahyan, el entrenamiento por su parte corrió a cargo de militares de EE.UU., Reino Unido, Francia y Alemania. ¿Qué tiene que ver todo esto con unas “revoluciones populares” en favor de la “democracia” en Oriente Medio? Absolutamente nada. Es una operación militar y de inteligencia de la OTAN financiada con petrodólares del Golfo.
Volviendo a las “revueltas” iniciales, en cuestión de días la invasión terrorista que comenzó en Daraa se extendió al pueblo de Jisr al-Shughour, en la provincia de Idlib al noroeste de Siria, a escasos 10 kilómetros de la frontera con Turquía. Allí ni siquiera se reportaron manifestaciones en contra del “régimen”. Con el apoyo de Turquía los terroristas salafistas – patrocinados por la OTAN (incluido Israel, por supuesto) y el Consejo de Cooperación del Golfo – atacaron a las fuerzas sirias y a la población civil que quedó atrapada en medio del fuego cruzado [7]. Desde el inicio de las “revueltas” los medios corporativos y gobiernos occidentales culparon unilateralmente al “régimen sirio” por la muerte de civiles. Pero aquí, ante los hechos que ya conocemos, debemos preguntarnos: ¿Quién es el responsable de estas muertes de civiles, el gobierno y el ejército sirio que está defendiendo su soberanía nacional y territorial, o los terroristas y mercenarios extranjeros que invaden el país y asesinan a su población? Cuando unas semanas más tarde de iniciarse las “pacíficas revueltas” en Jisr al-Shughour (Idlib) el ejército sirio se hizo con el control de esta zona, fue descubierta una fosa común donde aparecieron los cuerpos de al menos 120 policías de esa localidad, muchos de ellos mutilados y degollados [8]. Parece ser que estos policías, como los de Daraa, fueron asesinados “pacíficamente” por los “demócratas”.
Obviamente no es ninguna casualidad que la mal llamada “revolución siria” comience en estas dos pequeñas localidades limítrofes con Jordania y Turquía (y cercanas estratégicamente a Israel y Líbano), dos países que apoyaron de manera fundamental el proyecto de “cambio de régimen” en Siria planificado por Washington y apoyaron a los terroristas desde el primer momento, no sólo permitiendo el paso de armas y terroristas a través de sus fronteras sino albergando en su territorio campos de entrenamiento de terroristas wahabís (como el de la ciudad jordana de Safawi o el existente en las proximidades de la base militar de Incirlik, en Turquía [9]) que son dirigidos por los servicios secretos estadounidenses, principalmente, aunque también israelís, británicos, franceses y saudís. La frontera siria con Turquía, Jordania o Irak era un coladero de terroristas y fundamentalistas, no sólo desde el inicio de las “revueltas” sino desde al menos la invasión de Irak en el año 2003. Algunas zonas dentro de Siria, como la propia Daraa, estaban controladas o bajo la fuerte influencia de sectores extremistas sunís que dieron apoyo a “paramilitares y escuadrones de la muerte” que participaron en la invasión y destrucción de Irak dirigidos por EE.UU. y sus aliados. En aquel entonces en Siria “se estaba creando un nido de víboras que luego se extendería y aplicarían su veneno a la propia Siria”, tal y como lo define brillantemente en uno de sus artículos el escritor y analista Mikel Itulain: Las revueltas en Siria no son ni fueron una rebelión popular ni pacífica. Desde estas poblaciones o regiones sirias donde existía desde hace años una fuerte presencia y actividad fundamentalista-yihadista, y que son cercanas geográfica y geoestratégicamente a países como Turquía, Jordania, Irak, Israel, Líbano, o Egipto (como Daraa, Idlib, Homs o Deir Ezzor) surgieron “espontáneamente” las revueltas en Siria. ¿No es este un dato fundamental, otro más entre tantos, que debería tenerse en cuenta a la hora de analizar y relatar cómo y porqué se iniciaron las revueltas en Siria? Obviamente si, como todos los demás, por eso lo censuran desde los medios corporativos.
