lunes, 2 de diciembre de 2019

Jasmenco.

Jasmenco fue producido para mostrar el dolor y la lucha que enfrentan los artistas en Siria debido al conflicto sin precedentes de los últimos 3 años ... para mostrar cómo los sirios luchan contra la guerra y el odio con arte inspirado en el amor. Jasmenco es un baile de la vida en tiempos de guerra. El nombre de Jasmenco vino de la ciudad de Jasmine, el símbolo de Damasco, y la palabra flamenco.




miércoles, 13 de noviembre de 2019

“El Califa”, superproducción de la CIA ‎entre ficción y realidad.

por Manlio Dinucci

jueves, 17 de octubre de 2019

Genealogía del «problema kurdo»‎.


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Decenas de miles de civiles kurdos huyen ante el ejército turco, abandonando las tierras que ‎habían ocupado con la esperanza de convertirla en su patria.
Todas las guerras implican un proceso de simplificación: en el campo de batalla sólo hay ‎dos bandos y cada quien tiene que escoger el suyo. En el Medio Oriente, donde existe una ‎increíble cantidad de comunidades y de ideologías, ese proceso resulta particularmente aterrador ‎ya que ninguna de las particularidades de esos grupos logra expresarse actualmente y cada cual ‎se ve obligado a aliarse a quienes estaría dispuesto a condenar.‎
Cuando la guerra se acerca a su fin, cada cual trata de esconder los crímenes que cometió, ‎voluntariamente o no, y a veces trata también de eliminar a los aliados incómodos que prefiere ‎dejar atrás. Muchos tratan entonces de “reescribir” lo sucedido para atribuirse un bonito papel. ‎Eso es exactamente lo que estamos viendo en estos días con la operación militar «Manantial de ‎paz», iniciada por Turquía, y las increíbles reacciones que aparecen en la prensa. ‎
Para entender lo que sucede, no basta con saber que todos mienten. Hay que descubrir lo que ‎cada cual trata de esconder y reconocerlo, incluso cuando se comprueba que aquellos a quienes ‎admirábamos eran en realidad detestables. ‎
Genealogía del problema
Si nos guiamos por la propaganda europea, tenemos que creer que los turcos (o sea, ‎‎“los malos”) van a exterminar a los kurdos (“los buenos”), a quienes los “sabios” europeos ‎tratan de salvar a pesar de la “cobardía” de los estadounidenses. Pero ninguno de esos ‎cuatro actores está desempeñando el papel que esa propaganda le atribuye. ‎
Es importante, en primer lugar, resituar lo que hoy sucede en el contexto de la «Guerra ‎contra Siria», ya que esto es sólo otra batalla más de esa guerra, y en el marco del «rediseño del ‎Medio Oriente ampliado», del cual el conflicto sirio es sólo una etapa. ‎
En el momento de los atentados del 11 de septiembre de 2001, el entonces secretario ‎estadounidense de Defensa, Donald Rumsfeld, y su nuevo director para la «Transformación de ‎la Fuerza», el almirante Arthur Cebrowski, adaptaron la estrategia del Pentágono al capitalismo ‎financiero. Para ello decidieron dividir el mundo en dos zonas: una zona reservada a los países de ‎la globalización económica y otra que sería vista como una simple reserva de materias primas. ‎Los ejércitos estadounidenses se encargarían de acabar con las estructuras de los Estados en los ‎países de esa segunda zona del mundo para evitar que estos pudiesen oponerse a esa nueva ‎‎“división del trabajo” [1]. E iniciaron la aplicación de esa estrategia en el «Medio Oriente ‎ampliado» o «Gran Medio Oriente». ‎
La Syrian Accountability Act, adoptada por el Congreso de Estados Unidos en 2003, preveía la ‎destrucción de la República Árabe Siria para después de la destrucción de Afganistán y de Irak. ‎Pero diferentes factores retrasaron el inicio de esa operación hasta 2011. El plan de ataque ‎contra Siria fue reorganizado entonces en función de la experiencia colonial que los británicos ‎habían acumulado en esta región. Londres aconsejó no destruir completamente los Estados sino ‎restaurar en Irak un “Estado mínimo” y conservar gobiernos títeres capaces de administrar ‎al menos la vida cotidiana de los pueblos. Siguiendo el modelo de la Rebelión Árabe de Lawrence ‎de Arabia, orquestada en 1915 por los propios británicos, el objetivo era organizar una ‎‎«primavera árabe» que pondría en el poder a la Hermandad Musulmana, en lugar de los ‎wahabitas [2]. La operación se inició con el ‎derrocamiento de los regímenes ‎prooccidentales, en Túnez y Egipto, antes de arremeter contra Libia y Siria. ‎
En un primer momento, y a pesar de ser miembro de la OTAN, Turquía se negó a participar en la ‎guerra contra Libia, que era su primer cliente comercial, y contra Siria, con la cual había creado ‎un mercado común. Pero el entonces ministro de Exteriores de Francia, Alain Juppé, concibió la idea ‎de “matar dos pájaros de un tiro”. Propuso a su homólogo turco, Ahmet Davutoglu, que Francia y ‎Turquía resolvieran juntas el problema kurdo a cambio de la incorporación de Turquía a las ‎guerras contra Libia y Siria. Juppé y Davutoglu firmaron entonces un protocolo secreto que ‎preveía la creación de un “Kurdistán”, pero no en los territorios kurdos de Turquía sino en ‎zonas sirias pobladas mayoritariamente por arameos y árabes [3]. Turquía, que mantiene excelentes relaciones con el ‎gobierno regional del Kurdistán iraquí, deseaba la creación de un segundo Kurdistán porque ‎esperaba que así podría poner fin al independentismo kurdo en suelo turco. Francia, que había ‎reclutado tribus kurdas en 1911 para utilizarlas en la represión contra los nacionalistas árabes, ‎esperaba crear en la región un Kurdistán similar a la colonia judía que los británicos lograron crear ‎en Palestina. Franceses y turcos lograron obtener el apoyo de los israelíes, quienes ya ‎controlaban el Kurdistán iraquí a través del clan Barzani, oficialmente miembro del Mosad. ‎
