sábado, 7 de marzo de 2020

La realidad de Idlib.

Por 
Eduardo Kabak


La República Árabe Siria vuelve a estar en el foco mediático de todos los medios nacionales e internacionales a raíz de la ofensiva que está llevando a cabo el Ejercito Árabe Sirio y sus aliados para liberar en su totalidad la provincia de Idlib. Los medios de difusión masiva, las grandes ONG  y todo ese “periodismo” y “activismo” mercenario que desde que comenzara el conflicto en 2011 se han encargado de difundir propaganda anti-Siria para demonizar al presidente sirio, a su Gobierno, a su Ejército y a sus aliados, llaman a Idlib “el último bastión rebelde” o “el último bastión opositor”. Sin embargo, la realidad es bien distinta.
Todo aquel que ha analizado y seguido el conflicto sirio desde sus inicios allá por 2011, o simplemente todo aquel que haya realizado un trabajo de búsqueda de contrainformación para entender la naturaleza del conflicto, sabe que la provincia siria de Idlib es, en realidad, el último bastión terrorista. Hace tiempo que se convirtió en el refugio donde eran enviados todos los yihadistas derrotados en cada ciudad siria que era liberada por el EAS, de modo que allí se concentra toda una amalgama de entes terroristas que junto a sus familiares se hicieron fuertes en la zona gracias principalmente al apoyo de Turquía, quien tiene desplegados a tropas de soldados que combaten codo a codo junto a los radicales, sin olvidar a EE.UU., a las petro-dictaduras del Golfo y a la entidad sionista de ocupación Israel, quien se encarga de realizar ataques militares contra Siria cada vez que el ejército sirio logra algún avance significativo.
La ofensiva para liberar Idlib ha comenzado, el Ejército Árabe Sirio en coordinación con el Ejército ruso y aliados han iniciado una minuciosa batalla para eliminar el último enclave del terror en Siria. Con el inicio de esta misión se inicia igualmente el de la propaganda, desinformación, mentiras y ataques mediáticos contra el país árabe, algo que durante todo el conflicto sirio ha sido un arma arrojadiza y envenenada  para desacreditar a Siria y demonizar a su presidente Bashar al-Assad, y de la misma manera a sus aliados en el conflicto y la región; Rusia, Irán y Hezbollah.
No hay que olvidar que la mayoría de las imágenes e información que llegan de allí son producto de los Whites Helmets (Cascos Blancos), una organización con disfraz humanitario, integrada por miembros de al-Qaeda y financiada por occidente, que sólo actúa en las zonas controladas por los terroristas en Siria. Profesionales de la propaganda que ya desarrollaron montajes sobre ataques químicos en Alepo, Duma o Guta Oriental cuando estaban ocupadas por el terrorismo “rebelde”. Así persiguen conmocionar y manipular a la opinión pública para presionar, alentar y legitimar una intervención militar internacional a gran escala en Siria. Terrorismo “humanitario” del cual hablaremos con más detalle en otro momento.
Dichas imágenes son emitidas por los telediarios occidentales y difundidas viralmente en redes sociales por “activistas” y periodistas posicionados a favor de todo aquello que combata al Gobierno sirio. Esta propaganda de guerra tiene como cometido final acusar a las presidencias siria y rusa de masacres, matanzas e incluso genocidio mediante el asesinato indiscriminado de la población civil por medio de bombardeos masivos. Nada afirman de los esfuerzos del Gobierno sirio que a través de su ejército trata de salvaguardar a la población civil y asegurar sus necesidades evacuando a los ciudadanos a través de corredores humanitarios, como por ejemplo el de Abu Duhour. Corredores que una y otra vez son boicoteados por los propios grupos terroristas que en su desesperación intentan impedir cualquier acción humanitaria gubernamental. De este modo, el fanatismo salafista impide pasillos humanitarios propuestos para la evacuación de civiles, secuestrando así a la población y dejando de esta forma a las familias sin demasiada opción de abandonar el área antes del comienzo de las hostilidades. Esto ya ocurrió en otros feudos terroristas que actualmente se encuentran bajo control gubernamental.