En informes académicos emitidos por el West Point Combating Terrorism Center del ejército de los Estados Unidos se realizaron estudios donde se mostraba de dónde procedía el flujo principal de miembros de Al Qaeda que llegaban a Irak. (…). Las rutas que usaban los terroristas para llegar a Irak eran las mismas que ahora se usan para invadir Siria. Todo ello con la complicidad y apoyo de occidente y sus socios en la región: Egipto, Israel, Jordania, Turquía, Arabia Saudí y Catar. En estos estudios e informes del West Point Combating Terrorism Center también se vio cuáles eran los principales centros de Siria donde se acumulaban terroristas de Al Qaeda durante la guerra contra Irak. En el gráfico siguiente se puede ver que eran lugares como Dayr Al-Zawr [Deir Ezzor], en el sureste cerca de la frontera iraquí, Idlib, cerca de Alepo, y en Daraa, donde se originaron las revueltas. Bien, esos sitios son precisamente los epicentros de estas revueltas en Siria, y no por casualidad. [10]
Al mismo tiempo que la “primavera” terrorista se extendía por varias localidades sirias, decenas de miles de sirios se manifestaban en apoyo del gobierno sirio en las grandes ciudades como Damasco o Alepo. Sin embargo, en un ejercicio de descarada manipulación informativa, estas masivas manifestaciones a favor del gobierno eran presentadas por los medios corporativos occidentales como “manifestaciones en contra del régimen de Al Assad”, cuando fácilmente podía comprobarse que ocurría todo lo contrario [11]. Por cada manifestación que supuestamente se organizaba en contra del gobierno sirio en pequeñas localidades, todas ellas muy minoritarias y violentas aunque masivamente cubiertas por los grandes medios occidentales, era convocaba otra mucho más multitudinaria a favor del gobierno en las grandes ciudades y localidades más importantes, y que esos mismos medios corporativos occidentales se encargaban de censurar. En esas minoritarias y violentas “manifestaciones en contra del régimen”, los “pacíficos” y “democráticos” participantes coreaban consignas pidiendo el exterminio de los alauitas y la expulsión de los cristianos: “Cristianos a Beirut, alauitas a la tumba”, gritaban. Al mismo tiempo estos grupos extremistas juraban lealtad al clérigo sirio Adnan al-Aroor, patrocinado por Arabia Saudí, y al miembro de la Hermandad Musulmana Jusuf al-Qaradawi, patrocinado por Catar. Estos eran y siguen siendo algunos de los referentes “políticos” de la “oposición moderada” que inició la “revolución popular” en Siria pidiendo “democracia”. Por cierto, el diario El País con sede en Madrid, publicó un artículo el 26 de marzo del año 2012 en el que definía al jeque Yusuf al-Qaradawi – líder de la criminal Hermandad Musulmana y que, entre otras cosas, presenta un programa religioso en la televisión catarí Al Yazzera – como un “predicador controvertido”, uno de los “teólogos más influyentes”, o un “intelectual” a la altura de “Noam Chomsky, Mario Vargas Llosa o Umberto Eco”, nada más y nada menos. El “intelectual” Yusuf al-Qaradawi exhorta desde sus tribunas publicas a todos los musulmanes sunís del mundo a iniciar una “yihad” contra Siria, Irán, Hezbolá y contra los chiís que no apoyan su causa fundamentalista [12]. En realidad tampoco debe extrañarnos este comportamiento de los grandes medios de comunicación occidentales. Este tipo de medios corporativos, que son propiedad de las grandes corporaciones y del capital financiero internacional, son los mismos que en su momento llamaban “guerrero antisoviético” que “lucha por la paz” a Osama Ben Laden, como hizo Robert Fisk en The Independent en 1993 [13].