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En este mapa puede verse, en color marrón, el Estado kurdo delineado por ‎la Comisión King-Crane, con el aval del presidente estadounidense Woodrow Wilson. La ‎creación de ese Estado fue aprobada por la conferencia de Sevres, en 1920, pero nunca llegó a ‎concretarse. ‎
Los kurdos son un pueblo nómada (ese es precisamente el sentido exacto de la palabra “kurdo”) ‎que se desplazaba por el valle del Éufrates, en territorios que hoy son parte de Irak, Siria ‎y Turquía. Organizado no de manera tribal sino en clanes y de reconocido coraje, el pueblo ‎kurdo dio origen a numerosas dinastías que reinaron en el mundo árabe –como la del célebre ‎Saladino– y en el mundo persa y proporcionó soldados a diversos ejércitos. ‎
A principios del siglo XX, los otomanos reclutaron ejércitos kurdos para masacrar a los pueblos ‎no musulmanes de Turquía, principalmente a los armenios. Fue entonces cuando algunos grupos ‎kurdos se asentaron en Anatolia, donde se hicieron sedentarios, mientras que otros seguían ‎siendo nómadas. Al final de la Primera Guerra Mundial, el presidente estadounidense Woodrow ‎Wilson decidió, en aplicación del párrafo 12 de sus 14 objetivos de guerra, crear un Kurdistán ‎sobre las ruinas del Imperio Otomano. Para delimitar el territorio de aquel nuevo Estado, ‎el presidente Wilson envió a la región la Comisión King-Crane, mientras que los kurdos ‎proseguían la masacre contra los armenios. Los expertos delimitaron una región en Anatolia y ‎advirtieron al presidente estadounidense sobre las consecuencias devastadoras que tendría una ‎eventual extensión de ese territorio y la concesión a los kurdos de otras zonas.
Pero el Imperio ‎Otomano fue finalmente derrocado “desde adentro” por Mustafá Kemal (Kemal Ataturk), quien ‎proclamó la República y rechazó la pérdida de territorios que se pretendía imponer a Turquía con ‎la aplicación del proyecto de Woodrow Wilson. Así se frustró la creación de aquel Kurdistán. ‎
A lo largo de un siglo, los kurdos de Turquía trataron de independizarse de ese país. En los ‎años 1980, los marxista-leninistas del PKK iniciaron una verdadera guerra civil contra el gobierno ‎de Ankara y fueron duramente reprimidos. Muchos huyeron al norte de Siria, donde obtuvieron la ‎protección del entonces presidente sirio Hafez el-Assad. Cuando el líder histórico del PKK, Abdullah ‎Ocallan fue arrestado por los israelíes y entregado a Turquía, muchos de aquellos kurdos ‎de Turquía refugiados en Siria abandonaron la lucha armada. Al término de la guerra fría, ‎el PKK, ya sin financiamiento soviético, fue infiltrado por la CIA y sufrió una mutación ideológica. ‎Abandonó el marxismo y se convirtió al anarquismo, renunció a la lucha antiimperialista y ‎se puso al servicio de la OTAN, que utilizó frecuentemente al PKK en la realización de ‎operaciones terroristas destinadas a contener los ímpetus de Turquía. ‎
En 1991, la comunidad internacional, estimulada por Estados Unidos, emprendió una guerra ‎contra Irak, que acababa de invadir Kuwait. Al terminar esa guerra, las potencias occidentales ‎alentaron las comunidades chiitas y kurdas de Irak a rebelarse contra el régimen sunnita del ‎presidente Saddam Hussein. Estados Unidos y el Reino Unido permitieron la liquidación de ‎‎200 000 personas pero ocuparon toda una región de Irak cuyo acceso prohibieron al ejército ‎iraquí. Estadounidenses y británicos expulsaron a los pobladores de esa región iraquí y ‎reagruparon allí a los kurdos de Irak. Esa región no fue reintegrada a Irak sino después de la ‎invasión de 2003 y se convirtió en el actual Kurdistán iraquí, cuyo gobierno regional se mantiene ‎desde entonces bajo control del clan Barzani. ‎
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Mapa de estado mayor del plan Rumsfeld/Cebrowski para el rediseño del ‎‎“Medio Oriente ampliado” o “Gran Medio Oriente”. ‎
Fuente: “Blood borders – How a better Middle East would look”, coronel Ralph Peters, Armed Forces ‎Journal, junio de 2006.
Al inicio de la guerra contra Siria, el presidente sirio Bachar al-Assad concedió la nacionalidad ‎siria a los refugiados políticos kurdos provenientes de Turquía y a sus hijos, que se pusieron ‎entonces al servicio del gobierno sirio en la defensa del norte de Siria ante los yihadistas ‎extranjeros. Pero la OTAN recurrió al PKK turco y lo utilizó para movilizar a los kurdos de Siria y ‎de Irak a favor de la creación de un «Gran Kurdistán», conforme al proyecto trazado por el ‎Pentágono desde el 2001, reflejado en el mapa de estado mayor que el coronel estadounidense ‎Ralph Peters había divulgado en 2005.‎
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El mapa del “Rediseño del Medio Oriente ampliado”, modificado después ‎del fracaso de la primera guerra contra Siria. ‎
Fuente: “Imagining a Remapped Middle East”, Robin Wright, The New York Times Sunday Review, ‎‎28 de septiembre de 2013

