El este de Alepo ha sido liberado, y el cambio de régimen perdió su encanto. No es ninguna sorpresa que los enemigos de Siria estén dispuestos a promover su próximo gran objetivo: la partición del territorio. Como la mayoría de las predicciones sobre el conflicto sirio, de las cuales pocas se han materializado, la "partición" de Siria no va a suceder.
En febrero (de 2016), cuando el este de Alepo todavía estaba a reventar de militantes entrenados por Occidente, aliados de Al-Qaeda, al presidente sirio Bashar Al Assad le hicieron la pregunta: "¿Usted cree que podrá recobrar el control sobre el territorio sirio?".
Pues, sí, dijo Assad: "Esta es una meta que buscamos alcanzar sin titubeos. Para nosotros no tiene ningún sentido el decir que cederemos alguna parte".
Los políticos occidentales no atendían nada de eso.
El primero fue el secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, que coquetamente le informó al Comité de Relaciones Exteriores del Senado que la administración Obama podría tener un Plan B bajo la manga para Siria: "Podría ser demasiado tarde para mantener a Siria como un todo si seguimos esperando mucho más".
El siguiente, James Stavridis, otrora Comandante Supremo de la OTAN y jefe del Comando Europeo de los Estados Unidos, firmó un artículo en Foreign Policy titulado "Llegó el momento de considerar seriamente la partición de Siria" donde afirmó: "Siria como nación cada vez más es una ficción".
Luego, John Brennan, director de la CIA, se unió al coro: "Tanta sangre ha sido derramada, no sé si vamos a ser capaces de volver [a una Siria unificada] en lo que me queda de vida".
Pero ahora, la punzante derrota de los militantes apoyados por Occidente en el este de Alepo le han impreso mayor intensidad a la idea de fracturar Siria. Los neoconservadores y los intervencionistas liberales frenéticamente engordan la opinión sobre la "partición"; sin ofrecer una sola mirada a sus cinco años de pronósticos fallidos sobre la "caída de Assad".
Pero Assad comprende algo que los analistas, periodistas y políticos occidentales no terminan de captar. Los aliados de Siria en esta guerra -Irán, Hezbolá, Irak, Rusia, China- solamente han mantenido dos duras líneas rojas a lo largo del conflicto:
La primera es que al-Assad solamente será removido de su cargo en una elección nacional, por una mayoría siria.
La segunda es que Siria debe mantenerse íntegra.
Su lógica era simple. El cambio de régimen, la realineación de las fronteras, los grupos mercenarios, el divide y vencerás... los viejos trucos de los hegemones de Occidente necesitaban detenerse en Siria. De otro modo, tendría que encontrar la manera agresiva de ir contra Moscú, Beijing y Teherán.
En resumen, un nuevo orden mundial tendría que haber emergido de las cenizas del conflicto sirio, y para que eso sucediera, los aliados debían derrotar definitivamente los objetivos de la OTAN-Consejo de Cooperación del Golfo y mantener la integridad territorial y la soberanía del Estado sirio a toda costa.
Un cambio calculado en el equilibrio del poder
Para 2013, ya era posible predecir la formación de una nueva alianza en el Medio Oriente enfocada en la seguridad para combatir la amenaza yijadista que asolaba a Siria y las naciones vecinas (ver mapa más arriba).
Para ese momento era claro que las guerras irregulares libradas por los yijadistas y sus poderosos apoyos extranjeros forzarían a que cuatro Estados -Líbano, Siria, Irak e Irán- cooperasen militar y políticamente para derrotar a los grupos terroristas de influencia wahabita en sus territorios. De este modo, un "Arco de Seguridad" se formaría para proteger la integridad territorial de estos cuatro países, y con eso, una visión de mundo convergente que pudiera escenificar una nueva estructura de seguridad en el Medio Oriente.
Hoy, Líbano e Irán tienen fronteras seguras flanqueando ambos costados de Siria e Irak. Se despliegan transferencias de armamento, combatientes, asesores militares e inteligencia, entre los cuatro Estados, con una coordinación exitosa que va en aumento sobre tierra y aire.
Rusia y China han proveído cobertura de "grandes poderes" para este nuevo desarrollo; bien sea en el Consejo de Seguridad de la ONU o por iniciativas por la vía militar, financiera o diplomática. Aún más, galvanizados por la ferocidad de la guerra contra Siria, Teherán, Moscú y Beijing han avanzado en el nuevo orden multilateral que buscan, apuntalando su propia seguridad regional, profundizando en alianzas globales, forjando y creando nuevas instituciones políticas, financieras y de seguridad para competir con las dominadas por Occidente.