En resumen, volviendo a las “pacíficas manifestaciones” de estos “guerreros por la libertad”, aún en el hipotético caso de que fueran reales todas esas pequeñas concentraciones que se organizaban “en contra del régimen”, el apoyo mayoritario de los sirios hacia su gobierno así como su oposición frente al terrorismo takfirí que invadía el país desde marzo de 2011 era más que evidente, como atestiguan tanto las imágenes como los testimonios de diferentes activistas que trabajaban en Siria en esos momentos. Incluso algunas encuestas publicadas desde lugares como Catar o el testimonio directo de los “rebeldes moderados” apoyados por Occidente, es decir, el testimonio de sus enemigos directos que luchaban contra el gobierno sirio sobre el terreno, evidenciaban el claro apoyo que Bashar Al Assad tenía por parte del pueblo sirio desde el inicio de la “revolución”, ese pueblo al que supuestamente estaba “asesinando”.
Islamistas armados fueron más lejos. En 2012 Reuters, el Guardian y el Times Magazine reportaron a tres líderes del ‘Ejército Libre Sirio’ (ELS) en Aleppo diciendo que el Presidente de Siria tenía un ’70 %’ de apoyo; o que la población local ‘son todos leales al criminal Bashar, y nos delatan’; o que son ‘todos informantes… nos odian. Nos culpan de la destrucción’. La impopularidad, claro, es fatal en una revolución; aunque para un fanático religioso es sólo un inconveniente. Estos tres grupos del ELS mantenían buenas relaciones con al Qaeda. [14]
Todo este apoyo popular al gobierno sirio se pudo confirmar el 3 junio de 2014 cuando Al Assad ganó las elecciones presidenciales con un 88,7% de los votos, tras una participación del 73,42%, muy alta a pesar de estar en plena guerra de invasión terrorista y de todos los impedimentos que pusieron los países occidentales y sus vasallos para que los sirios en el extranjero pudieran votar en esas elecciones [15]. De estos resultados electorales hay que destacar que los “refugiados sirios” que se encontraban en países como Líbano y Jordania y que pudieron participar en aquellas elecciones votaron mayoritariamente a favor del gobierno de Bashar Al Assad, lo cual, una vez más, desmonta toda la narrativa difundida desde Occidente por parte de los gobiernos, las grandes ONGs, la yihad mediática y la izquierda corporativa. No huyen del gobierno, huyen de los terroristas de la OTAN-CCG que iniciaron la guerra contra Siria sin importarles la vida de los sirios.
Nadie en Siria antes del 17 de marzo de 2011 se podía imaginar que esta falsa “revolución popular” se iba a producir, puesto que no había ese descontento y esa desesperación fruto de la “represión” de la que nos hablan desde Occidente. Siria, que como cualquier país del mundo tenía problemas y asuntos que mejorar o cambiar, era un país estable, seguro y con un buen nivel de vida dentro del contexto regional. De hecho los días 4 y 5 de febrero de 2011, así como los días 4 y 5 de marzo de ese año, la “oposición siria” (es decir, los yihadistas encabezados por la Hermandad Musulmana) apoyada desde el exterior convocó manifestaciones de protesta en contra del gobierno sirio que resultaron ser un fracaso absoluto, como reconocieron en aquel momento algunos medios occidentales como la revista estadounidense Time. Afirmar que apenas unos días después, de forma inexplicable “el pueblo sirio” harto de la “represión” despertó en todo el país y se levantó “en contra de un tirano”, era y es sencillamente manipular la realidad de forma grotesca.