Aquel proyecto, tendiente a dividir la región según criterios étnicos, ya no tenía nada que ver con ‎el proyecto concebido por Woodrow Wilson en 1919 –cuyo objetivo era reconocer el derecho del ‎pueblo kurdo– ni con el proyecto de Francia –que apuntaba a recompensar a sus mercenarios. ‎El territorio era demasiado extenso para los kurdos, que ni siquiera iban a tener posibilidades de ‎controlarlo. Pero el nuevo proyecto entusiasmó a los israelíes, que lo veían como un medio de ‎contener a Siria desde la retaguardia. Sin embargo, resultó imposible de realizar. El USIP ‎‎(United States Institut of Peace), instituto de los «Cinco Ojos» vinculado al Pentágono, propuso ‎modificarlo. El Gran Kurdistán sería reducido para agrandar el «Sunnistán» iraquí [4] que sería puesto en manos a una organización yihadista: el futuro Emirato ‎Islámico (Daesh). ‎
Los kurdos de las YPG, ramificación del PKK en Siria, trataron de crear un nuevo Estado, designado ‎como «Rojava», con ayuda de las fuerzas militares estadounidenses. El Pentágono los utilizó ‎para mantener a los yihadistas en los territorios asignados al «Sunnistán». En realidad, ‎nunca hubo combate teológico o ideológico entre las YPG y Daesh sino una rivalidad por la ‎posesión de un territorio sobre las ruinas de Irak y de Siria. Por cierto, en el momento del ‎derrumbe del califato de Daesh, las YPG kurdas ayudaron a los yihadistas a reunirse con las ‎fuerzas de al-Qaeda en Idlib atravesando el «Kurdistán». ‎
En Irak, los kurdos iraquíes del clan Barzani participaron directamente en la invasión de ese país ‎emprendida por Daesh en 2014. Según el PKK, Masrur “Jomaa” Barzani, jefe de la inteligencia del ‎gobierno regional del Kurdistán iraquí e hijo del presidente Massud Barzani, asistió a la reunión ‎secreta de la CIA en Amman, el 1º de junio de 2014, donde se planificó la ofensiva de Daesh ‎contra Irak [5]. Los kurdos iraquíes del clan Barzani nunca combatieron contra Daesh, sólo ‎se limitaron no dejarlo entrar en el Kurdistán iraquí. Peor aún, permitieron que Daesh esclavizara ‎a los yazidíes –kurdos no musulmanes– durante la batalla de Sinjar. Los yazidíes que lograron ‎salvarse fueron rescatados por combatientes del PKK turco y de las YPG, enviados desde Siria. ‎
El 27 de noviembre de 2017, el clan de los Barzani organizó –respaldado únicamente por Israel– ‎un referéndum de autodeterminación en el Kurdistán iraquí, consulta que perdió a pesar de toda ‎una serie de manipulaciones realizadas con los votos. La noche del conteo de los votos emitidos ‎en aquel referéndum, el mundo árabe descubrió estupefacto una marea de banderas israelíes ‎en Erbil, capital del gobierno regional del Kurdistán iraquí. Según la publicación Israel-Kurd, ‎el primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, se había comprometido a enviar 200 000 kurdos ‎israelíes para garantizar la protección de un Kurdistán ya separado de Irak. ‎
Es importante tener en cuenta que un pueblo que aspira a la autodeterminación –que constituye ‎un derecho reconocido– tiene que ser, en primer lugar, un pueblo unido, lo cual nunca fue el ‎caso de los kurdos. Otro requisito es que debe vivir en un territorio donde es mayoritario, lo cual ‎sólo se cumple para los kurdos en la región turca de Anatolia –a raíz del genocidio perpetrado ‎contra los armenios– y en el norte de Irak –pero sólo desde que tuvo lugar la limpieza étnica ‎favorecida por la implantación de la zona de exclusión aérea impuesta por Estados Unidos ‎después de la operación “Tormenta del Desierto”– y en el noreste de Siria –desde que los grupos ‎armados kurdos expulsaron de allí a los asirios cristianos y a los árabes. Otorgar a los kurdos ese ‎derecho en este momento sería avalar crímenes contra la humanidad. ‎


