domingo, 30 de julio de 2017

Timber Sycamore: la CIA desató la guerra contra Siria.

[traducción íntegra del artículo del New York Times que reveló los planes de la CIA contra el pueblo de Siria]


Cuando en 2013 el presidente Obama autorizó a la CIA secretamente para armar a los aguerridos rebeldes, la agencia de espionaje supo que tendría un socio seguro que ayudaría a pagar la operación encubierta. Era el mismo socio en el que la CIA había encontrado apoyo durante décadas en cuestiones monetarias y de discreción en sus conflictos lejanos: el Reino de Arabia saudí.

Desde entonces, la CIA y sus amigos saudíes han mantenido un acuerdo poco habitual para la misión de entrenar a los rebeldes, operación que los norteamericanos han bautizado con el nombre en clave de Timber Sycamore [Madera de Platanero]. En ese acuerdo, según indicaron funcionarios de la actual y de la anterior administración, los saudíes contribuyen con armas y con amplias sumas de dinero, asumiendo la CIA la labor de entrenar a los rebeldes en el uso de los rifles de asalto AK-47 y misiles antitanque.

El apoyo a los rebeldes sirios es solamente el último capítulo de la larga relación entre los servicios de espionaje de Arabia saudí y Estados Unidos, alianza fortalecida durante el escándalo Irán-contra, el apoyo a los muyaidines contra los rusos en Afganistán, y las luchas en África por medio de fuerzas interpuestas. A veces, como en Siria, los dos países han trabajado de forma conjunta. En otras, Arabia saudí se ha limitado a extender cheques para financiar las actividades encubiertas norteamericanas.

El programa conjunto de armamento y adiestramiento, al que otros Estados de Oriente Medio contribuyen con dinero, sigue adelante, en tanto que las relaciones con Arabia saudí (y el papel del reino en la zona) son fluidas. Los antiguos lazos de petróleo barato y de tipo geopolítico que han unido a los dos países se han debilitado, a medida que la dependencia de Estados Unidos del petróleo extranjero declina, y el gobierno de Obama se desliza hacia un acuerdo diplomático con Irán.

Pero la alianza persiste, aupada en un mar de dinero saudí y en la existencia de intereses recíprocos. Además de las vastas reservas petrolíferas de Arabia saudí y su papel como referencia espiritual del mundo suní, la larga relación entre los servicios de inteligencia ayuda a explicar por qué Estados Unidos se han mostrado reacios a criticar abiertamente las violaciones de derechos humanos, su trato a las mujeres y su apoyo a la vertiente extremista del Islam, la wahabita, inspiradora de muchos de los auténticos grupos terroristas con los que lucha Estados Unidos. La administración Obama no condenó de forma pública la decapitación este mes de un clérigo chiíta disidente, Sheikh Nimr al-Nimr, que había desafiado a la familia real.

Pese a que los saudíes han hecho pública su ayuda armando a los grupos rebeldes en Siria, el alcance de su asociación con la campaña encubierta de la CIA y su apoyo financiero no se ha hecho público. Los detalles fueron extrayéndose de las entrevistas a una media docena de actuales y antiguos funcionarios estadounidenses, y de fuentes de bastantes países del Golfo Pérsico. La mayoría habló de forma anónima, porque no estaban autorizados a discutir sobre el programa.

Desde el momento en que comenzó la operación de la CIA, contó con el dinero saudí. “Comprenden que tienen que tenernos, y nosotros sabemos que les tenemos que tener”, dijo Mike Rogers, antiguo congresista republicano de Michigan que fue secretario del House Intelligence Committee cuando comenzó la operación de la CIA. Rogers declinó discutir detalles del programa secreto.

Los funcionarios norteamericanos no han desvelado la suma de la contribución saudí, que es con diferencia mayor que la de cualquier otro país al programa de armamento de rebeldes contra el ejército del presidente Bashar al-Assad. Pero estiman que el coste total de armamento y entrenamiento asciende a bastantes miles de millones de dólares. La Casa Blanca ha recibido bien la cobertura financiera por parte de Arabia saudí (y de Qatar, Jordania y Turquía) en un momento en que Obama ha presionado a las naciones del golfo a protagonizar un papel mayor en la seguridad de la región. Tanto los portavoces de la CIA como de la embajada saudí declinaron hacer comentarios.

Cuando Obama aprobó el armamento de los rebeldes en la primavera de 2013, se debió en parte al intento de ganar control de la aparente situación de impunidad en la región. Los qataríes y los saudíes habían estado inyectando armas en Siria durante más de un año. Los qataríes incluso estaban introduciendo de contrabando cargamentos de lanzacohetes personales chinos FN-6 desde la frontera con Turquía. Los esfuerzos de los saudíes estaban dirigidos por el extravagante príncipe Bandar bin Sultan, en aquella época jefe de la inteligencia, quien compró miles de AK-47 y millones de municiones en Europa del este para los rebeldes sirios. LA CIA ayudó a organizar algunas de las compras de armas de los saudíes, incluyendo un gran contrato con Croacia en 2012.

Hacia el verano de 2012 existía una sensación de “barra libre” a lo largo de la frontera entre Turquía y Siria, mientras seguían las inyecciones de armas y dinero hacia los grupos rebeldes, incluso hacia algunos de los que los funcionarios norteamericanos sospechaban tener lazos con grupos radicales como Al Qaeda. Durante este período la CIA mantuvo un papel secundario, estando autorizada por la Casa Blanca bajo el programa de entrenamiento Timber Sycamore [Madera de Platanero] para entregar ayuda a los rebeldes excepto armas. A finales de 2012, según dos antiguos funcionarios estadounidenses, David H. Petraeus, a la sazón director de la CIA, aplicó un duro rapapolvos a los oficiales de inteligencia de bastantes países del Golfo, en un encuentro cerca del Mar Rojo en Jordania. Les reprendió por enviar armas a Siria sin previa coordinación con los funcionarios de la CIA en Jordania y Turquía.

Meses más tarde, Obama dio su aprobación a la CIA para dar inicio al armamento y entrenamiento de los rebeldes en una base en Jordania, modificando el programa Timber Sycamore [Madera de Platanero] para introducir ayuda letal. Bajo el nuevo acuerdo, la CIA se puso al frente del entrenamiento, mientras la inteligencia saudí, el Directorio General de Inteligencia, proporcionaba dinero y armas, incluyendo misiles antitanques TOW. Los qataríes también ayudaron financieramente, permitiendo el uso de una base en Qatar como centro complementario de entrenamiento. Pero, según los funcionarios norteamericanos, Arabia saudí era, con diferencia, el mayor contribuyente a la operación.

Mientras el gobierno de Obama consideraba esta coalición un asunto que se vendería excelentemente en el Congreso, algunos, incluyendo al senador Rin Wyden, un demócrata de Oregón, planteó objeciones al respecto, porque la CIA necesitaba el dinero saudí, según la versión de un antiguo funcionario.

Wyden declinó ser entrevistado, pero su oficina emitió una declaración exigiendo más transparencia. “Antiguos funcionarios han declarado públicamente que Estados Unidos está intentando estructurar las capacidades bélicas de la oposición contra Assad, pero no han proporcionado al público los detalles sobre cómo se está realizando esto, qué agencias oficiales están implicadas, o con qué socios extranjeros están trabajando estas agencias”, afirma el comunicado.