La corresponsal de Time, Rania Abouzeid, atribuyó el fracaso de que los organizadores de la protesta no obtuvieran un apoyo significativo al hecho de que la mayoría de los sirios no se oponían a su gobierno. Assad tenía una reputación favorable, especialmente entre las dos terceras partes de la población por debajo de los 30 años de edad; y las políticas de su gobierno eran apoyadas extensamente. “Incluso los críticos reconocen que Assad es popular y es considerado cercano a la enorme cohorte juvenil del país, tanto emocionalmente, como ideológicamente y, por supuesto, cronológicamente”, dijo Abouzeid, añadiendo que a diferencia de “los derrocados líderes proamericanos de Túnez y Egipto, la política exterior hacia Israel, el fuerte apoyo a los palestinos y a los grupos militantes de Hamas y Hezbollah están en línea con el sentimiento popular sirio”. Assad, en otras palabras, tenía legitimidad. El corresponsal de Time añadió que “conducir por su cuenta a la Mezquita Umayyad en febrero para participar en oraciones para celebrar el cumpleaños del Profeta Muhammad y pasear por el concurrido mercado del Souq Al-Hamidiyah con un bajo perfil de seguridad” lo ha “ayudado a hacerse querer, personalmente, por el pueblo”. (…) Un joven sirio dijo a Time: “Hay mucha ayuda del gobierno para los jóvenes, nos dan libros gratis, escuelas gratis, universidades gratis”. (…) “¿Por qué habría una revolución?, tal vez haya un uno por ciento de posibilidades”. [16]
Desde el inicio de esas primeras revueltas violentas de Daraa, los grandes medios de masas occidentales se encargaron de reportar puntualmente las muertes de manifestantes supuestamente “a manos del régimen”, pero ocultaban que esos “pacíficos manifestantes” estaban armados y disparaban contra la policía matando a decenas de ellos durante esos primeros días de revueltas. La Policía, así como el ejército que tuvo que intervenir posteriormente ante la muerte de decenas de estos policías y de manifestantes a manos de francotiradores, no estaban reprimiendo a un movimiento democrático y pacífico de protesta sino respondiendo a una insurrección armada muy violenta organizada desde el exterior. Algunos de estos soldados sirios que fueron enviados a Daraa tras iniciarse las primeras revueltas, ofrecen una visión muy distinta a la difundida por los gobiernos, grandes medios corporativos y ONGs occidentales sobre aquellos hechos iniciales. Estos soldados que fueron enviados desde Damasco a Daraa se encontraron con una situación muy distinta a la que se esperaban. Según su propio relato [17], en esos primeros momentos estos soldados y policías no portaban armas de fuego, sólo material antidisturbios. Sin embargo nada más llegar a Daraa fueron recibidos por una multitud armada, muy bien organizada, que disparó contra ellos utilizando fusiles, pistolas y ametralladoras sin darles ninguna posibilidad de defenderse. Algunos pudieron huir y refugiarse en un cuartel general en el que permanecieron atrincherados durante varias semanas. Durante ese tiempo, según relata uno de estos soldados, no recibieron armas del gobierno sirio para poder defenderse, lo que choca frontalmente con la versión occidental. Quizás ése sea el reproche más grande que haya que hacerle a gobierno de Bashar al-Assad durante esos primeros momentos. Aquellos soldados y policías fueron enviados a una muerte segura en Daraa (también, posteriormente, en lugares como Latakia).
La propia ONU en marzo de 2012, a pesar de apoyarse en fuentes que manipulaban las cifras y los muertos (como el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos creado por el gobierno del Reino Unido, por ejemplo), reconoció en sus informes que en el primer año de “conflicto” en Siria se habían reportado unas 5.000 muertes, de las cuales 2.569 eran policías, militares y funcionarios del gobierno sirio [18]. Es decir, que las propias cifras que aportaban algunos organismos pro-occidentales, que como digo sus cifras estaban manipuladas en contra del gobierno de Al Assad, desmontan algunos de los pilares sobre los que se asienta la narrativa mediática occidental sobre Siria desde entonces. Al contrario de lo relatado desde hace más de 5 años, las manifestaciones no eran pacíficas y la oposición estaba encabezada por yihadistas fuertemente armados desde un principio [19]. El gobierno sirio no atacaba “a su propio pueblo” sino que defendía a su país y a su población de un ataque armado provocado por mercenarios extranjeros.