[1] Esa estrategia fue mencionada por vez primera por el coronel Ralph Peters ‎en “Stability, America’s Ennemy”, Parameters 31-4 (revista del ejército de Estados Unidos), ‎invierno de 2001. Posteriormente fue expuesta con más claridad para el gran público por el ‎asistente del almirante Cebrowski en el libro The Pentagon’s New Map, Thomas P. M. Barnett, ‎Putnam Publishing Group, 2004. Finalmente, el coronel Ralph Peters publicó el mapa trazado por el ‎estado mayor estadounidense en “Blood borders – How a better Middle East would look”, Colonel Ralph Peters, Armed Forces ‎Journal, junio de 2006.
[2] Gran cantidad de documentos disponibles desde 2005 demuestran que el MI6 ‎preparó esta operación. Entre esos documentos están los correos electrónicos del ministerio ‎británico de Exteriores, dados a conocer por Derek Pasquill. Ver, Sous nos yeux. Du 11-‎Septembre à Donald Trump, Thierry Meyssan, Demi-Lune (2017).
[3] La existencia de ese acuerdo ‎secreto fue revelada en su momento por la prensa argelina. Diplomáticos sirios me ‎los describieron de forma detallada. Desgraciadamente, los archivos donde estaban depositados ‎en Damasco fueron trasladados precipitadamente en medio de un ataque yihadista y no están ‎disponibles actualmente. Pero ese documento se hará público cuando se haga el necesario ‎trabajo de búsqueda. Nota del Autor.
[4] “Imagining a ‎Remapped Middle East”, Robin Wright, The New York Times Sunday Review, 28 de ‎septiembre de 2013.
[5] «Yer: Amman, Tarih: 1, Konu: Musul», Akif Serhat, Özgür Gündem, 6 de julio ‎de 2014.


