lunes, 14 de septiembre de 2020

El Imperio del César.

Por Eduardo Kabak


La guerra que comenzó el Imperio y sus aliados contra la República Árabe Siria en el año 2011 entra en una nueva e indignante fase. Tras la humillante derrota militar de EE.UU. y la OTAN en Siria y tras el fracaso de sus entes terroristas en el país, el Imperio descarga toda su artillería a través de un sistema de presión y acción con el que busca ahogar a una nación soberana, se trata del terrorismo económico. Esto no es nada nuevo, cuando la guerra militar, el asesinato mercenario o los métodos corruptos no concluyen de manera satisfactoria, la administración norteamericana, ya sea demócrata o republicana, utiliza las sanciones económicas y el bloqueo para debilitar y estrangular la economía de un país enemigo o no alineado que no sirva a los intereses de EE.UU. en la región. De esta manera, ejerce intimidación para liquidar a un gobierno legítimo a base de dinamitar todo el sector económico y financiero al mismo tiempo que empobrece al pueblo. Un pueblo que legítimamente ha elegido a sus dirigentes. Dirigentes que no interesan o gustan a EE.UU. y a su brazo militar, la OTAN.

La lista de injerencia de los Estados Unidos y Europa en el mundo es larga; Chile, Venezuela, Congo, Honduras, El Salvador, Irán, Argentina, Iraq, Granada, Afganistán, Cuba, Burkina Faso, Palestina, Guatemala… y un largo etcétera. En el caso de Siria tampoco es algo nuevo, desde que fuera incluida por George W. Bush en el famoso “eje del mal” y con la excusa de la lucha contra el terrorismo y la exportación de la “democracia” y la “libertad” por el mundo, este tipo de agresiones y ataques económicos han sido una constante sobre la nación árabe. Es parte de la política ofensiva estadounidense contra un adversario que resiste. Cabe recordar que las garras del Imperio azotan a Siria desde 1949, poco después de su independencia, y ya desde hace decenios las sanciones contra la República son el día a día que se vive en el país. En las últimas dos décadas, tanto George W. Bush como Barack H. Obama y sus respectivas administraciones continuaron contribuyendo a este ataque económico contra el Gobierno sirio y fue a partir de 2011 cuando el Nobel de la Paz combinó estos ataques económicos con acciones militares a la par que financiaba grupos terroristas que operaban en el terreno para desestabilizar el país. Un combo completo “made in USA”.

Meses después del inicio del conflicto sirio, la Unión Europea acordó sancionar a altos cargos del Gobierno sirio, en su mayoría militares, a los que inmovilizaron sus fondos en Europa y prohibieron viajar a los países miembros de la UE. Además, suspendieron los créditos millonarios del Banco Europeo de Inversiones (BEI) en el país árabe que iban destinados al sector eléctrico, infraestructura urbana y a la modernización y desarrollo del tratamiento de aguas y el servicio sanitario. En los años siguientes estas sanciones se fueron endureciendo a medida que la escalada de violencia en el conflicto aumentaba. El 2 de abril de 2014 se dirigía una carta firmada por el que entonces era el Representante Permanente de Francia ante las Naciones Unidas y que se convertiría en Embajador francés en EE.UU., Gérard Araud, a la Presidenta del Consejo de Seguridad de la ONU donde se recogían a través de un informe la supuesta “práctica de la tortura y la ejecución sumaria de personas detenidas por parte del régimen sirio”. Dicho informe sería la antesala a lo que llegaría después.

En 2019, el Consejo de Representantes de los EE.UU. aprobaría por unanimidad este proyecto de ley con todo el paquete de duras sanciones, la Ley de Protección Civil de Siria Caesar 2019 estaba hecha. Presentada por el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Consejo de Representantes, Eliot Engel, conocido congresista sionista del Partido Demócrata, fue ratificada por el presidente estadounidense Donald Trump y apoyada por la Unión Europea en 2020. Pero esto no quedará aquí, ya que como afirmó el Secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, estas medidas seguirán en aumento contra el gobierno de Assad y sus simpatizantes.

Pues bien, la nueva ley entró en vigor el 17 de junio de 2020 a través del Departamento del Tesoro, la denominaron como “Caesar Syria Civilian Protection Act” o, en resumen, “Ley César”, en alusión a un presunto desertor de la policía nacional siria que trabajó de infiltrado para la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA), falsificando y manipulando datos sobre la supuesta represión del Gobierno sirio contra la población civil y opositores. A este traidor se le asignó el nombre en clave de “César” y sus informes, que muchos recordamos por su  inverosimilitud, fueron el germen para redactar el documento que acabaría transformándose en dicha ley.

Esta ley forma parte del presupuesto millonario aprobado para el Pentágono y consiste en nuevas sanciones económicas más severas de las ya impuestas sobre el presidente sirio, su mujer y altos cargos del país. Abarcan una acción mucho más amplia de las que ya estaban en vigor sobre la nación árabe. Los tentáculos de dicha imposición unilateral no sólo se aplican a representantes sirios, entidades gubernamentales o empresas del país, también a toda nación, empresa, organización, personalidad o individuo que colabore o intente colaborar con Siria. Esto es coacción y amenaza a todo lo que sea susceptible de negociar con el Gobierno del presidente Bashar al-Assad para así evitar la recuperación y autosuficiencia del Estado. Una nueva artimaña de EE.UU. para ahogar a Siria y detener de inmediato la reconstrucción de un país que poco a poco resurge de sus propias cenizas. De esta manera se pretende dejar sin opciones al Gobierno y así evitar una vuelta a la paz y a la normalidad, impidiendo paliar la destrucción provocada por una guerra impuesta desde el exterior. No hay que olvidar que en los últimos años, la reedificación y la reparación de todas las construcciones destrozadas por los combates estaban acelerándose y eran más que evidentes en todas las zonas y regiones que eran liberadas por el bando gubernamental.