Cabe destacar que antes de cada ofensiva militar en cualquier aldea, pueblo o ciudad siria, el gobierno informa previamente a la población, del mismo modo que ofrece a los terroristas y a sus familiares la reconciliación o rendición. En Idlib, los grupos fieles a al-Qaeda rechazaron cualquier tipo de acuerdo y decidieron luchar militarmente sin dar a la población alguna opción de escapar y evitar el fragor de la batalla.
Expuesto muy brevemente todo esto sobre la mesa, es obligatorio recordar algunos puntos para comprender en qué se ha convertido la provincia tras ser ocupada por el fundamentalismo islamista y por qué es tan necesario apoyar su liberación y a quienes van a efectuarla.
Al-Qaeda ha creado su propia capital autónoma en Idlib al igual que hicieron en su momento Daesh/ISIS en Raqqa. Como ya he comentado, allí es donde se ha ido concentrando y refugiando toda la índole terrorista que ha sido derrotada en la liberación de otras ciudades sirias, recordemos los famosos autobuses verdes. Por lo tanto, se ha convertido en el último reducto de al-Qaeda en Siria, una ciudad tomada por las distintas facciones terroristas entre las que se encuentran en mayoría los salvajes de Hay’at Tahrir al-Islam (HTS). Además, la ciudad está plagada de otros grupos terroristas como Jabhat Fateh al-Sham (al-Nusra, vinculada al-Qaeda), el frente Ansar al-Din, Ahrar al-Sham, Jaysh al-Sunna, Liwa al-Haqq o el movimiento Nur Din al-Zenki, que recordamos por la cruel decapitación de Abdallah Issa en Alepo, un niño palestino de tan sólo 12 años a quien cortaron la cabeza y difundieron el vídeo en las redes. Hay que sumar grupos pro-turcos apoyados por la Turquía de Erdogan. Es importante resaltar la existencia de una rama terrorista que se ha hecho fuerte en la zona, se trata de alrededor de 10.000 a 20.000 yihadistas chinos del Partido Islámico de Turkmenistan (uigures) que son liderados por Ibrahim Mansour. A todo esto hay que añadir un gran número de takfiries de Asia Central y de otras tantas nacionalidades de todos los continentes. Este conglomerado es lo que los medios de comunicación de masas definen como “rebeldes sirios”, pero ni son rebeldes ni son sirios en su mayoría.
Pero, ¿qué sucede en un territorio en guerra dominado, saqueado y secuestrado por el terrorismo más sanguinario? Tras la ocupación terrorista, en Idlib se aplica la sharia más fundamentalista. Wahabismo y salafismo en estado puro que afecta a toda la población, incluidos niños, mujeres y ancianos. El adoctrinamiento de niños es sistemático, de esta manera se aseguran niños soldados y futuros terroristas listos para la batalla. Entre los libros de enseñanza que los fanáticos usan para su formación existe uno impreso en Turquía que incluye un tema titulado “Cómo tratar a las mujeres esclavizadas”. Y es que las mujeres sufren el yugo más integrista, de forma que la mujer es tratada como un objeto y su papel está relegado exclusivamente al hogar y al apoyo incondicional al marido en tareas que puedan beneficiar la yihad.
Las calles son un elemento más de propaganda terrorista, y es por eso que están plagadas de eslóganes de al-Qaeda tales como “La democracia es la religión de occidente”“Los chiitas son enemigos del islam”“La democracia es politeísmo”“La mujer en su conjunto es pudendum, incluso sus uñas”“Las canciones están prohibidas (haram)” y también escrito sobre las paredes se encuentran frases de Ayman az- Zawahiri, líder de al-Qaeda, junto a las leyes que todo ciudadano debe cumplir en relación a hábitos, vestimenta, valores, etc. Las calles se han convertido en el escaparate del odio y la violencia y allí se suceden ajusticiamientos y linchamientos de todo tipo contra aquel que no jure lealtad a al-Qaeda y no se declare enemigo del gobierno sirio. De igual manera son condenados aquellos que intenten escapar de la ciudad o que sean sospechosos de ser “enemigo”. Las ejecuciones se realizan en lugares públicos y a la vista de todos los habitantes.