Cuando las relaciones entre los países involucrados pasan malos momentos, a menudo le toca a Estados Unidos negociar soluciones. Como anfitrión, Jordania espera pagos regulares de los saudíes y de los norteamericanos.

Cuando los saudíes pagan tarde, según un antiguo funcionario de inteligencia, los jordanos se quejan a los miembros de la CIA. Mientras que en anteriores misiones de la CIA, los saudíes han proporcionado financiación sin condiciones, no ocurre así con el dinero para Siria, según cuentan funcionarios antiguos y actuales. “Quieren un sitio en la mesa, y tener voz y voto respecto a cuales van a ser los planes de la mesa”, declaró Bruce Riedel, antiguo analista de la CIA y ahora socio de la Brookings Institution.

El programa de entrenamiento de la CIA está separado del programa de armamento de los rebeldes sirios, del que el Pentágono afirma su final. Ese programa se diseñó para entrenar a los rebeldes a combatir a los miembros del Califato Islámico en Siria, al contrario que el programa de la CIA, que se centra en los grupos rebeldes que combaten al ejército de Siria.

En tanto que la alianza en cuestiones de inteligencia es central en la lucha en Siria y ha sido importante en la guerra contra Al-Qaeda, una constante irritante en las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita es el nivel de apoyo de los ciudadanos saudíes a grupos terroristas, indican los analistas. “Cuanto más se incide en el argumento ‘les necesitamos como socio antiterrorista’ menos persuasivos se hacen”, comentó Williams McCants, antiguo consejero antiterrorista del Departamento de Estado y autor de un libro sobre el Califato Islámico. “Si esto es una conversación sobre cooperación antiterrorista, y los saudíes son parte principal del problema en la creación del terrorismo, ¿cómo puede resultar convincente un argumento como ese?” Es increíble la cantidad de gente que piensa que el moderno Islam no es el Islam, sino la estricta interpretación que Arabia saudí hace del Islam. Así que...

Pero... ¿por qué no? Así se hizo en Afganistán, en donde Estados Unidos financió, apoyó y entrenó a grupos terroristas como los muyaidines y los talibanes, junto a los saudíes... A corto plazo, la alianza sigue siendo sólida, reforzada por el lazo entre dos jefes del espionaje. El príncipe Mohamed bin Nayef, ministro de Interior saudí que recibió el encargo de armar a los rebeldes sirios del príncipe Bandar, conoció al director de la CIA John O. Brennan en la época en que éste era el jefe de la estación de la CIA en Riad, en los años 90. Antiguos colegas consideran que siguen estando cercanos, y el príncipe Mohamed ha ganado amigos en Washington con su agresividad en el desmantelamiento de grupos terroristas como Al-Qaeda en la Península Arábiga.

La función que Brennan desempeñó en Riad es, más que la del embajador, el auténtico núcleo del poder norteamericano en el reino. Antiguos diplomáticos recuerdan que las discusiones más importantes siempre se canalizaron a través del jefe de estación de la CIA. Los funcionarios de inteligencia dicen que este canal de comunicación tiene una ventaja. Los saudíes son mucho más receptivos a la crítica de los norteamericanos cuando ésta se hace en privado, y este canal secreto ha hecho más para manejar el comportamiento de los saudíes en pro de los intereses norteamericanos que cualquier crítica pública.

Las raíces de la relación son antiguas. A finales de los años 70, los saudíes organizaron lo que se conocía como el“Safari Club”, coalición de naciones que incluía a Marruecos, Egipto y Francia, que realizaban operaciones encubiertas en África en un tiempo en que el Congreso había recortado las alas de la CIA tras años de abusos. “De esta manera, con esos países, el reino ayudó de alguna manera a mantener el mundo seguro en una época en que Estados Unidos no podía hacerlo”, recordaba el príncipe Turki al-Faisal, antiguo dirigente de la inteligencia saudí en una charla en la Universidad de Georgetown en 2002.

En los ochenta los saudíes ayudaron a financiar las operaciones de la CIA en Angola, en donde Estados Unidos respaldaban a los rebeldes contra el gobierno, apoyado por Rusia [Unión Soviética]. Aunque los saudíes eran fervorosamente anticomunistas, el principal incentivo de Riad parecía ser consolidar sus lazos con la CIA.

“Estaban comprando buena voluntad”, recuerda un antiguo funcionario de inteligencia que participó en la operación. Tal vez en lo que fue el episodio con más repercusiones, los saudíes ayudaron a armar a los rebeldes muyaidines para expulsar a Rusia de Afganistán. Estados Unidos comprometió centenares de millones de dólares cada año para la misión, y los saudíes lo igualaron, dólar a dólar. El dinero fluía a través de una cuenta en Suiza propiedad de la CIA. En el libro “Charlie Wilson’s War”, el periodista George Crile III relata que la CIA organizó una cuenta que no rindiera intereses, para mantener la prohibición islámica de la usura.

En 1984, cuando el gobierno de Reagan buscaba ayuda para su plan secreto de vender armas a Irán para financiar a los rebeldes de la contra en Nicaragua, Robert C. McFarlane, consejero nacional de seguridad, se entrevistó con el príncipe Bandar, en aquel tiempo embajador saudí en Washington. La Casa Blanca dejó claro que los saudíes “ganarían una cantidad considerable de consideración” mediante la cooperación, recordó más tarde McFarlane.

El príncipe Bandar prometió un millón de dólares mensuales para financiar a la contra, como reconocimiento del anterior apoyo de la Casa Blanca a los saudíes. Las contribuciones continuaron después de que el Congreso cortara esa financiación. Al final, los saudíes donaron 32 millones de dólares, pagados a través de una cuenta en las Islas Caimán.

Al surgir el escándalo Iran-contra y plantearse cuestiones en torno al papel de los saudíes, el reino mantuvo sus secretos. El príncipe Bandar rechazó cooperar con la investigación dirigida por Lawrence E.R. Walsh, el consejero independiente. En una misiva, el príncipe rechazó testificar, explicando que “los secretos y los compromisos de mi país, así como nuestra amistad, no son coyunturales, sino algo a largo plazo”.


Publicado originalmente en: Movimiento Político de Resistencia

lunes, 24 de julio de 2017

Después de Alepo liberada (I).