Un mecanismo internacional para asfixiar la economía de la nación y disuadir todo capital extranjero e inversión que participe en la reconstrucción de Siria. Sanciona directamente al Banco Central Sirio congelando todos los activos destinados a la cooperación con la nación árabe. Por supuesto, gran cantidad del dinero destinado a intentar devolver la normalidad a la nación de Oriente Próximo procede de sus aliados en la región y en el conflicto; Rusia, Irán y China, los grandes enemigos del bloque EE.UU./OTAN. A todas voces se trata de un ataque a todas y cada una de esas naciones que no sólo colaboran en la reconstrucción del país sino también a las que se posicionaron junto al lado sirio y contra la agresión e injerencia extranjera en el país, en especial aquellos que apoyaron militarmente al Ejército Árabe Sirio sobre el terreno en su lucha contra el terrorismo internacional. Un terrorismo internacional que podría aprovechar el impacto y las secuelas de estas nuevas e injustas sanciones para resurgir y volver a poner en jaque al gobierno y ejército sirio, así como a sus aliados en la región, provocando un enquistamiento del conflicto y una sentencia a cadena perpetua para el pueblo sirio. La población será quien realmente sufra todas las consecuencias de esta ley al no poder avanzar en ningún terreno, desde el tecnológico, industrial o servicios hasta el comercial. Afectará al uso de los sistemas  de comunicaciones, consumo energético, así como dificultará la adquisición y abastecimiento de todo tipo de repuestos, ya sean para uso empresarial o doméstico. También dañará el sector turístico, que comenzaba a retornar tímidamente. La Ley César no deja títere con cabeza.

Este castigo salpica también a naciones vecinas como el Líbano quien, a través de su Primer Ministro, ha advertido de las repercusiones perjudiciales de la Ley sobre la vida y economía de la población libanesa. También el movimiento libanés Amal apuntó la necesidad de enfrentar esta imposición estadounidense. Unos de los principales aliados en la región, Hezbollah, a través de Hassan Nasrallah, reiteró su apoyo a Siria tanto en el campo de batalla como en el terreno económico. Igualmente, Palestina mostró su rotundo rechazo a la Ley César y la enmarcó dentro de una misma acción ofensiva contra el pueblo palestino y todo el eje de la resistencia en la zona. Países solidarios lamentaron y condenaron este nuevo  atentado económico y ejemplos de resistencia como Cuba, quien sufre un criminal bloqueo estadounidense desde hace más de seis décadas, mostraron su apoyo a la República Árabe Siria y su total rechazo a las sanciones exigiendo su inmediato levantamiento. Incluso enemigos de Siria se han declarado contrario a dichas sanciones unilateriales, es el caso de Turquía, quien se unió a Rusia e Irán en el rechazo conjunto de la Ley César. Asimismo, los kurdos autodenominados AANES (Administración Autónoma del Norte y Este de Siria) celebraron una reunión para los comités del consejo Provincial de Al-Hasaka donde manifestaron que la implementación de estas nuevas sanciones contra Siria empeorará la situación en el norte y este del país.

Al ya malogrado sector petrolero y gasístico de Siria habría que sumar la pérdida de control durante la guerra por parte de la administración estatal de los yacimientos tanto de gas como de petróleo que rentabiliza el invasor estadounidense a través de sus lacayos kurdos en el norte de Siria. Yacimientos que serán explotados por empresas norteamericanas o europeas. Mientras tanto, la libra siria se desploma y la lira turca se impone en algunas aldeas y pueblos del norte del país. Antes del conflicto la libra siria se cotizaba aproximadamente a 47 libras por dólar, 64 libras por dólar en 2012, actualmente un dólar puede alcanzar un precio que oscila entre las 700 y las 3000 libras sirias, incluyendo el mercado negro. Esta inestabilidad hace que la lira turca impere y los lugareños prefieran su uso al dar una estabilidad que no consiguen con la moneda siria.

A todo esto hay que añadir las graves consecuencias que las cruentas sanciones provocarán a Siria en su lucha contra la pandemia de la COVID-19 que enfrenta al mundo y cuyo goteo de casos se van confirmando por parte del Ministerio de Salud sirio, ya que dichas sanciones afectan directamente y de manera sensible a medicinas, medicamentos y a todo material destinado para el tratamiento y posible cura de dicha enfermedad causada por el virus SARS-CoV-2. Una crisis sanitaria ya de por sí complicada de gestionar, más aún en un país en guerra, sancionado y con parte de la población desplazada o sin recursos y sin posibilidad de oportunidades y accesibilidad. La imposición de estas criminales sanciones en plena crisis sanitaria mundial demuestra la impasibilidad y falta de escrúpulos de EE.UU. y Europa contra la población civil siria.

El Gobierno de EE.UU. y la mayoría de los gobiernos de Europa no tienen interés alguno en salvar o mejorar la vida de los pueblos con necesidades que se encuentran más allá de sus fronteras, sólo les interesa sacar rédito de ellos y seguir explotando sus recursos. Eso sí, todo en nombre de la Paz, la Libertad, la Solidaridad y la Democracia. Al fin y al cabo, es su modus operandi desde hace siglos.

La población siria se encuentra hostigada por los efectos de la guerra, sin embargo, durante estas semanas que han precedido a la entrada en vigor de la ley, el pueblo sirio salió en masa a las calles, tanto dentro como fuera de sus fronteras, para protestar contra esta nueva y abusiva represalia. Demostrando así que la nación siria no sólo se mantiene unida, sino que nunca se doblegará ante ningún tipo de agresión, ya sea militar, terrorista o económica, defendiendo siempre su derecho a decidir sobre su futuro y a mantener su soberanía nacional. Un pueblo que no se rinde, un pueblo valiente, un pueblo digno, un pueblo que resiste, un pueblo que, sin duda, vencerá.

Publicado originalmente en: El Común

viernes, 28 de agosto de 2020

Tertulias en cuarentena. República Árabe Siria: gobierno legítimo y resistencia antiimperialista.