Al-Nusra (al-Qaeda en Siria) cuenta en toda la provincia con sus propias unidades de policía religiosa, sus propios tribunales, oficinas de reclutamiento y prisiones. Convirtieron escuelas en centros de tortura y según el relato de exprisioneros disponen de una cárcel subterránea secreta cerca de Kafrenbel llamada “al-Oqab” donde son llevados los sospechosos de ser pro-gubernamentales o contrarios a al-Qaeda. El responsable de la prisión es Abu Yusuf Helfay, cabecilla de al-Nusra en Hama, su director es Abu Khadija, nativo de Soran, y el supervisor es Abu Islam Mutaba’a (Yusuf al Oman). La maquinaria fundamentalista se encargó de marcar las casas de los cristianos para su posterior expulsión o ejecución. Igualmente, sus propiedades fueron confiscadas y utilizadas como vivienda de terroristas privilegiados. Asimismo, los cultivos de la población cristiana fueron subastados al mejor postor. Todo está controlado por los grupos violentos, incluida la economía, mientras los yihadistas llenan sus bolsillos de dinero procedente de sus oscuros negocios y de la financiación extranjera, la población civil que queda allí es pobre y apenas malvive con lo mínimo para sobrevivir.
Todos hemos podido ver años atrás “manifestaciones” de protesta contra el gobierno sirio en algún barrio de la ciudad, los medios se han encargado de emitir esas imágenes para legitimar una falsa “revolución”, si bien, olvidan mencionar algunos detalles. Por ejemplo, en estas manifestaciones se pudo observar a los extremistas portando armas y eslóganes de distintos grupos terroristas pro-turcos así como de al-Qaeda. Precisamente el hijo del cofundador de al-Qaeda llegó a pedir a los “manifestantes” no portar banderas a favor de la yihad por la posibilidad de que las imágenes pudieran llegar a periodistas internacionales, ya que lo que buscaban eran difundirlas para poner el foco mediático internacional sobre lo que para ellos era su “revolución contra el dictador Bashar al-Assad”. Aún así, los simpatizantes e integrantes de las distintas facciones terroristas hicieron caso omiso y ondearon sus banderas. Las pocas mujeres que pudieron asistir entonaban canticos islamistas como “Con nuestras almas, con nuestra sangre, nos sacrificamos por ti, oh, islam”. Estas concentraciones realmente fueron una reunión de sectarios.
Los encargados de difundir al resto del mundo las imágenes de lo que allí sucede son White Helmets y los propios grupos armados, ya que los periodistas tienen prohibida la entrada en la ciudad. Reporteros que lo han intentado han acabado secuestrados o asesinados, incluidos los opositores.
Algunos cambios se efectuaron en el lugar cuando al-Nusra cambió su nombre, por enésima vez, y acabó llamándose Hayat Tahrir al-Sham (HTS). Estaban en el punto de mira internacional y modificaron su estrategia para aglutinar adeptos en sus zonas controladas. Transformaron su mensaje a otro un poco más atractivo y convincente, maquillaje de cara a la galería. En algunos casos añadieron colores a los carteles de al-Qaeda y borraron el nombre de su líder az-Zawahiri. En los numerosos ‘checkpoints’ de carreteras cuyo control se disputaban cada uno de los distintos bandos terroristas, borraron los nombres de las organizaciones y sus logos de tal forma que los puestos de control parecían no tener dominio particular dando así sensación de unidad en la región. Poco más.
Actualmente, el Ejército Árabe Sirio y sus aliados avanzan imparables en su firme misión de liberar la totalidad del territorio sirio, pese a ello, los ataques mediáticos e informativos contra Siria se suceden día a día y se suman a los que ya lleva resistiendo desde el inicio de la injerencia en 2011. Sabiendo todo esto ya podemos imaginar por quien derraman lágrimas aquellos que eligieron posicionarse junto al fundamentalismo y sectarismo en el conflicto sirio contra un país secular que defiende a su pueblo y su soberanía. También lloran otros tantos “humanitarios” que aún creen que una guerra tan sucia e inhumana como la que el terrorismo internacional e injerencia extranjera ha declarado a la República Árabe Siria se combate lanzando flores y caramelos al enemigo.
Publicado originalmente en: El Común