No es por capricho volver a Alepo para darle medida al momento actual en Siria. La liberación de la ciudad, a finales del año pasado ha sido el punto de partida del viraje que ha tomado la guerra transnacional contra Siria, y su impacto geopolítico. Pero también por cómo se puede narrar el movimiento interno de esa sociedad frente a la agresión.


a RS, por el movimiento interno que intenta describir esta nota
al equipo, por razones parecidas pero distintas
y a Mohammed Raffi, alias El Padrino, caído el 26 de noviembre: el palestino más rudo de todo Alepo, según Leith Abú Fadel

Alepo, a casi ocho meses exactos en que se declarara el fin de las operaciones militares cuando fue liberada el 16 de diciembre de 2016, dejó de ser noticia o presunto motivo de preocupación "humanitaria" para el cartel infromativo occidental.
Con el dramático desplome de las defensas yijadistas en los distritos que controlaban al este de la ciudad, a finales de noviembre, también se vinieron abajo las aspiraciones geopolíticas que invadieron la ciudad en primer lugar (en 2012). No habrá "capital" yijadista que por esa vía pretenda reformar el mapa nacional sirio. 
Motivos sobran para que esto sea así, comenzando porque la liberación de Alepo ha sido el punto de inflexión en la guerra transnacional contra Siria, que este año ya cumplió seis años.
La ciudad más antigua del mundo, que fue invadida, vandalizada, plagada de carros bombas y francotiradores, dividida por años, herida en todo el centro de su memoria, comenzó a revertir el rumbo de una guerra de agresión con medio mundo en contra, dejando en evidencia, además, las grietas narrativas que por tanto tiempo se le quiso imprimir. Los hechos derrumban a los mitos y a sus autores.
No hubo operación de propaganda que se apuntalara desde los dispositivos "activistas" que luego no se proyectara al unísono en los grandes conglomerados de la mediocracia que no encontrara un límite en los mismos hechos, sobre el mismo terreno al que le querían secuestrar todo sentido, toda realidad que ahí se manifestara.
Civiles en la zona asediada salían a protestar contra la ocupación rebelde. Comenzaron a izar banderas de la República Árabe Siria. Se iban acumulando los testimonios directos de la gente de las distritos recién liberados: eran rehenes. Fueron escudos humanos. Vivían bajo una dictadura local que controlaba férreamente medicinas y alimentos.
  • La ONU, "humanitariamente" preocupada, hablaba de 250 mil (o más) civiles atrapados en el este. Pero para el 30 de noviembre, 18 mil habían cruzado hacia el oeste controlado por el gobierno solamente esa semana.
  • Un informe de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), fechado entre el 28 de diciembre de 2016 y el 4 de enero de 2017, reportaba que 120 mil 987 civiles habían cruzado de las zonas liberadas hacia el oeste. 75% de ellas se trasladaron a zonas controladas por el gobierno.
  • Denunciaron constantemente la destrucción de escuelas y hospitales producto de "bombardeos" del gobierno sirio o la fuerza aérea rusa, pero tanto hospitalescomo escuelas eran empleados como centros de comando y operaciones del terrorismo.
  • Denunciaron que la población en el este recibía constantes bombardeos con "barriles bombas" y armas químicas, pero conforme se liberaban los distritos orientales iban apareciendo los talleres donde se fabricaban bombas artesanales de ese tipo (bombonas de gas cargadas con altas cargas de explosivo y esquirlas metálicas de todo tipo) disparados aleatoriamente contra los distritos occidentales de la ciudad, e igual que químicas (con componentes traídos de Arabia Saudita). Incluyendo material preventivo contra agentes nerviosos, suministradas también por el reino de los Saud. El método de los "cañones infernales" (hell cannons), las bombonas artilladas, fue cortesía de la Brigada 16, patrocinada por el senador John McCain.
  • Denunciaron la precariedad y la "crisis humanitaria" que asolaba a Alepo, pero quienes acaparaban alimentos y medicamentos eran las mismas formaciones terroristas, toda vez que la ONU había suspendido su "ayuda", cuando el gobierno ya controlaba el 40% de la zona este. Las entregas de ayuda eran acaparadas en ambulancias, etc.
  • Las entidades yijadistas (orbitantes a Al-Qaeda, Turquía o Qatar) al retirarse dejaron bombas-trampas dentro de escuelas, y dentro de las escuelas, en los juguetes que ahí quedaban.
  • Los días en los que Francia, Inglaterra y Estados Unidos ejercían mayor presión en el Consejo de Seguridad de la ONU por acelerar las evacuaciones de las formaciones armadas, el 16 de diciembre, el representante de la República Árabe Siria, Bashar Jaafari, ante la ONU denunciaba que parte de la desesperación se debía a que los servicios de inteligencia sirios y rusos habían detectado la presencia de operadores extranjeros, militares y de inteligencia, de Estados Unidos, Israel, Turquía, Arabia Saudita, Qatar y Marruecos.
  • Era de "gran preocupación" para Occidente el peligro de una expedición punitiva o retaliatoria contra los "rebeldes moderados". El acuerdo en torno a las evacuaciones versaba que salían de Alepo los yijadistas mientras que eran evacuados de Fua y Kefarya, en la provincia de Idlib, parte de la población asediada. El proceso tuvo que interrumpirse puesto que varios de los autobuses que debían trasladar a la población fueron atacados y quemados. Al retirarse los milicianos de Al-Qaeda, el Ejército Sirio Libre, etc., de los reductos que quedaban al este de la ciudad, dejaron atrás los cadáveres de 100 soldados sirios prisioneros, ejecutados antes de la partida.
Luego de cuatro años de división, de un acoso constante contra civiles con lanzamientos indiscriminados de barriles, morteros y misiles contra los distritos occidentales siete veces más poblados; luego de una secuencia ininterrumpida de operaciones informativas inéditas y de gran calado.
Luego de un simulacro de cese al fuego solicitado por Estados Unidos que permitió la reorganización y dotación de los grupos armados ocupantes y de meses de lenta recuperación del territorio por parte del ejército sirio y sus aliados (Rusia, Hezbolá, distintas milicias), el 27 de noviembre, con la caída de las defensas en Hanano (el más grande y poblado de los distritos).
El desplome de la línea defensiva de los distintos paraguas organizativos que reunían a los "rebeldes moderados" que comprendían operadores de la OTAN, y terroristas, mercenarios y/o wahabitas, provenientes de más de 80 países (incluyendo europeos), territorio que no había sido pisado por el gobierno sirio se liberó en 10 días. Sólo de Al-Qaeda hacían presencia 10 mil militantes en Siria. 10 mil.
La maquinaria occidental, sus medios, narraban la especie de que no había solución en Alepo, el complejo industrial de ONGs, la ONU y los milicianos mediáticos alertaban sobre una hipertrofiada crisis humanitaria que borroneaba al igual de aquejado oeste, ocultaba el férreo control sobre la ayuda humanitaria que ingresaba al este, inflaba los números de civiles, de hospitales, de escuelas, magnificaba y deformaba el papel de las incursiones de la fuerza aérea siria y rusa, lanzando campañas publicitarias en las grandes capitales europeas exigiendo una zona de exclusión aérea, mientras alertaba el "castigo colectivo" que vendría inmediatamente después de expulsar a los terroristas.
La verdad, imposible de ocultar, fue lo contrario: la celebración en la calle era indiscutible y la Navidad se celebró, teniendo, tal vez, como símbolo, a la catedral de San Elías, semiderruida, donde se celebró la primera misa cristiana, ahí donde una vulgar caricatura de la sharia, la ley islámica, malvestía una dictadura aplastante.
Los hechos derrumban a los mitos artificiosos, hechos a base de gluten psíquico y estupidez de audiencia globalizada, y no sólo devuelven a sus autores su infobasura, sino que en una contrapartida casi redonda, demostraron que lo que callaban era el demoledor dato de que eran precisamente sus protegidos los que hacían lo que denunciaban contra el gobierno y el ejército sirio, y quienes lo apoyaban. Marcando una impronta que al día de hoy, por izquierda y por derecha, pretenden sostener de la nada. Porque son la nada.