Exitosamente, el Arco de Seguridad logró contratacar a los grupos extremistas, ahora siendo necesario que tres Estados vecinos críticos -Egipto, Turquía y Jordania- ahora graviten hacia la participación de esta nueva arquitectura de seguridad, cada uno por distintas razones.
Pero los nuevos adherentes serían atraídos a la zona de seguridad principalmente al hacer conciencia de que un gobierno central debilitado y la fragmentación de Siria se volcaría hacia sus propios Estados y crearían las mismas condiciones ahí: caos, inestabilidad, terrorismo.
Egipto: Bajo el mandato del presidente Abdel Fatah al-Sisi, Egipto se ha apartado de sus patrones sauditas quienes han sido, junto a Catar y Turquía, los principales promotores del extremismo tanto en Siria como en Irak. A principios de año (2016), Sisi comenzó a alejarse de los aliados occidentales y regionales de Egipto y le ha abierto la puerta a la profundizaión de compromismos políticos, militares y económicos a Siria, Irán, Rusia y China.
La doctora Christina Lin, miembro del SAIS-Universidad de John Hopkins explica: "A diferencia de Washington, Sisi ve a Assad como un bastión secular contra el extremismo islámico en el Levante. Si Assad cae, Líbano y Jordania serían los siguientes, y Egipto no quiere terminar como Libia, con la Hermandad Musulmana y otros islamistas dividiendo el país" .
En los últimos meses, Egipto ha perseguido el descongelamiento de las relacions con Irán, cooperación militar con Siria, y ha reñido públicamente con Arabia Saudita. Más aún, Sisi ha sido invitado por Irán y Rusia a sentarse en la mesa de los esfuerzos de paz sirios, mientras que en el fondo China lanza planes para una inversión de 60 billones de dólares en infraestructura para una Egipto urgida de dinero.
Turquía: Ningún estado ha sido una mayor espina en el costado de Damasco que Turquía; como financista, facilitador y autor intelectual de yijadistas fluyendo a través de su frontera con la Siria asolada por la guerra. Pero el conflicto sirio ha vulnerado y agotado a Turquía, y en su lugar se han desencadenado ataques terroristas a sus ciudades, reviviendo su conflicto "kurdo", aislando a su impredecible presidente Recep Tayyip Erdogan, exprimiendo su economía y disparando el conflicto político interno.
Así que cuando los rusos, según se ha dicho, alertaron a Erdogan del golpe fallido de este verano -que los turcos consideran que fue de inspiración estadounidense- la orientación política del presidente turco comenzó a vacilar acercándose poco a poco a una serie de compromisos con Irán y Rusia en torno al conflicto sirio.
El primer gran gesto de Erdogan para con Teherán y Moscú fue el de apartar una capa de milicias sobre la convulsa Alepo, permitiéndole a las fuerzas aliadas con Siria a concentrar su fuerza militar contra los grupos afiliados a Al-Qaeda que permanecían en el enclave oriental de la ciudad.
En las secuelas de la liberación de Alepo, los turcos, iraníes y rusos se encontraron de nuevo para golpear el nuevo lote de objetivos, incluyendo un cese al fuego a nivel nacional; un movimiento que desplazó a los aliados occidentales de Erdogan, resaltando el hecho de que nadie, en realidad, necesita a los Estados Unidos, el Reino Unido o Francia en la mesa de negociaciones sobre Siria.
Jordania: En la mayoría del tiempo que ha durado el conflicto sirio, los intereses jordanos fueron subvertidos por patrones poderosos que convirtieron al reino hachemita en un centro de operaciones encubiertas de las fuerzas especiales occidentales, de operadores de inteligencia del Consejo de Cooperación del Golfo y centros de entrenamientos para los "rebeldes".
Pero en los años recientes, el rey Abdulá de Jordania se ha visto forzado a desvincular su país, ahora complicado financieramente por las consecuencias creadas por el enorme influjo de refugiados sirios y un incremento terrorífico del radicalismo doméstico. En consecuencia, Jordania discretamente ha intercambiado inteligencia con las autoridades sirias para debilitar a la militancia al sur de Siria y ha cerrado efectivamente la frontera que comparten.
El mismo rey se ha involucrado en una intensa actividad diplomática con Rusia y China para ganar inversiones y relevancia política, así que Jordania se encuentra muy bien ubicado para seguir a sus vecinos de mayor tamaño cuando el equilibrio de poder regional se desplace decisivamente a favor de Siria.