Publicado originalmente en: Red Voltaire


sábado, 24 de agosto de 2019

Siria, tiempo de definición.

Aleppo (Siria), 2019. Smallcreative / Shutterstock
Aleppo (Siria), 2019. Smallcreative / Shutterstock

Protagonista en los medios de comunicación durante ocho años, de Siria hoy apenas se habla. Eso no quiere decir que allí no sigan pasando cosas. Siguen ocurriendo, incluso más relevantes que las de entonces, porque Siria está ya en fase de definición de la crisis multidimensional que vive desde 2011.
En el ámbito militar, de catorce grandes frentes hoy solo quedan dos. El primero es el de la noroccidental provincia de Idlib, fronteriza con Turquía. Allí, el Estado se enfrenta a una coalición de grupos armados, en su mayoría yihadistas y liderados por la marca de Al Qaeda en Siria, Hayat Tahrir al Cham.
Al noreste y en Afrin, unas desperdigadas milicias kurdas, más que al Estado sirio, se enfrentan a Turquía, que no acepta que allí obtengan reconocimiento alguno por temor al efecto contagio a su propia y mucho más numerosa población kurda.
Turquía entonces es el denominador común de ambos frentes. Damasco intenta que Ankara rompa con los grupos armados de Idlib a cambio de llegar a un acuerdo con esas milicias kurdas que garantice la estabilidad fronteriza que exige Turquía. Mientras ello ocurre, la actividad militar, sobre todo en Idlib, continúa. Lo hace de manera intermitente, reactiva, limitada tácticamente y sin posibilidad de extenderse al otro 80% de Siria. Allí la violencia cesó hace meses.