TERTULIA XXI : REPÚBLICA ÁRABE SIRIA
GOBIERNO LEGÍTIMO Y
26 de junio 2020
RESISTENCIA ANTIIMPERIALISTA * 22.00 hora de Siria
Con la participación deMOHAMED TEPRA / MEELAD YOUCEF / FIRAS ALCHARANI
21.00 hora de España
MAJED DIBSI / AMINA GOBBI / ARITZ SAIDI OLAORTUA / PABLO GARCÍA
JUANLU GONZÁLEZ / JAVIER MURUZABAL / TXEMA SÁNCHEZ
MOHAMED TEPRA
Entrevista grabada, previa al programa, con PABLO SAPAG
Profesor de la Universidad de Cordoba y Presidente del sindicato de los Alumnos Sirios en España
Sirio,activista en la frente anti imperilista, y por los derechos humanos MEELAD YOUSEF MAJED DIBSI
Científica Forestal argelina. Miembro del MAS Alacant (Movimiento de Apoyo a Siria)
Politólogo y periodista de RTVE. AMINA GOBBI ARITZ SAIDI OLAORTUA
Analista internacional y politólogo, experto en en conflictos internacionales y recursos energéticos. Colaborador habitual en varios medios estatales e internacionales.
FIRAS ALCHARANI Sirio esta en el MAS, (Movimiento de Apoyo a Siria). Activista por siria y la lucha antiimperialista en general y en medio oriente mas PABLO GARCÍA
Miembro del Frente Antiimperialista Internacionlalista y del colectivo Ojos para la Paz. Colaborador geopolítico de medios internacionales del Eje del Mal y el Eje de la Resistencia, así como de diversas webs de información alternativa en castellano.
Informático, analista internacional y miembro del Consejo de Redacción de la Revista La Comuna. Participa a su vez en las tertulias de análisis de Cuba Información y en el grupo de análisis geopolítico, Geopolitikaz. JUANLU GONZÁLEZ JAVIER MURUZABAL Locutor y guionista del programa internacionalista "El Gallico de San Cernin", Eguzki Irratia.
Entrevista con PABLO SAPAG sobre la situación actual de Siria que será emitida completa el día anterior a esta tertulia.
Conduce TXEMA SÁNCHEZ miembro del FAI, FRENTE ANTIIMPERIALISTA INTERNACIONALISTA Miembro de la junta directiva de RED RENTA BÁSICA, activista en guardia permanente en redes en la búsqueda de la verdad. En plena formación marxista para el análisis y estrategia en la lucha contra el capitalismo. Y volcado a tiempo completo en la guerrilla comunicacional. PABLO SAPAG
Profesor e investigador de la Universidad Complutense de Madrid. Autor de Siria en perspectiva (Ediciones Complutense) y de otras obras sobre relaciones internacionales y comunicación. Ha sido corresponsal de guerra y escribe e interviene habitualmente en medios de varios países, como Público, The Conversation, RT, RNE o el diario Sirio Libanés de Buenos Aires




Publicado originalmente en: Frente Antiimperialista Internacionalista

martes, 21 de julio de 2020

Entrevista con Pablo Sapag.

SIRIA. 
Entrevista con Pablo Sapag, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, analista internacional y autor de “Siria en perspectiva” (Ediciones Complutense, 2019).

Introducción 

En el marco de las elecciones a la Asamblea Popular Siria, programadas para el día 19 de julio de 2020, Daniel Aguilar Viñas, miembro de OPEMAM, entrevistó a Pablo Sapag, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, analista internacional y autor de Siria en perspectiva (Ediciones Complutense, 2019). 

Daniel Aguilar Viñas (OPEMAM). Al igual que en los comicios de 2012 y 2016, las elecciones legislativas del próximo día 19 vienen marcadas por las acusaciones de fraude por parte de un amplio sector de la oposición exiliado en gran medida fuera de las fronteras sirias ¿Cuál es su opinión en relación a estas críticas? ¿Piensa qué los comicios son parte de un movimiento orquestado y planificado por parte de AlAssad para legitimarse y asentarse en el poder? ¿O por el contrario constituyen una oportunidad para iniciar la reconstrucción del país y avanzar hacia un escenario de mayor estabilidad y apertura? 

Pablo Sapag: Las elecciones parlamentarias del día 19 de julio se celebran de acuerdo a lo mandatado por la Constitución siria del año 2012 y al cumplirse los cuatro años de legislatura de los parlamentarios elegidos en los anteriores comicios de 2016. Se trata entonces de un proceso preestablecido, previsible y rutinario en el marco de la institucionalidad interna siria y en ese sentido se demuestra la impermeabilidad del sistema político sirio a las presiones y al ruido que pueda haber fuera de Siria. En estos comicios, como en los anteriores, participan opositores internos, tanto del ámbito partidario como independientes. Otros opositores internos extra sistémicos lo hacen de manera indirecta por acción u omisión, o bien influyendo en la elección de quienes figuran como independientes en las listas o bien llamando a la no participación. Así ha sido siempre y más aún después del cambio de Constitución en 2012. De ahí que la posición del tercer bloque de opositores, el de los que viven fuera de Siria, tenga más incidencia fuera que dentro de Siria, donde su capacidad de influencia es políticamente muy limitada por no decir nula y militarmente residual y anecdótica. En realidad, una de las claves de estos comicios es que debido a la pandemia del Covid 19 se tuvieron que posponer en dos ocasiones ya que inicialmente se celebrarían en abril y luego en mayo. Ese retraso obligado por las estrictas medidas adoptadas en Siria para evitar la expansión de la pandemia en un país con su sistema sanitario destruído en cerca de un 50%, perjudica más que beneficia al Gobierno y al partido que lo sostiene. Ha sido justamente en los tres últimos meses cuando la economía siria ha sufrido su mayor deterioro de los últimos diez años, con una acusada devaluación de la lira siria frente al dólar y al euro y un proceso inflacionario descontrolado y ni siquiera padecido cuando el país vivía un conflicto armado hoy ya absolutamente residual. El cerrojazo económico que supusieron las medidas para reducir el impacto de la pandemia, con toques de queda de hasta 18 horas los fines de semana y de 12 a diario -durante el conflicto armado nunca hubo toques de queda de iure aunque obviamente sí de facto- combinado con las nuevas medidas coercitivas impuestas a Siria por EE UU y la UE y la crisis financiera del vecino Líbano, explican ese acusado deterioro económico. A ello hay que sumar el creciente desajuste entre oferta y demanda experimentado desde 2018 debido a que un sector industrial sirio bajo mínimos se vio incapaz de atender la demanda creciente por el retorno a Siria de cerca de un millón de sirios desplazados en Líbano, Jordania y otros países. Toda esta compleja situación económica y financiera afecta principalmente al Gobierno y a sus sostenedores en el Parlamento y en particular al partido Baaz. A tal extremo que hace algo menos de un mes se designó un nuevo primer ministro -Husein Arnus por Imad Khamis- al que posiblemente sustituirá otro una vez que los resultados electorales aclaren el panorama político interno y den ciertas certidumbres para los próximos cuatro años. Sólo una vez que eso ocurra podrá retomarse la reconstrucción física del país, iniciada tímidamente en 2018 y que se paró en seco por las razones ya apuntadas. 

OPEMAM: Además, desde el punto de vista informativo, estas elecciones son prácticamente inexistentes porque apenas se habla de ellas....¿Opina que van a ser consideradas ilegítimas internacionalmente? 