Desde el punto de vista ideológico y político, esa “primavera siria” tampoco estaba encabezada por moderados opositores políticos que luchaban por la democracia y la libertad, sino que estaba liderada por los Hermanos Musulmanes de Siria y el grupo Hizb ut-Tahrir (Partido de la Liberación) – ambos apoyados, entre otros países, por Reino Unido donde residen sus dirigentes exiliados – a los que se unieron otros grupos salafistas posteriormente, como Jabhat al-Nusra y Ahrar al-Sham. Tres meses antes del inicio de las revueltas en Daraa los líderes de la Hermandad Musulmana ya habían expresado “su esperanza de una revuelta civil en Siria”, apoyada y organizada desde Washington. El 28 de marzo de 2011 el jefe de esta Hermandad Musulmana siria, Muhammad Riyad Al-Shaqfa, emitió un comunicado señalando el carácter “sectario” e “islamista” de las revueltas y reivindicando su papel protagónico en ellas [20]. Estos son los mismos Hermanos Musulmanes que en febrero de 1982 ya ejecutaron otra “revolución popular” iniciada en Hama para intentar derrocar al gobierno de Hafez al Assad siguiendo un patrón muy similar al actual. Este papel protagónico de los Hermanos Musulmanes y del fundamentalismo islámico en el inicio de la “primavera árabe” de 2011 en Siria fue reconocido incluso por la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa de EE.UU. (DIA), quien en agosto de 2012 señalaba en un informe que “los salafistas, la Hermandad Musulmana y Al Qaeda en Irak eran las principales fuerzas que impulsaban la insurrección en Siria”, también ideológica y mediáticamente [21].
Es decir, que de nuevo, con los hechos en la mano, ese relato épico y romántico que nos han contado sobre una “primavera árabe” y una “revolución popular” en Siria se cae por su propio peso. Tanto los organizadores de esta “revolución”, como los ejecutores y todos sus patrocinadores eran fuerzas extranjeras (OTAN-CCG) que pretendían lograr no sólo un “cambio de régimen” en Siria, sino destruir ese Estado secular siguiendo el mismo patrón empleado en Libia, y así convertir un país soberano, miembro del Eje de la Resistencia, en un “califato” títere de Occidente. Gracias a la información de la que disponemos, como la aportada por los cables presentados por WikiLeaks, sabemos que desde al menos el año 2006 Washington tenía planes para derrocar a Al Assad y reconfigurar el mapa de Oriente Medio y norte de África [22]. Algunos de los motivos económicos y geopolíticos por los que Siria y su legítimo presidente estaban en el punto de mira de la OTAN y las dictaduras del Golfo los expuse en otro artículo anterior: No son los Derechos Humanos, ¡es el petróleo , estúpido!
Ya en el año 2007 el premiado periodista Seymour Hersh escribió un famoso artículo publicado en The New Yorker titulado La Redirección donde adelantaba entonces cómo EE.UU. se disponía a financiar a grupos opositores o incluso a utilizar el terrorismo yihadista para desestabilizar a aquellos países y derrocar a aquellos gobiernos que suponían un obstáculo para ejecutar sus proyectos económicos y geopolíticos en la región. Unos años más tarde incluso el propio George W. Bush reconoció en su libro de memorias que entre los planes de su gobierno y del Pentágono estaba atacar a Siria como paso previo para un ataque mayor contra Irán [23]. Si no lo hicieron, reconoce él mismo, fue porque resultaba demasiado arriesgado para su ejército, como pudieron comprobar años atrás en Irak. Esto explica porqué EE.UU. decidió utilizar a grupos terroristas salafistas como los soldados de infantería de la OTAN en Libia y Siria, ya con Obama en la presidencia.
Las “revoluciones” y “primaveras árabes” que aparecieron después son el fruto de ese proyecto imperialista occidental largamente estudiado. No eran por lo tanto “revoluciones populares” y “espontáneas” sino un proyecto político-económico bien planificado. Unos años más tarde (2015) otro reconocido analista internacional, Thierry Meyssan, concretaba un poco más ese proyecto de EE.UU. para reconfigurar un nuevo Medio Oriente Ampliado, proyecto al que se unieron Reino Unido y Francia como actores principales de la tragedia. Su estrategia imperialista se plasmó en los llamados Acuerdos de Lancaster House.