En busca de la reactivación económica

En la Siria ya pacificada se han reabierto las carreteras y una economía que se contrajo más del 40% intenta reactivarse. Se aprecia en el abastecimiento de los mercados o en la lenta recuperación de la lira siria, aún muy devaluada. También en la vuelta de la publicidad comercial a las calles y los medios de comunicación.
Con la crisis en su recta final, la publicidad comercial ha vuelto a las calles de Homs y otras ciudades sirias. Pablo Sapag M., Author provided

Conspiran contra la normalización económica una corrupción endémica ahora creciente y las sanciones internacionales. Especialmente el embargo petrolero liderado por Estados Unidos. Por eso en Siria hay restricciones diarias del suministro eléctrico, largas colas en las gasolineras y cierta indefinición empresarial en un momento en el que hay mucho por reconstruir.
Lo soportan estoicamente los sirios, para quienes la ausencia de violencia después de ocho años muy duros es ahora lo más importante. Esa recobrada percepción de seguridad es la ventana de oportunidad temporal que tiene el Gobierno para relanzar la economía de la mano de la agricultura, la construcción, el turismo y el comercio exterior.
A ello contribuye la reapertura de los cinco pasos fronterizos con Líbano y el muy estratégico de Nassib, con Jordania. Por ellos han empezado a volver sostenidamente los desplazados, como certifican Acnur y los gobiernos libanés y jordano. Por allí también circulan las mercancías entre el golfo Pérsico y el Mediterráneo.

Procesos de reconciliación nacional

Antes de que los sirios se acostumbren a su recuperada seguridad y dejen de verla como un valor absoluto, el Gobierno también debe acelerar los procesos de reconciliación nacional.
La reconstrucción ya ha comenzado en buena parte de Siria, donde el 20% de las viviendas han sufrido daños de distinta consideración. Pablo Sapag M., Author provided

Encargados al opositor interno Ali Haidar, han permitido pacificar cientos de pueblos, localidades y barrios de toda Siria. Se apoyan en los muy sirios conceptos culturales de sharf (honor) y karama (dignidad). Igualmente, en el hecho de que en un estado joven como el sirio el poder siempre ha residido, además de en las autoridades formales, en los líderes tribales y los mujtar o notables de la época otomana. También y sobre todo, en los dignatarios cristianos y musulmanes de su muy multiconfesional sociedad.
Ellos mediaron para que quienes tomaron las armas las depusieran o se fueran con ellas a Idlib a seguir combatiendo al Estado. En uno y otro caso, y en la medida de lo posible, con honor y dignidad.

El largo camino de las reformas políticas

Los procesos de reconciliación nacional también han permitido resolver secuestros y desapariciones. Han facilitado además consensos básicos para reformas imprescindibles. Entre ellas, la del estatuto personal, que, después de un largo debate social y aún con asignaturas pendientes, ha eliminado los residuales matrimonios con menores. Se empodera así todavía más a las mujeres de un país donde siempre han tenido mayor protagonismo político, económico y social que sus congéneres de la región.
También se ha modificado la Ley de Administración Local, aumentando un 10% el número de municipios y concejales. Un esfuerzo descentralizador que en la práctica supone institucionalizar las formas de poder informal que siempre han existido en Siria. La ampliación del debate político y social como consecuencia de lo ocurrido estos años también se aprecia, ante las críticas al borrador inicial, en la rectificación de la Ley 10.
Se trata de una norma fundamental para que la reconstrucción ofrezca garantías a quienes perdieron sus casas y están fuera de Siria. Mientras, Gobierno y oposición acuerdan bajo los auspicios de la ONU la composición del comité que debe reformar o cambiar la Constitución de 2012.