PS: No se habla nada de ellas en los medios occidentales precisamente para deslegitimarlas de antemano. Por eso se desconoce el hecho de que responden a la rutina institucional de Siria, con todo lo que ello significa ahora y significará para los próximos cuatro años. También se ignora la realidad de una oposición mucho más compleja y variada de lo que se cree y las verdaderas claves políticas internas de Siria. Sin embargo y en la práctica, el desconocerlas no tendrá ya ningún efecto dentro de Siria. El Estado sirio se impuso hace tiempo en términos militares pero EE UU y la UE siguen actuando como si nada de eso hubiese pasado. Como si a través de su apoyo a Siria Rusia no hubiese vuelto a ser un gran actor internacional. Rusia ha vuelto a través de Siria y lo ha hecho para quedarse. Desconocer todo eso que es tan evidente sobre el terreno es inaudito. Hasta hace seis meses atrás y aunque sin muchas expectativas, en Siria todavía había quienes buscaban un acercamiento a esos actores occidentales. Por voluntad propia o error de cálculo producto del desconocimiento de la realidad siria esos actores hoy han quedado totalmente fuera de la ecuación. A Siria la obligaron a elegir y ahora ya sólo mira a Rusia, China, Irán, India, Sudáfrica, Brasil, Argentina o la República Checa. Todos esos estados sí reconocen el proceso político sirio y son socios de Siria en la reconstrucción y en el ámbito internacional, como algunos de ellos lo han sido durante el conflicto armado. Esa es la realidad sobre el terreno, que es lo que cuenta, más aún después de un conflicto armado. En Siria las relaciones internacionales siempre se han entendido desde el multilateralismo por lo que el que una parte -que no toda la comunidad internacional- se desentienda del proceso electoral y político sirio no tiene mayor incidencia, menos aún cuando esas posiciones están muy desconectadas no sólo de la realidad interna, también de la regional y global en las que se han consolidado otros actores distintos a los del bloque que representa EE UU y sus aliados. 

OPEMAM: Entrando en materia estrictamente electoral, ¿Piensa que el partido Baaz de Al-Assad conseguirá una mayoría holgada en el parlamento como la mayoría de pronósticos vaticinan o podría haber alguna sorpresa? ¿Cómo percibe la relación de fuerzas en la escena política siria de cara a las elecciones? 

PS: En estas segundas elecciones desde que en 2012 se eliminó el artículo 8 de la anterior Constitución que daba al Baaz el carácter de partido hegemónico -que nunca único-, el Baaz conseguirá nominalmente la mayoría de los escaños de la Asamblea o Consejo Popular. Digo nominalmente porque en sus listas hay muchos independientes y representantes de las variadas corrientes que hay en un partido por necesidad hoy más pragmático que ideológico dado el retroceso del panarabismo clásico y de un socialismo que necesariamente debe adaptarse a la situación de post conflicto armado. Los candidatos baazistas han sido elegidos por primera vez en un sistema de primarias que ha arrojado varias sorpresas respecto a la posición de partida que tenía la dirección. Por otro lado, y en la llamada Lista de Unidad Nacional, los baazistas comparten papeleta con representantes de otros nueve partidos, desde miembros del Partido Social Nacional Sirio (nacionalista pansirio que ha crecido mucho durante la crisis) al Partido Comunista de Bagdash, pasando por varias fuerzas nasseristas y socialistas. Al hacer esa lista, que es solo electoral pero no de acuerdo de gobierno -se elabora en función del desigual peso distrital de cada fuerza-, y teniendo en cuenta que esta vez habrá más independientes que nunca, se han hecho ajustes que reflejan los nuevos equilibrios, no solo en el seno de un partido Baaz muy desgastado estos años, sino entre este y otras fuerzas políticas y los independientes. Habrá una entrada en el Parlamento de políticos más jóvenes, otros vinculados a las estructuras de poder informales que hay en Siria y que han jugado un papel determinante en la crisis de estos años -mujtars, líderes religiosos y tribales- y los representantes de una nueva élite empresarial no tradicional que ha nacido y crecido durante el conflicto armado y a la que las crisis financiera del Líbano desde octubre de 2019, la pandemia por Covid19 y sobre todo las nuevas sanciones de EE UU y la UE han terminado por consolidar al tiempo que otros actores empresariales más tradicionales resultaban desplazados. Las elecciones y lo que salga de ellas oficializarán un cambio importante en la estructura de poder siria. Se dejará atrás un parlamento cuya misión era enfrentar un conflicto armado para dar lugar al parlamento de la reconstrucción y el anclaje definitivo de Siria en un ámbito internacional donde EE UU y sus aliados europeos no son relevantes frente a otros actores estatales con los que muchos de los candidatos que se presentan por primera vez tienen buena interlocución y en su caso intereses compartidos. Todas esas necesidades y realidades reflejan la composición de las listas de unos y otros. 

OPEMAM: Por otro lado, teniendo en cuenta que el sistema electoral sirio solo permite una pequeña horquilla de representación para la oposición tolerada, la famosa cuota asignada a los candidatos independientes, ¿qué personalidades independientes destacaría entre las que se presentan? ¿Se permite entrever alguna señal de apertura del régimen a otras fuerzas políticas? 

PS: En estas elecciones hay muchos candidatos jóvenes, que no pertenecen a elites tradicionales sino a la transformación radical experimentada por Siria durante estos ochos años de conflicto armado. También participa un nuevo partido opositor interno creado estos años, El Camino para el Cambio Pacífico, liderado por Fateh Jamus. Se trata de una fuerza que presenta dos candidatos en circunscripciones importantes y que ha coincidido en propuestas con el Partido Voluntad Popular, fundado por el opositor interno y excomunista Qadri Jamil, y con el Partido Social Nacional Sirio de Ali Haidar. De hecho, hace unos años esas fuerzas crearon el opositor Frente para el Cambio y la Liberación. Por otro lado, cabe destacar la presencia en las listas desde líderes sociales ajenos a estructuras partidarias a periodistas e intelectuales que estos años han soportado una enorme presión por mantenerse leales al Estado, que no necesariamente al gobierno. También hay ex combatientes que representan a los desmovilizados y a los miles de mutilados. Por otro lado, los nuevos empresarios que nacieron y crecieron durante un conflicto armado tan singular como el sirio, donde los intermediarios han jugado un papel esencial, tanto en lo político como en lo económico. Hay, por último, candidatos que en 2016 no consiguieron renovar su acta parlamentaria pero que tienen mucho que decir, por nombrar solo a una, la arquitecta cristiana María Saadeh, que también representa el peso que las mujeres tienen en las listas de varias circunscripciones. Ese parlamento debería acompañar con sus leyes y controlar a un gobierno que en los últimos años se ha vuelto más tecnócrata y en el que destaca la reciente incorporación del ex gobernador de Homs Talal Barazi. Oriundo de Hama, empresario de éxito, de confesión suní -como la mayoría de los miembros del gobierno sirio-, de perfil tecnócrata y con buenas relaciones transversales, fue nombrado hace un par de meses ministro de Comercio Interior y Protección al Consumidor. Se trata de un cargo muy sensible para intentar controlar los precios a partir de iniciativas puramente estatales, como la expansión de la distribuidora estatal Suria Litiyari, la promoción de los mercados populares en los que productores y consumidores se encuentran sin intermediarios o la expansión de los productos subsidiados y cuya venta está controlada a través de la llamada Bitakat electronikat (tarjeta electrónica inteligente). Junto a ello están las negociaciones que puede mantener con los poderosos comerciantes al por mayor para que frenen la especulación. De acuerdo a la composición del Parlamento Barazi podría ser nombrado primer ministro, entre otras cosas por sus buenas relaciones con los Emiratos Árabes Unidos, que ya iniciaron el deshielo con Damasco reabriendo hace más de un año su embajada en la capital siria. Es una opción, aunque hay otras. 