Los otros paisajes después de la batalla

La escala del destrozo, de la expoliación sistemática de la capital industrial y comercial de la República Árabe Siria, además del intento culturicida de borrar el patrimonio de una de las ciudades más antiguas del mundo (que pudiera disputarse con Damasco), de por sí narran el proceso destructivo que son, efectivamente, la extensión voluntariamente devastadora de las nuevas guerras. Si así se le pueden llamar.
La combinación de intereses geopolíticos específicos, la urgencia de desmantelar la solidez de una nación, tuviera los problemas internos que pudiera tener antes de la guerra, la traslación semántica hacia el relato de la guerra civil y la estridencia de la cultura nihilista que se emplea en los ejércitos privados empleados para la tarea, tuvieron en Alepo toda la evidencia que pudiera hacer falta. Esa capacidad de empujar los límites de la destrucción en aras de "objetivos superiores" y apremios financieros, puesto que ese dinero ya fue invertido, y tenía que cobrarse.
Una crónica del periodista británico Patrick Hennignsen, fechada el 24 de abril de este año, da cuenta de la dimensión de la destrucción. Por el vecindario de Shaar, no había cuadra que no tuviera barricadas levantadas con vehículos calcinados y escombros. Y no había residente que no sostuviera que la devastación fue a raíz de una batalla que fue calle a calle, palmo a palmo, y no por los ataques aéreos sirios y rusos de mayor precisión.
Uno de los polos industriales más dinámicos y prósperos del suroeste de Asia, que iba desde la farmacéutica hasta la textilería, fue sostenidamente saqueada. Se tienen por más de mil 500 las fábricas que fueron destrozadas, convertidas en centros de operaciones o de tortura, saqueadas. Piezas, componentes y maquinaria robada y trasladada a Turquía. Desindustrialización forzada. 800 mil millones de dólares se calculan los destrozos (cifra del 24 de diciembre).
La masacre estrictamente industrial y manufacturera fue en paralelo con el culturicidio. Parte del registro histórico de Alepo ha desaparecido. La ciudad antigua fue incendiada, sitios patrimoniales de la Unesco, como el hotel Ritz Carlton, fueron reducidos a nada, luego de ser volada desde sus cimientos. La mezquita de los Omeyas severamente golpeada. 
Múltiples bazares (zokos) dejaron de existir. Igual destino padecieron el mercado del oro y el mercado de los jabones. La Ciudadela, el castillo-emblema de la ciudad, no corrió con el mismo destino por haber expulsado años antes a las entidades yijadistas. Fueron objetivos militares, y es imposible concebirlo como algo accidental. Fue planificado.
La red de servicios, agua, electricidad y gas, fue descalabrada.
Al momento de escribir este trabajo, las Fuerzas Tigre, la milicia élite comandada por el General Suheil al Hassan, en una sorprendente campaña de menos de tres meses, lograron sacar definitivamente al Estado Islámico del oriente de la provincia de Alepo. Pero no así las zonas rurales al occidente de la ciudad, desde donde todavía cada cierto tiempo cargas de mortero o misiles Grad caen, indiscriminadamente, sobre los distritos al occidente de la ciudad.

La reacción inmediata

Pero no menos espectacular ha sido el voluntarioso relato de la recuperación. Otro acto que de suyo recuerda que Alepo, en 2012, no fue "liberada" por la "revolución" encargada de traer los democráticos valores liberales que hacen la maravilla de la tiranía del bien de Europa y Estados Unidos.
Un mes después de rendir, eliminar o expulsar a los grupos invasores, el 27 de diciembre, habitantes de sectores como Hanano comenzaron a regresar. El 28 comenzaron las tareas de desminados, encabezados por los zapadores rusos. Para el 22 de enero habían sido desactivadas 25 mil minas. 25 mil.
El 6 de enero se pudo celebrar la Navidad de los armenios ortodoxos. Para el 11 de enero la gente emprendió con la limpieza de la ciudad antigua. Un registro del 16, da noticia del esfuerzo extendido de limpieza y reconstrucción a lo largo de la ciudad. El mercado callejero, luego de dos años, se reactivó en la misma fecha.
El 22 de enero aterriza el primer vuelo en el aeropuerto internacional. El 25 es el turno del tren de la línea Alepo-Baghdad. Incluso AFP, el 26, tuvo que publicar una nota describiendo el retorno a la vida del este de la ciudad. El 28, después de cuatro años, se juega el primer partido de fútbol de la liga siria. La policía militar rusa refuerza la seguridad. El 1 de febrero se reactiva la planta de gas de Ramuseh.
El 14 de marzo regresaba el agua del Éufrates a la estación de bombeo de Suleiman Al Jalabi. El 1 de abril reabre al público, luego de casi un lustro, la Ciudadela. El 10 de abril avanza la restauración de la ciudad vieja, el 11 reparaciones de la carretera. El 18 de mayo la reparación sostenida de los servicios básicos. El 21 de junio se retoma la tradición del Carnaval en la misma Ciudadela, acto que marca el final de los exámenes de secundaria.
Y este pequeño mosaico apenas describe, en cada una de sus partículas y fechas, la voluntad de reconstrucción que va más allá de cualquier contrato (que también se han firmado) o gesto oficial: marca un movimiento profundo, un acto de voluntad y de contraofensiva revirtiendo los destrozos de la guerra. Algo que, también, expresa otro reflejo dramático.
Un movimiento que habla del cuerpo sociopolítico de una nación que quisieron reducirla y humillarla a la nada. A la cómoda nada de la distancia de las capitales europeas y gringas.