Siria y su verdadero dilema

La definición de la crisis sobre todo exige a Siria encarar su verdadero problema de fondo. ¿Cómo hacer compatible su sociedad multiconfesional y su Estado aconfesional –que no laico– con una minoría que desde 1964 ha protagonizado tres levantamientos armados con el propósito de confesionalizar el Estado y la legislación?
Campanarios y minaretes presiden los pueblos y ciudades sirias, símbolo del carácter multiconfesional de su sociedad. Pablo Sapag M., Author provided

Pese a la contradicción no resuelta de declarase demócrata y al tiempo querer imponer un estado confesional en la Siria multiconfesional, desde 2011 la Hermandad Musulmana ha recibido más apoyo exterior que nunca.
Ello revela su utilidad para que potencias regionales y globales –Arabia Saudí, Qatar, Turquía, Israel, EE. UU., Francia, Reino Unido y la UE– puedan lograr sus intereses en Oriente Próximo y Medio. También explica la implicación de otras –Rusia, China, Irán, India, Brasil o Sudáfrica– en favor de una Siria que ocho años después es internacionalmente menos autónoma.
Una dimensión que dado su histórico valor geoestratégico resulta vital para resolver los problemas internos. Desde esa perspectiva internacional, hoy Siria también busca un nuevo acomodo igualmente difícil de lograr. Más aún cuando el enfrentamiento de EE. UU., Israel y Arabia Saudí con Irán se libra también en una Siria que se esfuerza en pasar página.

PROFESOR TITULAR DE HISTORIA DE LA PROPAGANDA, UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

Publicado originalmente en: THE CONVERSATION





miércoles, 17 de julio de 2019

Sectarismo y odio: así era el terrorista sirio que convirtieron en mártir.

Sarout era un futbolista sirio que no tardó en convertirse en el icono de "la rebelión contra Bashar al-Assad". Pero sus canciones, famosas desde las primeras revueltas de Homs, eran un llamamiento al odio. Sarout siempre simpatizó con el Estado Islámico, y murió compartiendo trinchera con los terroristas de al-Qaeda.
El terrorismo tiene muchas formas. Terrorista no solo es el que aprieta el gatillo o detona la bomba. Terrorista también es aquel que aplaude o justifica las acciones del asesino. Terroristas son también, de alguna manera, todos los que han lamentado la muerte de Abdel Baset Sarout y mitificado su figura; la figura de un terrorista de Estado Islámico (ISIS) primero y al-Qaeda después.
Si en el mundo real la línea que separa los buenos de los malos pocas veces existe, en los grandes medios está determinada por quien mejor paga. La moral y la ética parecen no existir, y es que solo eso explica que esta semana hayamos presenciado uno de los espectáculos más ruines que cabría esperar: periodistas lamentando la muerte de un fanático yihadista como Sarout, aupados por miserables que homenajean con total impunidad su memoria en Sol; en pleno corazón de Madrid, la misma ciudad en la que el 11 de septiembre de 2004 sus aliados asesinaron a 193 inocentes.
Sarout era un futbolista sirio que no tardó en convertirse en el icono de "la rebelión contra Bashar al-Assad". Sus cánticos, famosos desde las primeras revueltas de Homs en 2011, hicieron que pronto se lo conociese como "el cantante de la revolución".
Más allá del relato idealista, quasi-caballeresco que nos presentan periodistas [activistas] de dudosa honestidad, Baset Sarout no era un poeta romántico que cantaba versos de libertad. Sarout cantaba a la muerte, en nombre del odio. Así pues, en 2012 cuando los rebeldes se estaban haciendo fuertes en Homs, Sarout incitaba a las masas a acompañar el cántico "nosotros somos yihadistas, Homs ha tomado su decisión, vamos a exterminar a los alawitas y los chiíes se tienen que ir".
🇸🇾 El que fue considerado "el símbolo de la revolución siria", Abdel Bassel al-Sarout, ha sido abatido en el norte de Hama cuando combatía con el grupo yihadista Jaysh al-Izza.

Sarout había aparecido previamente apoyando a ISIS, al-Qaeda y llamando al exterminio de los alawitas.