En 2009 y 2010, después de haber invitado en 2008 a su homólogo sirio Bachar al-Assad a participar en las ceremonias conmemorativas del aniversario de la Revolución Francesa y de haber incluso elogiado los pasos de Assad a favor de la democracia, el entonces presidente de Francia Nicolás Sarkozy negocia con Estados Unidos y con el Reino Unido el rediseño del «Medio Oriente ampliado». La secretaria de Estado Hillary Clinton convence a Sarkozy para que reactive el proyecto colonial franco-británico, bajo tutela estadounidense. En eso consiste la teoría del «liderazgo desde atrás». El 2 de noviembre de 2010 –o sea, antes de la «primavera árabe»–, Francia y el Reino Unido firman una serie de documentos conocidos como los Acuerdos de Lancaster House. La parte pública de esos acuerdos anuncia que Francia y el Reino Unido pondrán en común sus fuerzas de proyección –o sea, sus tropas coloniales–, la parte secreta prevé atacar Libia y Siria el 21 de marzo de 2011. [24]
Casi 6 años después de que la OTAN-CCG iniciaran una guerra de invasión terrorista contra la República Árabe Siria, hemos podido escuchar gracias a un audio revelado por WikiLeaks y publicado en diversos medios de comunicación [25], cómo en septiembre del año pasado John Kerry reconocía durante una reunión mantenida a puerta cerrada con “opositores sirios”, que EE.UU. permitió el crecimiento y la actividad criminal de Daesh (o Estado Islámico) en Siria con el fin de “derrocar a Al Assad”. Es decir, que EE.UU. jamás tuvo la intención de “luchar contra el terrorismo” en Siria, sino colaborar con los terroristas para destruir el Estado secular sirio como antes hicieron con Libia. Al mismo tiempo el ex-secretario de Estado también reconocía en esa reunión que Rusia intervino en Siria a petición del gobierno para combatir al Estado Islámico e impedir que instalara allí un “Sunistán”.
Seguir sosteniendo hoy en día que la guerra en Siria (contra Siria) se inició a raíz de unas “pacíficas”, “populares”, “espontáneas” y “masivas” manifestaciones que fueron “brutalmente reprimidas por el régimen sirio” dando origen a una “guerra civil”, tal y como sostienen no sólo la derecha política y económica y su yihad mediática sino la “izquierda progresista” y el “activismo humanitario” en su conjunto, es persistir en el engaño y la mentira de una manera tan irracional como repugnante. ¿Qué más pruebas necesitan para reconocer la realidad?
El macabro guion aplicado en Libia se exportó inmediatamente a Siria a través de Daraa. Por suerte a día de hoy, al contrario de lo que ocurrió en Libia, podemos decir que Siria y sus aliados – principalmente Rusia y el Eje de la Resistencia – están derrotando a los terroristas y a las potencias occidentales y las dictaduras del Golfo Pérsico que los patrocinan, sobretodo a raíz del punto de inflexión que supuso la liberación de Alepo. Aunque, por desgracia, la guerra terrorista contra Siria continúa.
REFERENCIAS – NOTAS
[1] Daraa 2011: Syria’s Islamist Insurrection in Disguise,- artículo de Tim Anderson, profesor titular de Economía Política en la Universidad de Sydney (Global Research, 16/3/2016).
[2] Syria – Daraa Revolution was Armed to the Teeth from the Very Beginning,- vídeo de las declaraciones del saudí Anwar Al-Eshki a la BBC (YouTube, 7/11/2013).
[3] Lunch with the FT: Sheikh Hamad Bin-Jaber al-Thani,- entrevista con el ex primer ministro de Catar (Financial Times, 15/4/2016).
[4] The day before Deraa: How the war broke out in Syria,- artículo de Steven Sahiounie (American Herald Tribune, 10/8/2016). Este artículo puede leerse en español traducido por el equipo de SOTT: El día antes de Deraa: cómo Occidente llevó a Siria a la guerra civil
[5] Dimisión del príncipe saudita Bandar ben Sultan,- Red Voltaire (17/4/2014). Leer también: La contrarrevolución en Medio Oriente,- un artículo extenso y detallado de Thierry Meyssan sobre el papel desestabilizar de Arabia Saudí en la región, en complicidad con EE.UU. e Israel (Red Voltaire, 15/5/2011).