El otro movimiento: reconciliación, Astaná y la repolitización de la guerra

Antes de que la "primavera" fatal iniciara en 2011, Siria padecía, como cualquier nación dentro de cierto grado de normalidad, luego de padecer una sequía de años (2009-2011), producto no sólo de los asuntos climáticos sino de los grandes proyectos de irrigación y represas al norte en la vecina Turquía que produjo la migración de población rural a las ciudades, más algunas reformas económicas de corte neoliberal (que no lograron ser lo suficientemente satisfactorias para Estados Unidos y la Unión Europea) que también tuvieron su impacto.
Y, también, de un sistema de gobierno que poco había cambiado en mucho tiempo, lo que otorgaba también un motivo "perfecto", el caldo de cultivo ofrecía condiciones para ser alterado. Desde 2006, amén de que en nada se modificaba la realineación geopolítica siria con Irán (y Hezbolá), desde Estados Unidos comenzó a financiarse una "oposición desde el exilio". Para ello, se planteó una suerte de rehabilitación funcional de los Hermanos Musulmanes sirios (que ya se alzaron, de forma sangrienta, en 1982, en Hama).
El plan fue cobrando forma conforme avanzaba el tiempo. Estados Unidos, en el proceso, detalla Moon of Alabama, se encargó de moldear la opinión del corretaje mediático y entrenar a operadores de periodismo ciudadano, a la par, Arabia Saudita se encargaba de la parte sucia, financiar la pata armada de la operación para llevarlo a su dimensión insurreccional. Calzó a la perfección dentro de esa operación geopolítica de gran calado llamada "primavera árabe". Se empotró sobre ella.
Desde cierta distancia, sería fácil afirmar que se trataban de problemas que podían resolverse por vías estrictamente políticas. Pero afirmar tal noción sería ingenuo, dada la dimensión de los planes, muchas veces revisada de acuerdo al proyecto del think-tank PNAC, entre otros. Si acaso, cualquier necesidad de reforma obedecía a una coartada objetiva. La necesidad de destruir al Estado sirio era contundente.
Pero fuera de esto, tampoco es innegable ese dato como posibilidad. Mas así no fue la historia. Los orígenes siempre fueron violentos y retardatarios, siempre contaron con apoyo y cobertura extranjera, mientras se pergeñaba un "programa" de corte sectario, en un país de mayoría sunita pero que a su vez es un tejido prodigioso de confesiones religiosas y etnicidades.
Había que quebrar, con el activo del sectarismo, la unidad nacional a todo nivel. Es aterrador el modo en que fue escalando (y cómo, salvando el contexto interno, se parece en su primer momento a lo que ocurre en mi país hoy en día). El liberalismo de Occidente compró la idea de una "revolución". La falta de programa no era un problema de consumo. 
El shock de la operación, en un primer momento, logró dividendos, a pesar de que el presidente realizara reformas que siempre fueron reivindicaciones de la oposición sensata: cambios en la Constitución, derogación del decreto de emergencia y los tribunales militares, elecciones multipartidistas.
Las primeras protestas en Dara y una emboscada contra un convoy militar al norte, matando a nueve soldados e hiriendo a una veintena, en Banyas, ambas ciudades fronterizas, destacaba el carácter activo de las fronteras (el primero al sur, con Jordania, el segundo con Turquía, al norte) y lo que luego se revelaría como demasiadas manos extranjeras.
Luego de seis años de guerra, más de medio millón de muertos, una devastación infraestructural enorme, una demonización mediática sostenida, los objetivos fundamentales no se han alcanzado. Y, como se dijo con anterioridad, Alepo, como Stalingrado, insistimos, fue el punto de inflexión: la guerra ha sido volteada
En el ínterin, el cuerpo político y social cambió profundamente. Y esto es algo que no te dirá medio alguno. Aparte del trauma, de las heridas profundas que quedarán y tardarán en curarse, cuando se despeja la basura informativa, podemos darnos cuenta de que la población, fuera de si apoya al presidente Al Assad o no, el consenso sobre su liderazgo, y más allá, sobre la defensa de la nación. La cuestión nacional no es una abstracción.
Aún más: el principal motivo, de acuerdo a un documento interno realizado por la Comisión Social y Económica de la ONU, realza el papel de las sanciones como el principal motivo para que los desplazados de la guerra abandonen el país, más que la guerra misma (que en ese caso, la gran mayoría opta por las zonas controladas por el gobierno).
La BBC, basado en un reporte de la Comisión de Refugiados de la ONU, no le queda otra que destacar que medio millón de desplazados o gente que abandonó Siria por otro país ha regresado en este 2017.
Este reflejo también llega a su ejército (y las milicias y cuerpos paramilitares sirios orbitantes): ha alcanzado un grado superior de organización, una armonización entre sus fuerzas que pasó del desgajamiento de la primera hora y del sostenimiento de la línea de defensa a una suma de componentes altamente profesionalizados, con experiencia de guerra. 
"Forzó al gobierno en Damasco a crear la Fuerza de Defensa Nacional más 16 Brigadas de Fuerzas Especiales que atraviesan por año y medio de entrenamiento, capaces de usar todo tipo de armamento: equipados, también, con una ideología robusta y el entusiasmo de cara a ideológicos muy similares a Hezbolá. Esta fuerza será usada, sin duda, para reclamar los Altos de Golán ocupados por Israel", señala Elijah Magnier en un trabajo a propósito de la victoria de Alepo.
Pero algo obligatoriamente se mueve a mayor profundidad dentro de ese cuerpo nacional. La Musallaha, la política de reconciliación, es uno de los elementos claves. Cuenta, incluso, con un ministerio, llevado adelante por el Dr. Alí Haidar, del Partido Socialista Nacional Sirio, de la oposición patriótica. O de figuras de peso como la Madre Agnes Mariam, de la Iglesia Católica Oriental.
Esto se ha traducido en una política de desarme, reconciliación, reconocimiento de liderazgos locales frente al gobierno central. Generalmente lo llevan adelante, del lado del gobierno, dirigentes políticos y militares de la misma zona. Y en sus resultados suelen acordarse la pacificación de la zona y/o la evacuación de los grupos armados a otras zonas, como Idlib. 
Recientemente, el ejemplo más claro ha sido la pacificación de Al Waer, en la provincia de Homs. Luego de la pacificación/evacuación, parte de la población evacuada hacia la ciudad de Jarabulus, al norte de Alepo, controlado por Turquía, familiares y algunos ex combatientes decidieron regresar antes de incorporarse a las filias de los grupos pro-turcos.
El fenómeno de esta política (que viene haciéndose desde 2013) va un paso más allá. Tal como lo apunta en un excelente trabajo de principios de año la periodista libanesa Nour Samaha, esta serie de acuerdos, pactos y negociaciones han obligado a que el Estado sirio, antes verticalmente centralista, en la búsqueda de interlocución, a descentralizarse y apoyarse en lo local para alcanzar el cometido.
Para Samaha, es un elemento negativo el grado de improvisación con lo que esto se desarrolla, sin embargo, desde acá a la distancia, la necesidad de buscar patrones inherentes a cada situación más que a una política sistémica (todavía), realza esa misma voluntad política que en ese mismo quehacer sienta las bases para el pacto de la nación. Y los operadores extranjeros no forman parte de dicha ecuación política.
El último boletín del Centro para la Reconciliación del ministerio de la defensa ruso (entidad que monitorea el trabajo de la política de reconciliación), del 6 de mayo, registraba mil 479 acuerdos. Producto de lo ocurrido en Al Waer, y las nuevas zonas de des-escalamiento pactado recientemente entre Trump y Putin, esta cifra debe haber aumentado.
"No cabe duda de que la victoria de Alepo ha demostrado que el campo de batalla es el factor clave para hacer cambiar las posiciones políticas", decía la doctora Butheina Shaaban, la asesora mediática y política del presidente Al Assad, alertando también sobre la necesidad de que a la luz de estos acontecimientos y sus lecciones, es el pensamiento el que ahora tiene que antecederlo.
Pero mientras eso ocurra, y debe ocurrir, la liberación de Alepo fue el paso decisivo, primero por la fuerza de la victoria, luego por la urgencia, en otorgarle de nuevo el rango político a la guerra transnacional contra Siria.
Fue luego de esto que se crearon las rondas de conversaciones en Astaná, capital de la república centroasiática de Kazajistán, como una entidad política, liderizada por Irán, Rusia y Turquía, que se acoplaría a los acuerdos de Ginebra, sujetos a los vaivenes paquidérmicos de la ONU y el torpedeo de Estados Unidos, Israel, etc.
Negar estos avances sencillamente es ser idiota. A consciencia.
A pesar de tanto, a pesar de las complejidades vigentes, a pesar de los desafíos (como veremos en la segunda entrega), esto es lo que se ha desprendido después de Alepo liberada. En un mundo donde, como diría el poeta, "vivir es hacer daño", casi como una metódica generalizada, el mensaje contra la muerte de todo queda claro.
Ahora que en el país donde uno vive comienzan a manifestarse todos los ribetes artificiosos de otra operación nacionalicida con todas sus amenazas, en la lección histórica siria cada partícula cuenta. Si este artículo se arrogó la potestad de ser tan extenso, pido disculpas (aunque me tenga sin cuidado). Todo esto había que decirlo sin más demora. 