Los victoriosos hacen el mapa del futuro, no los derrotados
La liberación del este de Alepo es un punto de inflexión significativo en la guerra contra Siria. Las mayores áreas de población/infraestructura que definen de norte a sur el occidente del país ahora están mayoritariamente en manos del gobierno.
Además, la liberación del este de Alepo sirve como una importante plataforma para cortar el vital corredor de Turquía a Mosul por el que se canalizaban combatientes, suministros y armamentos para el Estado Islámico desde hace años. Las tropas sirias y sus aliados ahora serán capaces de moverse del este de la ciudad hacia el Éufrates para cortar la línea crítica turca del Estado Islámico.
Asegurados los focos del occidente de Siria y los terroristas bastante batidos al sur del país, solamente las areas nororientales representan un desafío; pero esas son las áreas mayormente ocupadas por el Estado Islámico, donde serán libradas las batallas finales para derrotarlos.
Así que, ¿qué es lo que quieren los estadounidenses con la división del territorio? ¿Y por qué?
Las guerras recientes en Afganistán, Irak, Yemen y Libia claramente demuestran que una autoridad central débil sólo crea un vacío político y securitario que los extremistas se apresuran a ocupar. El mismo Donald Trump, presidente electo de los Estados Unidos, ha dicho que prefiere el mando de hombres fuertes en vez de la inestabilidad que prevalece en los conflictos orientados hacia el cambio de régimen.
Cualquier fractura del territorio sirio, por lo tanto, beneficia primeramente al Estado Islámico y Al-Qaeda; y todos los partidos involucrados lo saben.
Los Estados del Arco de Seguridad y sus aliados pueden hábilmente erradicar el terrorismo desde sus adentros. Turquía y los Estados Unidos continúan siendo molestias claves, cada uno disputando, contra sus propios intereses, el proclamar porciones del territorio nororiental para sostener intereses estratégicos.
Curiosamente, estos intereses enfrentan a las dos naciones de la OTAN una contra la otra. El "proyecto kurdo" de los Estados Unidos hizo huir a Erdogan hacia los rusos e iraníes buscando ayuda. Ciertamente es irónico que los esfuerzos longevos para sembrar discordia entre actores regionales, sectas y etnicidades ahora pueden revertirse de un envión por el apoyo estadounidense al nacionalismo kurdo. No hay nada más garantizado que la creación de una causa común entre árabes, iraníes y turcos que el prospecto unificante de un Estado kurdo. Ni siquiera el Estado Islámico hace eso.
En las secuelas de la victoria de Alepo, una vez más, Assad volvió a declarar sobre la partición: "Esta es la esperanza de Occidente -y de algunos países de la región-... Si observa a la sociedad de hoy, la sociedad siria está más unida que antes de la guerra... No hay manera de que los sirios acepten eso; hablo ahora de la vasta mayoría de los sirios... Luego de seis años le puedo decir que la mayoría de los sirios no aceptarán nada relacionado con la desintegración... por el contrario, es una sola Siria".
Tiene razón. Para más del 70% de los sirios viviendo en áreas controladas por el gobierno, el apetito por más conflicto es inexistente, y eso es lo que significaría la partición: conflicto. Inclusive, no sólo los sirios, pero la totalidad del Arco de Seguridad y sus aliados globales están totalmente empecinados en protegerse ellos mismos al destruir el terrorismo que mora en los reductos restantes de territorio ocupado. Como Assad –- mucha de la Europa de hoy en día- saben que nunca removerás la amenaza a la seguridad si no los derrotas a todos y preservas el Estado.
En este contexto de seguridad, la partición está fuera de discusión. En el contexto militar, una partición forzada requeriría el compromiso de tropas más fuertes que los ejércitos de Siria, Irán, Rusia, Irak, Egipto y Hezbolá combinados; y eso no existe. En el contexto político, el apetito internacional por una partición "impuesta" es nula.
Así que no, Siria no será dividida.
Publicado originalmente en la versión en inglés de RT, el 29 de diciembre. El mapa, aunque tomado de la versión ya mencionada, fue reproducido inicialmente en el portal Al-Akhbar (realizado por S. Narwani, E. Adaime, A. Amacha) en el artículo "Se forma un 'Arco de Seguridad' en medio del terror en el Medio Oriente", de la misma autora, publicado el 21 de diciembre de 2013. La traducción para Misión Verdad la realizó Diego Sequera.
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