[6] A Secret Army of Mercenaries for the Middle East and North Africa,- artículo del geógrafo y analista geopolítico Manlio Dinucci (Global Research, 24/5/2011).
[7] The Destabilization of Syria and the Broader Middle East War,- artículo del profesor Michel Chossudovsky (Global Research, 17/6/2011).
[8] Encuentran fosa común en Siria,- información aportada por Hispan TV y recogida por Red Voltaire el 12 de junio de 2011.
[9] EE.UU. entrenó a grupo terrorista ISIS en base secreta de Jordania,- reporte publicado en el Correo del Orinoco (18/6/2014) que cita varias fuentes, entre ellas un informe publicado en febrero de 2012 por el medio estadounidense World Net Daily (WND).
[10] Las revueltas en Siria no son ni fueron una rebelión popular ni pacífica,- artículo del analista y escritor Mikel Itulain (¿Es Posible la Paz? 1/5/2013)
[11] Los medios de comunicación corporativos y la guerra contra Siria,- artículo bien documentado de Mikel Itulain en su blog ¿Es Posible la Paz? (6/9/2012)
[12] Meet the “Friends of Yihad”,- artículo del analista geopolítico Pepe Escobar (Asia Times Online, 5/6/2013). Traducido al español por Germán Leyens para Red Voltaire: Los “Amigos de la Yihad” (9/6/2013)
[13] La prensa británica tachaba en 1993 a Bin Laden de “guerrero antisoviético de paz”,- un reporte de Russia Today recordando los elogios a Bin Laden (7/12/2013)
[14] Por qué los sirios apoyan a Bashar al Assad,- artículo del profesor Tim Anderson (puede leerse en español en el Diario Sirio-Libanés (DSL) publicado el 28/10/2014)
[15] El Pueblo de Siria ha hablado,- un detallado artículo del periodista, analista e intelectual francés Thierry Meyssan (Red Voltaire, 6/6/2014)
[16] The Revolutionary Distemper in Syria That Wasn’t,- un amplio artículo lleno de referencias y de información publicado por el escritor y analista canadiense Stephen Gowans (What´s Left, 22/10/2016). Este artículo fue traducido por el equipo de SOTT: Descontento fabricado: el pueblo de Siria nunca deseó la revolución
[17] Syria’s ‘Peaceful’ Protests and “Freedom Bullets,” Testimony from the REAL Syria Civil Defence,- un completo informe publicado por la activista Vanessa Beeley (21st Century Wire, 6/11/2016)
[18] How narratives killed the Syrian people,- artículo de la investigadora y experta en Oriente Medio Sharmine Narwani (RT, 23/3/2016). Este artículo fue traducido al español por Diego Sequera para la página Misión Verdad: De cómo las narrativas mataron al pueblo sirio (23/3/2016)
[19] Five Years Ago: The US-NATO-Israel Sponsored Al Qaeda Insurgency in Syria. Who Was Behind The 2011 “Protest Movement”?,- informe del profesor canadiense Michel Chossudovsky (Global Research, 16/3/2016)
[20] Muslim Brotherhood Statement about the so-called “Syrian Revolution”,- comunicado de la Hermandad Musulmana sobre la “revolución siria” (The truth about Syria, 12/2/2012)
[21] 2012 Defense Intelligence Agency document: West will facilitate rise of Islamic State “in order to isolate the Syrian regime”,- informe de la DIA publicado por Levant Report (19/5/2015)
[22] WikiLeaks Reveals How the US Aggressively Pursued Regime Change in Syria, Igniting a Bloodbath,- artículo publicada por Robert Naiman (Truthout, 9/10/2015)
[23] George Bush’s memoirs reveal how he considered attacks on Iran and Syria,- publicado por The Guardian, 8/11/2010
[24] ¿Por qué Francia quiere derrocar la República Árabe Siria?,- artículo del analista Thierry Meyssan (Red Voltaire, 12/10/2015)
[25] Kerry admite: EEUU intentó usar a Daesh para derrocar a Al-Asad,- Hispan TV (6/1/2017)
Publicado originalmente en: El Mirador Global
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