Publicado originalmente en: Misión Verdad

La guerra sucia de la SER contra el pueblo sirio.

Por Joan Carrero.

Hace ya demasiados años que, al igual que su hermano El País, la Cadena SER lleva a cabo una verdadera guerra sucia contra el pueblo sirio. Bajo la excusa de liberarlo del déspota, lo que en realidad está haciendo es contribuir (y nada menos que como cooperador necesario, ya lo veremos otro día) al holocausto de un pueblo que votó masivamente al presidente Bashar al-Ásad. Un presidente a quien, a pesar de ese apoyo masivo de su pueblo, el Occidente “liberador”, erigiéndose en dispensador de legitimidades, decidió un día criminalizar para eliminarlo a continuación del mapa mundial. No importa que, a pesar de competir con otros candidatos que eran de la cultura mayoritaria en Siria, un 70% de sirios votasen a lo que en Occidente se califica despectivamente como “régimen”. Y en esa deslegitimación de los “déspotas” que deben ser eliminados y en tanta “comprensión” hacia los recientes “conflictos” internacionales (en realidad proxys wars, verdaderas agresiones imperiales aunque subsidiarias) no hay últimamente diferencias entre los intelectuales conservadores de siempre y muchos nuevos intelectuales progresistas.

Así, podíamos leer hace unos días en un artículo sobre los orígenes históricos del yihadismo y el Estado Islámico, publicado en un medio digital progresista de nuestras islas, la siguiente frase clave: “La clave de todo es que estos nuevos gobiernos (por ejemplo, los de Siria e Irak, donde gobierna el partido Baaz, panarabista e izquierdista) tendrán una evolución dictatorial de prácticas corruptas, nepotismo y represión”. Todo lo cual justifica al parecer que, coincidiendo una y otra vez con la agenda imperial, se recurra a países tan “democráticos” como Arabia Saudí para que financie las hordas de fanáticos asesinos salafistas que deben imponer los derechos humanos tanto en África como en el Medio Oriente ampliado. Se trata de una agenda no solo bélica sino ante todo mediática. Y consiguen siempre que nos ocupemos en hablar y escribir sobre los” gravísimos” crímenes de aquellos “regímenes” sobre los que ellos han decidido que se hable y se escriba, aunque no sean ni mucho menos los más graves existentes en el mundo. Si los analistas españoles que recomiendo a veces son poca cosa para dichos intelectuales de nuestro entorno, podrían leer a otros internacionales como Tim Andersom (en especial su magnífico artículo “Por qué los sirios apoyan a Bashar al Assad”) o John Pilger (con artículos tan definitivos como el titulado “Por dentro del gobierno invisible: guerra, propaganda, Clinton y Trump”), entre muchos otros.

Es penoso comprobar como aquella cadena que uno escuchó desde su adolescencia se ha convertido (como ya antes ocurrió en anteriores proxys wars imperiales) en cooperador necesario para el holocausto de un pueblo que sabe bien que el presidente que fue votado masivamente, hasta por sus críticos, es el garante que ha impedido y sigue impidiendo que Siria (una país laico en el que convivían perfectamente las más diversas religiones y colectivos) haya sido convertida ya en el mismo infierno en el que antes convirtieron a Libia. Un infierno en el que los más diversos grupos de mercenarios fanáticos de decenas de nacionalidades, utilizados en su momento por el Occidente liberador, campan a sus anchas, convirtiendo a Libia, a la Libia que antes era el país africano de más alto nivel de vida, en un territorio sin orden ni ley. Así como en un vivero, tan cercano a nosotros, de fanáticos terroristas, tal y como Muamar Gadafi predijo que ocurriría.

Esta semana la Cadena SER ha llevado a cabo uno de sus ataques más sucios contra el pueblo sirio. Ha realizado un gran despliegue “informativo” sobre aquello que ha calificado como la “Primera querella contra las torturas y ejecuciones masivas del Estado sirio”. La iniciativa la suele llevar El País, pero esta vez la ha tenido la SER. Según dicha Cadena: “La querella se presenta en la Audiencia Nacional por la hermana española de un ciudadano sirio detenido de forma ilegal y ejecutado por el régimen de Bashar Al Asad. El texto se dirige contra nueve miembros de las fuerzas de seguridad y la inteligencia sirias por un delito de terrorismo de Estado. En Siria hay más de 117.000 desaparecidos y 11 millones de refugiados o desplazados, la mitad de la población. La denuncia se basa en el archivo César: un fichero con más de 50.000 fotografías de aproximadamente 6.000 cadáveres que han sido víctimas de la tortura en Siria, tomadas en centros de detención ilegal por un policía militar que desertó y en la actualidad vive oculto en Francia”.

¡Qué distorsión más rastrera! Por obra y gracia de la magia de una propaganda que la sociedad no sabe diferenciar de los hechos reales, el “régimen” sirio, se convierte así de facto (nada de “presunción de inocencia” y otras sutilezas escrupulosas), esta vez por vía judicial (una vía ni siquiera aún real, sino tan solo supuesta o prevista), en el responsable de decenas de miles de víctimas mortales y millones de refugiados. Y todo gracias al extrañísimo archivo Cesar, tan sospechoso e incierto como ya antes lo fueron el dossier sobre la gran mentira de los más de trescientos bebés asesinados en Kuwait por la tropas de Sadam Husein (al ser arrojados -decían- fuera de sus incubadoras) o el dossier sobre las inexistentes armas de destrucción masiva que convertían a Irak en un enorme peligro para la humanidad. Dossiers que, una vez logradas las correspondientes deslegitimaciones, dieron paso a las “intervenciones” internacionales “liberadoras”. Dossiers que tan solo son dos ejemplos de los muchos que podrían ser citados.

Y todo esta rastrera distorsión se consigue gracias no solo a dicho archivo Cesar, sino especialmente a su judicialización. Se consigue gracias a una querella (tan solo presentada) que, tras la práctica eliminación de la jurisdicción universal española por el PP y el PSOE, tendrá un encaje casi imposible en la Audiencia Nacional y en el sistema jurídico español vigente en la actualidad. A no ser que se cuente previamente con fiscales y/o jueces dispuestos a “colaborar” con la Administración estadounidense en impulsarla con los métodos y por las vías que haga falta. “Colaboración” con Estados Unidos que en el caso Ruanda-Congo o en el caso Couso (una colaboración “negativa” en estos casos, una colaboración para obstaculizarlos) salió a la luz gracias a diversos cables de WikiLeaks que fueron publicados en español por el diario 20minutos, a pesar de que había sido El País el que los había recibido gracias al acuerdo especial entre Julian Assange y dicho diario. El hecho de que en el programa “La Ventana”, de máxima audiencia nacional, que tanto ensalzó la citada querella, se comentase que esta tenía el importante apoyo del embajador especial estadounidense para los crímenes de guerra, ya dispara todas las alarmas. Pero estas cuestiones las dejaremos para la próxima semana, para la segunda parte de este artículo.