OPEMAM: En estos momentos la nación siria vive una de las peores crisis económicas de su historia. En el último año la cesta básica se ha encarecido en un 111%, la OMS alerta de que más del 85% de los sirios vive bajo el umbral de pobreza y por sí fuera poco en las últimas semanas hemos asistido al vertiginoso desplome de la libra siria, agravándose aún más la situación de vulnerabilidad de millones de personas que arrastran las consecuencias de un conflicto que dura ya casi 10 años. ¿Cuál cree que puede ser la influencia de este contexto en el devenir de los próximos comicios? 

PS: De hecho, ese ha sido el gran tema de la campaña electoral. La preocupación número uno de los sirios es cómo enfrentar la difícil situación que usted señala. Todas las demandas van en ese sentido porque el sueldo medio hoy en Siria no llega a los 40 euros, habiendo perdido los sirios de manera dramática un poder adquisitivo devorado por la devaluación de la lira y la inflación. Ha habido críticas muy duras al Parlamento y al gobierno salientes. Hay un rechazo generalizado a la corrupción y al acaparamiento de productos que han hecho algunos empresarios e intermediarios comerciales, a los que en Siria se llama mercaderes o comerciantes, a veces en un tono despectivo y acusatorio, sobre todo cuando la crítica se refiere a los precios de productos 100% sirios que no deberían experimentar subidas tan acusadas como los de importación. Ello puede desincentivar la participación, que también es un dato importante a la hora de validar implícitamente esa nueva estructura y reparto de poder que salga de los comicios.  

OPEMAM: Siguiendo el hilo de la devaluación de la libra Siria y la inestabilidad económica que atraviesa el país, en los últimos días se han podido escuchar en la prensa internacional diversas voces que indican un aumento en el malestar general de la población y en las críticas hacía el gobierno incluso entre sectores y regiones que durante estos años le han mostrado mayoritariamente su apoyo ¿Piensa que estos acontecimientos pueden suponer el resurgimiento de protestas sociales masivas imitando a los movimientos que en 2011 dieron lugar al origen de las revueltas? 

El malestar ha sido creciente, pero al mismo tiempo se descomprime al canalizarse abiertamente. Los mismos medios de comunicación públicos dedican buena parte de su programación a revelar los abusos en la fijación de precios, la corrupción de determinados funcionarios o el aprovechamiento de empresarios y comerciantes. Hay un gran debate sobre cualquier medida que el gabinete saliente adopta para hacer frente a la emergencia. Ello ayuda en parte a descomprimir esa tensión. La recuperación de la lira respecto al dólar y el euro un 15% desde que a mediados de junio se fijó un nuevo tipo de cambio oficial y se adoptaron otras medidas, también contribuye si no a eliminar el malestar a contenerlo. Otro tanto puede decirse de la destitución del primer ministro hace unas semanas, que permitió ganar tiempo hasta que las elecciones ofrezcan la radiografía de la nueva estructura de poder política y económica. En Siria, por otra parte, saben que algunos de los males actuales son circunstanciales, entre otras cosas como resultado de la pandemia y el consiguiente cierre de fronteras y ralentización económica. No estamos ante un escenario parecido al de 2011, ni en términos puramente sirios ni en lo que se refiere al contexto internacional. 

OPEMAM: Y de ser así, ¿opina que la injerencia de actores externos y la instrumentalización de los movimientos civiles conduciría de nuevo hacia un repunte de los enfrentamientos bélicos y de la violencia cómo ocurrió en 2011 o esta vez el gobierno se mostraría receptivo a atender y canalizar las demandas de los ciudadanos sin tener que asistir a la agudización de acciones bélicas? 

PS: Como antes, aunque de carácter mucho menor, ha habido manifestaciones parciales, sectoriales y localizadas, no conectadas entre sí y hoy sin capacidad alguna de militarizarse tal y como ocurrió en el pasado. Por otro lado, el hecho de que la seguridad haya vuelto a casi todo el territorio sirio compensa una situación que se ve agravada por situaciones que los sirios saben puntuales, como la pandemia o las restricciones del vecino Líbano. En cuanto al Estado, hoy después de lo vivido estos años hay mayor cintura que antes para enfrentar situaciones que de ninguna manera se desconocen. En cuanto a los intentos de desestabilización exterior, existen, pero hoy adoptan una forma distinta a la de los años precedentes, por ejemplo, a través de las medidas económicas coercitivas. La violencia, sobre todo cuando es alentada desde fuera, tiene un ciclo que no es fácil repetir de manera inmediata. Por un lado, los estados que participaron en la desestabilización de Siria ya jugaron la carta militar, con el costo económico y político que ello representa. Por otro, los propios sirios saben el precio que se ha pagado en vidas y haciendas y seguramente hoy recelan mucho más que antes de determinados cantos de sirena que vienen del exterior, más aún al comprobar que pase lo que pase en Siria o se adopten las medidas que se adopten, la hostilidad no decrece. Muchos sirios interpretan y asumen que el problema de EE UU y sus aliados no es tanto con Assad como con el propio Estado sirio y los sirios, que se resisten a la fragmentación, la sectarización y el vasallaje. Contrariamente a lo que algunos esperaban, la intervención tan abierta en Siria de potencias regionales y globales ha agudizado el tradicional nacionalismo sirio, sobre todo en su forma puramente siria. 