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https://twitter.com/14Milimetros/status/1137295772117024768

Podría parecer que el cántico anterior fue una excepción; un error sin pensar fruto del fervor y la enajenación de estar participando en un movimiento que amenazaba las raíces del mismísimo estado sirio. Por si quedaban dudas, más tarde apareció cantando con miembros de al-Qaeda en Siria versos llenos de loas a los atentados del 11S contra las Torres Gemelas tras los que 3.000 personas nunca pudieron volver a casa.
https://twitter.com/i/status/1137502137175433217

Abdel Baset Sarout fue un fundamentalista convencido. En una entrevista de 2014, cuando su milicia había sido prácticamente derrotada en Homs, pedía la unidad de Jabhat al-Nusra (al-Qaeda en Siria, ahora HTS) y el Estado Islámico para "combatir a los cristianos". Entre palabras de adoración a los líderes de ambas organizaciones, Abu al-Jolani y Abu Bakr al-Baghdadi, afirmaba que "al contrario que los cristianos y chiíes, [ni rebeldes ni yihadistas] temen ni los cinturones bomba ni los coches suicida". Según Baset Sarout, al-Qaeda e ISIS "solo son musulmanes con el objetivo de empoderar la ley de Allah en la tierra (sharía)".
Y estos discursos no son sorprendentes viniendo de alguien que en 2014 quiso unirse al Estado Islámico. Alguien que quiso unirse al Estado Islámico pero que en 2018 terminó siendo comandante de Jaysh al-Izza; un grupo yihadista radical, responsable de cometer crímenes de guerra y que es aliado de al-Qaeda. El 8 de junio Baset Sarout murió por heridas de mortero, por estar en el mismo frente que los integristas de al-Qaeda.
A cualquiera que haya seguido la guerra de Siria con algo de seriedad no le pueden sorprender ni el historial de fanatismo ni los discursos de Baset Sarout. Lo que no tiene explicación –y mucho menos justificación– es que las autoridades españolas, supuestamente comprometidas en la lucha anti-terrorista, hayan permitido que se hagan homenajes a un criminal de su talla. Es de todo menos serio que, en un país en el que la apología del terrorismo está penada, se permita a periodistas blanquear, justificar y elevar al estatus de ídolo a un ex-miembro de ISIS y colaboracionista de al-Qaeda.
El mismo día en que se unos pocos individuos se reunían en Madrid para homenajear "el martirio" de Sarout, la milicia de la que era comandante, Jaysh Izza, hacía lo mismo degollando en Idlib a dos prisioneros del ejército sirio y difundiendo el video a través de los medios de al-Qaeda.
De todo lo malo siempre se puede extraer algo bueno, y es que es de agradecer la honestidad de quienes se quitan la careta de periodistas para demostrar que son poco más que unos activistas apologistas de terroristas. ¿Qué gana alguien apoyando a un miembro de al-Qaeda desde España? Un país en el que hemos sufrido y pagado con sangre la intolerancia de estos fanáticos. ¿Por qué hacerlo? Si es por convicción, deberían estar entre rejas. Si es por ignorancia, debería impedirse que puedan seguir escribiendo. Si es por dinero… como personas dejan mucho que desear.
Pero los hipócritas, los apologistas del terrorismo, a veces tienen momentos de lucidez o, siendo realistas, honestidad involuntaria. Qué poético ver cómo llaman "icono de la rebelión contra Bashar al-Assad" a un fanático yihadista, simpatizante de al-Qaeda y de ISIS.
El caso de Abdel Baset Sarout no es un caso aislado. Baset Sarout es un tonto útil más blanqueado por unos medios hundidos en la podredumbre. Baset Sarout es un producto mediático; alguien carismático a quien utilizar para justificar la guerra. Jaysh Izza, el grupo en el que Sarout era comandante, a pesar de ser aliado de al-Qaeda, durante años ha estado recibiendo armamento a través del programa de la CIA para apoyar a los rebeldes sirios. Es mucho más fácil justificar estas cosas si focalizamos la atención en un personaje ya reconocido dentro de Siria que canta canciones y se envuelve en un aura de revolucionario que no es tal.




Publicado originalmente en: RT en Español