En 1999, en mi encuentro en New York con Ramsey Clark, este attorney general (ministro de Justicia) del presidente Lyndon B. Johnson y artífice de la Ley de Derechos Civiles de los negros hizo la misma afirmación que repitió luego públicamente otras veces: “Estados Unidos ha impulsado la creación de un tribunal contra sus enemigos en Ruanda. Esta forma de proceder no es otra cosa que hacer la guerra por otros medios”. Más aún que el Tribunal para la antigua Yugoslavia, el otro tribunal penal internacional ad hoc, el Tribunal Penal Internacional para Ruanda, ha sido de hecho un medio formidable para que Estados Unidos estableciera de modo inamovible quienes son los “buenos” en la amplia y riquísima África Central (la minoritaria y elitista gente del Frente Patriótico Ruandés, los gendarmes de Estados Unidos en esa región) y quienes son los malos (la gran e “inmanejable” mayoría hutu).


Recuerdo una vez más que la fiscal general para ambos tribunales, la jurista suiza Carla del Ponte, fue desalojada por Estados Unidos de su importante cargo en el Tribunal Penal Internacional para Runada en el mismo momento en el que intentó juzgar a un solo tutsi del Frente Patriótico Ruandés, tal y como explicó en su libro La caza: yo y los criminales de guerra. Rusia, por su parte, se acaba de retirar el pasado 16 de noviembre de la Corte Penal Internacional con sede en La Haya, por causa de esa misma parcialidad impuesta por Estados Unidos. Una gran potencia, la estadounidense, que paradójicamente ni firmó el Estatuto de dicho Tribunal ni participa en él. La querella contra el “régimen” sirio de la que hoy me he ocupado es, desde luego, la continuación de la guerra por medios judiciales. Pero es, tanto o más aún, el medio para algo aún más importante: la campaña y la propaganda de la Cadena SER contra el sufrido pueblo sirio.

La guerra sucia de la SER contra el pueblo sirio [II] 



La primera parte de este artículo, publicada el sábado pasado en Mallorcadiario, estaba centrada en el gran tratamiento que la Cadena SER concedió a la simple presentación de una querella en la Audiencia Nacional española. Una querella que la SER calificaba como “la primera querella contra las torturas y ejecuciones masivas del Estado sirio”. Al día siguiente, el compañero Mikel Itulain, luchador como pocos para dejar en evidencia la gran farsa en la que los poderosos medios corporativos mantienen presa a nuestra sociedad, ya me envió el informe de Rick Sterling sobre el llamado Archivo César en el que está basada la citada querella. Se trata de un informe de treinta páginas hecho público el 3 de marzo de 2016 que desmonta pieza a pieza la Operación César, una perversa operación que los gabinetes jurídicos Guernica 37 International Justice Chambers -con sede en Londres- y Guernica37 Despacho Internacional pretenden ahora convertir en una causa judicial en la Audiencia Nacional. Aunque en realidad se trata de una operación que fue iniciada el 20 de enero de 2014, dos días antes de que comenzaran las negociaciones sobre el conflicto sirio en Suiza. Su objetivo no era otro que el dinamitar dichas negociaciones.