OPEMAM: Los opositores críticos con Al-Assad esgrimen que durante el comienzo de las protestas sociales en 2011 el gobierno reprimió con violencia a los manifestantes porque poner fin a la revolución social que había comenzado y dar pie al inicio de un enfrentamiento bélico era el escenario en el que el líder alauita y sus partidarios podrían defender mejor sus intereses y aferrarse al poder. En el caso de que las críticas hacia el gobierno y las protestas sociales fueran en aumento como se ha comentado en la pregunta anterior, ¿cree que Al-Assad intentaría nuevamente aferrarse al poder a través de la violencia o cedería ante la presión social como hicieron en su día líderes cómo Mubarak o Ben Ali? 

PS: Bashar al Assad representa a un sistema de poder complejo, en ningún caso de tipo familiar, sectario o de monopartido -hoy ya ni siquiera hegemónico-. Representa un consenso entre los pocos terratenientes que aún quedan en Siria después del proceso revolucionario iniciado en 1963, los industriales y comerciantes, sindicatos obreros y campesinos y una mayoría de clérigos de distintas confesiones -empezando por los ulemas suníes- que en sintonía con la mayoría de la población no desean bajo ningún concepto la confesionalización del Estado, contraria a la esencia de la sociedad siria, que es multiconfesional. Si esa amplia alianza encontrase a otra figura representativa, entonces Assad terminaría su mandato en 2021 y no se presentaría a la reelección única que marca la Constitución de 2012. A día de hoy, sin embargo, no creo que vaya a ser el caso, entre otras cosas porque el sistema semi-presidencial sirio no pone todo el foco sobre el Jefe del Estado, que tiene algunas competencias ejecutivas, pero no todas, no lleva el día a día. Ese sistema le fue impuesto a Siria durante la ocupación francesa por lo que los sirios lo conocen desde hace décadas y saben que en muchos casos la figura del Presidente es más representativa que ejecutiva y a la hora de buscar responsabilidades lo hacen en otra parte, como se está viendo ahora con la crisis económica, donde hay críticas muy duras, públicas y abiertas a ministros y otros miembros del Gobierno. En todo caso, habrá que ver cuánto respaldo obtienen en las elecciones los nuevos poderes fácticos económicos y qué capacidad de influencia posterior tienen en una estructura política tan compleja y con tantos equilibrios como la descrita. 

OPEMAM: Por otra parte, en lo concerniente a los enfrentamientos bélicos aún continuados en Idlib, ¿Como van a incidir las hostilidades presentes en esta provincia noroccidental en el desarrollo de las elecciones? 

PS: La situación en Idlib no tendrá ninguna influencia, incluso en caso de que puntualmente se recrudezcan allí las acciones armadas. Es un foco residual, una provincia pequeña y periférica de la que el Estado ya recuperó cerca del 40% y sobre todo las vías de comunicación y en particular el estratégico cruce entre las autopistas M4 y M5 en Saraqueb, fundamental para la reconstrucción y la reactivación económica. Los habitantes de Idlib que se encuentren fuera de la Gobernación podrán votar en colegios habilitados al efecto en otras zonas del país. Los que están allí y en caso de que quisieran hacerlo obviamente no serán autorizados a votar ni por el gobierno local que dirige la rama de Al Qaeda en Siria (Hayat Tahrir al Sham/Jabat al Nusra) ni por las fuerzas de ocupación turcas. 

OPEMAM: Por último, el pasado martes 7 de Julio, durante una votación en el Consejo de Seguridad de la ONU, Rusia y China votaron en contra de prorrogar el uso de pasos fronterizos para enviar ayuda humanitaria desde Turquía hacia regiones fuera del control gubernamental. Mientras tanto Estados Unidos y sus aliados han incrementado recientemente las sanciones económicas hacia el país mediterráneo. Como viene ocurriendo desde el comienzo del conflicto sirio y cómo ocurre en todos los conflictos alrededor del mundo, el precio de los juegos de poder y de estos movimientos de piezas en el tablero geopolítico lo paga la población civil a la que se condena al exilio, el hambre, la violencia y la muerte. ¿Cree que la solución a la situación que asola a la población siria pasa por un gobierno con AlAssad al frente que dirija las transformaciones en las estructuras de Estado a través de convocatorias de elecciones como las del 19 de Julio y de progresivas modificaciones legislativas que conduzcan hacía una mayor apertura democrática? ¿O por el contrario piensa que irremediablemente cualquier intento por mejorar la calidad de vida de los sirios y sirias pasa por la salida de Al-Assad del país y el inicio de la reconstrucción del país bajo la dirección de otras fuerzas sociales y políticas? 