El informe de Rick Sterling demostró que existen muchas pruebas sólidas que llevan a la conclusión de que las acusaciones de la Operación César son enteramente o sustancialmente falsas. A pesar de ello, esta falsaria historia, basada en el testimonio de un supuesto ex fotógrafo del ejército sirio que se niega a encontrarse incluso con investigadores afines pero que decía tener 55.000 fotografías que documentaban la tortura y el asesinato de 11.000 detenidos por los servicios de seguridad sirios, estalló masivamente en la televisión y las portadas de todo el mundo tras aparecer inicialmente en algunos “respetables” medios “serios” de referencia: la CNN, The Guardian y Le Monde.
Curiosamente, esta misma semana ha estallado en todos los grandes medios occidentales una nueva operación que se asemeja como una copia exacta a la citada Operación César. Así que ya tenemos otra campaña, ampliamente divulgada por la SER, por supuesto, cuyo objetivo es también el de dinamitar las negociaciones actuales de paz sobre Siria. Esta vez ha sido de nuevo Amnistía Internacional la encargada de dinamitar la paz. En un informe, que utiliza en su título nada menos que la palabra “Matadero”, Amnistía Internacional afirma que “el régimen sirio ejecutó hasta 13.000 personas en la prisión de Saydnaya”. Es una inacabable guerra de mentiras y acoso sin fin. Y seguirán incansablemente con sus criminales mentiras mientras no consigan acabar con el “régimen” de Asad. Si algún día consiguieran su objetivo, seguro que a partir de ese día ya no habría noticia alguna sobre el caos y la criminalidad sistemáticas que sin duda reinarían en Siria, tal y como ha ocurrido en el caso de Libia.
¡Quién iba a pensar hace unas décadas que Amnistía Internacional y la SER llegasen a caer tan bajo! Diversos responsables políticos estadounidenses han confesado que el apoyo a las dictaduras latinoamericanas en los años setenta o la Guerra de Irak fueron errores. Pero Amnistía Internacional no ha reconocido nunca el menor error. “Error” tras “error”, mentira tras mentira, crimen tras crimen, la “gran defensora” de los derechos humanos que, con su falsario informe sobre el inexistente asesinato de más de trescientos bebés en Kuwait tuvo unas graves y decisivas responsabilidades en el inicio de la Guerra del Golfo, vuelve a la carga. Sin el menor rubor se vuelve a promocionar como una gran garante de los más sagrados valores de la humanidad. Y aquella grave mentira ha sido solo una más de las muchas que un día habrá que enumerar más detalladamente.
El citado informe de Amnistía de esta semana es demasiado grave y demasiado manipulador como para no desenmascararlo en un próximo artículo. Sus conclusiones están basadas en entrevistas realizadas sobre testimonios de fuentes desconocidas, en su mayoría en el sur de Turquía o por vía telefónica. Como Toni Cartalucci analiza, una vez más con su reconocida profundidad, Amnistía Internacional admite en el informe que este ha sido fabricado enteramente en el Reino Unido.
De momento volvamos a la campaña de la SER con motivo de la presentación en la Audiencia Nacional española de la querella basada en el archivo César. Un archivo fotográfico rodeado desde el inicio de las más sospechosas circunstancias: está bajo la custodia de una organización de la llamada “oposición democrática siria”, la asociación SAFMCD; esta solo ha permitido estudiar las fotografías a un equipo de abogados y expertos digitales y forenses contratados por el bufete Carter-Ruck financiado por Catar (financiadora también de hordas de yihadistas asesinos que han asolado Siria) y a la “imparcial” ONG Human Rights Watch (HRW); en el bufete de abogados Carter-Ruck juega un papel importante el profesor estadounidense David M. Crane, que tiene un largo historial de trabajos para el Departamento de Defensa de Estados Unidos y la Agencia de Inteligencia de Defensa; la CIA está involucrada en todo este tipo de operaciones de derrocamiento del Gobierno sirio con la enorme cifra de un billón (estadounidense) de dólares... Veamos un breve resumen del informe que Rick Sterling expone en doce puntos:
“1. Casi la mitad de las fotos muestra lo contrario de lo que afirman las acusaciones:
[…] En diciembre de 2015, HRW publicó un informe titulado ‘If the Dead Could Speak’. La revelación más importante es que más del 46% de las fotografías (24.568) no muestran a personas 'torturadas hasta la muerte' por el gobierno sirio. Por el contrario, muestran a soldados sirios muertos y víctimas de coches bomba y otros actos de violencia (HRW p. 2-3). […] Estas fotos, nunca reveladas al público, confirman que la oposición es violenta y ha asesinado a un gran número de fuerzas de seguridad sirias y civiles.
2. La afirmación de que otras fotos sólo muestran ‘detenidos torturados’ es exagerada o falsa:
Las fotos y los cadáveres son reales, pero la forma en que murieron y las circunstancias no son claras. Hay una fuerte evidencia de que algunos murieron en el conflicto. Otros murieron en el hospital. Otros murieron y sus cuerpos se descomponían antes de ser recogidos. Estas fotografías parecen documentar una situación de tiempo de guerra en la que mueren muchos combatientes y civiles. Parece que el hospital militar estaba haciendo lo que siempre había hecho: mantener un registro fotográfico y documental del difunto.[…] Las acusaciones de ‘César’, el informe Carter-Ruck y HRW de que todas son víctimas de ‘muerte en detención’ o ‘muerte por tortura’ o muerte en ‘custodia gubernamental’ son muy probablemente falsas.
3. La verdadera identidad de ‘César’ probablemente no es la que se afirma:
[…] ¿por qué ‘César’ mantiene su identidad en secreto frente a la audiencia occidental? ¿Por qué ‘César’ se niega a reunirse incluso con periodistas o investigadores altamente dispuestos a colaborar?
4. La investigación de Carter-Ruck fue defectuosa, precipitada y políticamente sesgada:
[…] La investigación fue financiada por el gobierno de Catar, que es un gran partidario de la oposición armada.
[…] El estadounidense en el equipo de investigación legal, el profesor David M. Crane, tiene una larga historia de trabajos para el Departamento de Defensa de Estados Unidos  y la Agencia de Inteligencia de Defensa.
[…] el equipo de investigación ni siquiera examinó la mayoría de las fotografías.
El equipo investigador hizo su última entrevista con ‘César’ el 18 de enero, rápidamente finalizó un informe y se precipitó a los medios el 20 de enero, dos días antes del inicio de las negociaciones patrocinadas por la ONU.
El autoproclamado ‘rigor’ de la investigación de Carter-Ruck no tiene fundamento. Las afirmaciones de una investigación ‘científica’ […] se aproximan a lo ridículo.
5. La Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) está involucrada:
[…] la CIA tiene una larga historia de campañas de desinformación. En 2011, los informes falsos sobre el uso de viagra a fin de que los soldados libios cometiesen violaciones fueron ampliamente difundidos en los medios de comunicación occidentales […]. Décadas antes, el mundo se sorprendió al oír hablar de las tropas cubanas que luchaban en Angola violando a las mujeres angoleñas. El jefe de la estación de la CIA para Angola, John Stockwell, describió más adelante cómo inventaron el informe falso y lo extendieron alrededor del mundo. La CIA estaba muy orgullosa de ese logro de desinformación. El libro de Stockwell, In Search of Enemies, sigue siendo relevante.
6. Se describen procedimientos administrativos simples [propios de hospitales/morgues y no de ejecuciones] como misteriosos y siniestros.
7. Las fotos han sido manipuladas.
8. El catálogo de fotos tiene duplicados y otros errores.
9. Con pocas excepciones, los medios occidentales lo aceptaron sin crítica y promovieron la historia.
10. Los políticos han utilizado la historia de César para presionar a favor de una mayor agresión de Estados Unidos / OTAN.
11. La evaluación de Human Rights Watch está sesgada:
HRW ha sido muy activa en torno a Siria. Después de los ataques químicos en Damasco, el mayor de ellos el del 21 de agosto de 2013, HRW acometió un informe que concluyó que, sobre la base de un análisis vectorial de proyectiles entrantes, la fuente de los cohetes portadores de sarín debe haber sido territorio del Gobierno sirio. Este análisis fue desmentido posteriormente como un ‘montón de basura de la mala evidencia’ por el muy respetado periodista de investigación Robert Parry. El supuesto de HRW sobre la distancia de vuelo del cohete de armas químicas era defectuoso. Además, no era realista pensar que de un bote en el suelo se podía determinar la trayectoria del cohete con un 1% de precisión.
[…] Es sorprendente que el informe de HRW no reconozca las condiciones de guerra y las circunstancias en Siria. No hay ningún reconocimiento de que el gobierno y el ejército árabe sirio hayan sido atacados por decenas de miles de combatientes armados abiertamente financiados y apoyados por muchos de los países más ricos del mundo.
No hay indicios de la enorme pérdida de vidas sufrida por el ejército sirio y los partidarios que defienden su país. Las estimaciones actuales indican de ochenta a ciento veinte mil soldados sirios, milicianos y aliados que murieron en el conflicto. Durante los tres años 2011 - 2013, incluido el período cubierto por las fotos de César, se calcula que más de 52.000 soldados sirios y milicianos civiles murieron frente a 29.000 fuerzas anti-gubernamentales.
HRW tuvo acceso al conjunto completo de fotografías […]. ¿Por qué no enumeraron el número de soldados y fuerzas de seguridad sirios que identificaron? ¿Por qué no mostraron una sola imagen de esas víctimas?
12. Las acusaciones legales son sesgadas e ignoran el crimen supremo de agresión:
[…] estaban ansiosos por acusar al Gobierno sirio de ‘crímenes contra la humanidad’, pero la evidencia de ‘asesinato industrial’, ‘asesinato en masa’, ‘torturar hasta matar’ es dudosa y gran parte de la dura evidencia muestra otra cosa.
Por el contrario, hay pruebas claras y sólidas de que Siria es víctima de un ‘crimen contra la Paz’. Es de conocimiento público que la ‘oposición armada’ en Siria ha sido financiada, suministrada y apoyada de múltiples maneras por varios gobiernos externos.”
Hasta aquí el resumen de este contundente informe. La indecencia de la campaña de la SER puede ser mucho mejor valorada cuando la contrastamos con el posicionamiento (o el clamoroso silencio) que la SER ha tenido frente a otras querellas mucho más sólidas, fundamentadas, que afectaban a millones de víctimas incluidas algunas españolas y que no solo han sido aceptadas por los jueces de la Audiencia Nacional sino que han llegado a órdenes internacionales de captura. Pero eso quedará ya para otro día.



Publicado originalmente en: mallorcadiario
                                         ¿Es posible la paz?