PS: Reducir la crisis siria a Bashar al Assad no solo es una simplificación, impide entender lo que ha pasado, lo que pasa y lo que posiblemente pasará en Siria. La sociedad siria es multiconfesional y el grueso de la oposición externa representa el ideario de la Hermandad Musulmana, que quiere confesionalizar el Estado. El islam político en Siria dejó de ser una fuerza política legal cuando se sublevó por las armas. Ocurrió en 1964 y luego entre 1973 y 1982. A partir de 2011 cooptó unas protestas con reivindicaciones tan legítimas como sectoriales, desconectadas y a veces contradictorias entre sí que también se radicalizaron al extremo de terminar siendo engullidas por el yihadismo más extremo que se ha visto a nivel mundial. Paradójicamente ello se debe a que el sistema político sirio institucional e informalmente permite la existencia de distintas fuerzas políticas y el accionar de actores extra sistémicos muy importantes y necesarios en un estado joven, como los mujtar, los líderes religiosos y tribales. Es decir, la única fuerza política real fuera del sistema era la Hermandad Musulmana que teniendo cuadros en el extranjero y apoyo exterior -algo que no gusta a los sirios, celosos de su independencia por razones históricas- genera muchos anticuerpos en muchos sirios de toda condición, más aún cuando la Hermandad no ha logrado superar la contradicción permanente que supone ofrecer respuestas políticas desde una denominación religiosa que es una más de las muchas que cohabitan en Siria desde tiempos inmemoriales. La clave de la política siria pasa por ahí. Históricamente las fuerzas o políticos que son capaces de atender a la realidad multiconfesional siria son los que obtienen, por acción u omisión el respaldo del pueblo sirio para quienes la garantía estatal a la multiconfesionalidad social es la verdadera línea roja. Eso ya se ha dirimido estos años. De no contar con un apoyo suficiente por acción u omisión -y en un conflicto armado ello es todavía más decisivo- el sistema que representa Bashar al Assad no habría podido soportar semejante presión externa. A partir de ahí el Estado continuará con reformas iniciadas el mismo 2011 y que no por silenciadas fuera de Siria han dejado de tener cierta incidencia en el radical cambio interior experimentado por un país sometido a nueve años y medio de conflicto armado brutal del que nadie sale indemne. Sobre el terreno ha habido cambios significativos que van desde el empoderamiento aún mayor de las mujeres sirias -hablamos de decenas de miles de viudas que hoy sostienen hogares- al reconocimiento del valor de determinadas estructuras informales de poder pasando por la transformación completa de la economía siria y sus actores. Si la mayoría de los sirios de a pie se han tenido que reconvertir, cambiando de ocupación, de lugar de residencia y de hábitos, lo mismo está haciendo el Estado y lo seguirá haciendo, aunque solo sea por pura inercia. Creo que el inmovilismo reside más bien fuera de Siria y en particular en aquellos que no entienden cuáles son las verdaderas claves de la estructura social, religiosa, cultural y política sirias. En Siria nunca tuvieron mucho que decir, ahora mucho menos, sobre todo si se han quedado anclados no ya en la Siria anterior a 2011, sino en la caricatura que Francia dibujó y proyectó de Siria durante la ocupación (1920-1946) sino antes. Parafraseando al intelectual cristiano árabe Edward Said, un retrato orientalista propio de la tradición maniquea y binaria del pensamiento occidental del que beben teorías igualmente pueriles y alejadas de la realidad como el "choque/alianza de civilizaciones". Dentro de Siria y después de lo que ha ocurrido estos años, pocos creen ya que pueda haber algún punto de encuentro entre esa forma sectaria y desenfocada de acercarse a Siria y la realidad interna, cotidiana e histórica de un país que hoy por una necesidad derivada de la fuerza de los hechos busca consolidar su alianza con socios más fiables y comprensivos de su realidad al tiempo que se desconecta de aquellos que han alentado su desestabilización. Casi diez años de conflicto armado de gran intensidad alimentado desde el exterior lo cambian todo. En ese contexto se producen estas elecciones y las que vengan de acuerdo al cronograma sirio.

Daniel Aguilar Viñas.

miércoles, 24 de junio de 2020

Doble ración de ‘olvidos’ sobre Siria: la OPAQ y los grandes medios.

En su informe sobre el ataque químico en Duma de 2018, la Organización para la Prohibición de Armas Químicas omitió un documento clave, que contradice la versión oficial y acaba de ser filtrado.



miércoles, 20 de mayo de 2020

Después de Siria, ¿quién será el nuevo objetivo?‎

por Thierry Meyssan

Los acontecimientos que se han desarrollado en el «Medio Oriente ampliado» desde ‎el año 2001 corresponden a una lógica implacable. La cuestión actual es saber si ha ‎llegado el momento de desatar una nueva guerra en Turquía o en Arabia Saudita. ‎La respuesta depende sobre todo de la reactivación de las hostilidades en Libia. Es en ‎ese contexto que debe interpretarse el Protocolo Adicional que los presidentes Erdogan ‎y Putin acaban de negociar para resolver la crisis de Idlib. ‎

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Mapa ilustrativo del proyecto inicial de “rediseño del Medio Oriente ampliado”, o “Gran ‎Medio Oriente”, publicado por el coronel estadounidense Ralph Peters.‎

19 años de «guerra sin fin»

Como explicó el coronel Ralph Peters, el 13 de septiembre de 2001, en Parameters, la ‎publicación del US Army –el ejército terrestre de Estados Unidos–, el presidente estadounidense ‎George W. Bush decidió transformar radicalmente las misiones asignadas al Pentágono. ‎El entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, asignó al almirante Arthur Cebrowski ‎la tarea de formar a los futuros oficiales. El almirante Cebrowski pasó 3 años recorriendo las ‎universidades militares del país y, hoy en día, todos los oficiales de alta graduación han seguido sus cursos en algún momento. Las ideas de Cebrowski fueron divulgadas públicamente por ‎su ayudante, Thomas Barnett.‎
Las zonas afectadas por las guerras estadounidenses serán mantenidas en situación de caos. ‎El concepto mismo de “caos” no tiene en este caso nada que ver con la interpretación bíblica ‎que habla de una destrucción total previa al surgimiento de un nuevo orden. En el caso que ‎nos ocupa el concepto de “caos” debe interpretarse en el sentido descrito, en 1651, por el ‎filósofo inglés Thomas Hobbes, o sea como la ausencia de estructuras políticas capaces de ‎proteger a los ciudadanos de la violencia que ellos mismos pudieran ser capaces de perpetrar, ‎siguiendo el principio según el cual «Homo homini lupus» (“el hombre es el lobo del hombre”). ‎
Esta guerra es una adaptación de la misión de las fuerzas armadas de Estados Unidos a la era de ‎la globalización, una adaptación al paso del capitalismo productivo al capitalismo financiero. ‎‎«War is a racket», o sea (“La guerra es una forma de extorsión”) decía, antes de la Segunda ‎Guerra Mundial, el general estadounidense Smedley Butler, el más condecorado en ‎Estados Unidos [1]. ‎En lo adelante, no habrá diferencia entre amigos y enemigos, la guerra permitirá simplificar el ‎acceso a los recursos naturales. ‎
Esta forma de guerra implica perpetrar numerosos crímenes contra la humanidad –principalmente ‎‎«limpiezas étnicas»– que las fuerzas armadas de Estados Unidos evitan cometer por sí mismas. ‎Para eso están los ejércitos privados –como Blackwater–, contratados por el Pentágono desde la ‎época del secretario de Defensa Donald, y las organizaciones terroristas que el propio Rumsfeld ‎desarrolló mientras fingía combatirlas. ‎
Las administraciones del republicano George W. Bush y del demócrata Barack Obama siguieron ‎esta estrategia: destruir las estructuras de los Estados en los países de regiones enteras del ‎planeta. El objetivo de las guerras de Estados Unidos no es vencer sino prolongar el estado de ‎guerra, mantener la «guerra sin fin» anunciada por George W. Bush. El presidente Donald ‎Trump y su primer consejero para la Seguridad Nacional, el general Michael Flynn, cuestionaron ‎esa política pero sin lograr modificarla. Hoy en día, los partidarios de la estrategia ‎Rumsfeld/Cebrowski persiguen los mismos objetivos, pero ya no tanto a través del Pentágono ‎sino utilizando la OTAN. ‎
Después de que el presidente Bush hijo iniciara la «guerra sin fin», invadiendo Afganistán e Irak ‎‎–en 2001 y en 2003–, surgió entre las élites políticas de Washington un fuerte cuestionamiento de ‎los argumentos utilizados para justificar la invasión de Irak y grandes críticas sobre el caos ‎reinante en el país ya ocupado. Se creó entonces la Comisión Baker-Hamilton (2006). ‎Sin embargo, la guerra nunca cesó, ni en Afganistán ni en Irak, aunque sí hubo que esperar ‎‎5 años antes de que el presidente demócrata Barack Obama se decidiera a abrir nuevos teatros ‎de operaciones: Libia, en 2011; Siria, en 2012 y Yemen, en 2015. ‎
Dos actores externos interfirieron el plan de Estados Unidos:
- En 2010-2011, el Reino Unido inició la «primavera árabe», operación concebida según ‎el modelo de la «Rebelión Árabe» de 1915, mediante la cual Lawrence de Arabia puso a los ‎wahabitas en el poder en la Península Arábiga. Pero esta vez se trataba de poner el poder ‎en manos de la Hermandad Musulmana, no con ayuda del Pentágono sino del Departamento ‎de Estado y la OTAN.
- En 2014, Rusia intervino en Siria, país cuyo Estado no se había derrumbado y que Moscú ayudó ‎a resistir la embestida. A partir de ese momento, tuvieron que retirarse de Siria los británicos –‎que habían tratado de lograr allí un «cambio de régimen», desde 2011 hasta principios de 2012– ‎y después los estadounidenses –que no trataban de derrocar el gobierno sino de destruir ‎el Estado sirio, desde mediados de 2012 hasta este el momento actual. Rusia, que trata de ‎concretar el sueño de la emperatriz Catalina II (Catalina la Grande), lucha hoy en la región contra ‎el caos y por la estabilidad –o sea por la preservación de los Estados del Medio Oriente y el ‎respeto de las fronteras. ‎
Después de haber revelado en 2001 la nueva estrategia del Pentágono, el coronel Ralph Peters ‎publicó en 2006 el mapa que mostraba los objetivos del almirante Cebrowski. En ese mapa podía ‎verse que sólo quedarían intactos Israel y Jordania. Todos los demás países del «Medio Oriente ‎ampliado» –o sea, desde Marruecos hasta Pakistán– verían sus Estados destruidos y todos los ‎países de gran extensión territorial –como Arabia Saudita y Turquía– serían desmembrados. ‎
Habiendo comprobado que Estados Unidos, su “mejor aliado”, planeaba dividirla en dos para ‎crear un «Kurdistán libre», Turquía trató inútilmente de acercarse a China y adoptó después ‎el principio del profesor Ahmet Davutoglu: «Cero problema con los vecinos.» A pesar del ‎diferendo territorial turco-sirio sobre la región de Hatay, Turquía creó un mercado común con Siria. ‎Sin embargo, en 2011, cuando Libia ya se encontraba aislada, Francia convenció a Turquía ‎de que podía librarse del desmembramiento uniéndose a los designios de la OTAN. El presidente ‎turco Recep Tayyip Erdogan, político islamista proveniente de la organización Milli Gorus, se hizo ‎miembro de la Hermandad Musulmana con la esperanza de beneficiarse con los resultados de la ‎‎«primavera árabe». Turquía se volvió entonces en contra uno de sus principales clientes –Libia– ‎y después contra uno de sus principales socios –Siria. ‎
En 2013, el Pentágono adaptó la «guerra sin fin» a las realidades que había encontrado en el ‎terreno. La periodista estadounidense Robin Wright publicó en el New York Times 2 mapas que ‎rectificaban el que el coronel Ralph Peteres había publicado antes. El primero de los mapas ‎publicados por Robin Wright mostraba la división de Libia y el segundo la creación de un ‎‎«Kurdistán», sólo en territorios de Siria y de Irak, y sin tocar la mitad oriental de Turquía ni ‎los territorios de Irán. También anunciaba la creación de un «Sunnistán» que abarcaría ‎territorios de Siria e Irak, el desmembramiento de Arabia Saudita en 5 países y la división de ‎Yemen en dos. Esta última operación comenzó en 2015. ‎
Entusiasmado ante esta rectificación, el estado mayor turco comenzó a prepararse para los ‎acontecimientos. Concluyó acuerdos con Qatar, en 2017; con Kuwait, en 2018, y con Sudán, ‎en 2017, para instalar bases militares en esos países, cercando así el reino saudita. Este ‎respondió financiando en 2019 una campaña internacional de prensa contra el «sultán» ‎Erdogan y un golpe de Estado en Sudán. Por su parte, Turquía respaldó el nuevo proyecto de ‎creación de un «Kurdistán»… que no afectara el territorio turco y participó en la creación del ‎‎«Sunnistán», proclamado por el Emirato Islámico (Daesh) bajo la apelación de «Califato». Pero ‎las intervenciones de Rusia en Siria y de Irán en Irak echaron por tierra ese proyecto. ‎
En 2017, el presidente del gobierno regional kurdo en Irak, Massud Barzani, organizó un ‎referéndum tendiente a proclamar la independencia del Kurdistán iraquí. Irak, Siria, Turquía e Irán ‎comprendieron de inmediato que el Pentágono –volviendo a su plan inicial– se disponía a crear ‎un «Kurdistán libre» amputando sus territorios respectivos y decidieron hacer fracasar el ‎proyecto. En 2019, el PKK/YPG kurdo anunció que estaba preparándose para proclamar la ‎independencia del territorio sirio que la prensa occidental denomina como «Rojava». ‎Sin demora, Irak, Siria, Turquía e Irán se concertaron nuevamente. Turquía invadió «Rojava», ‎expulsando de allí al PKK/YPG, sin que el ejército sirio ni las fuerzas rusas reaccionaran ‎en contra. ‎
Más tarde, el estado mayor turco estimó que el Pentágono, habiendo renunciado ‎momentáneamente a destruir Siria, debido a la presencia rusa en ese país, se disponía ahora a ‎destruir el Estado turco. Para tratar de alejar esa posibilidad, la cúpula militar turca trató de ‎reactivar la «guerra sin fin» en Libia –o sea, lejos de Turquía– y de amenazar a los países ‎miembros de la OTAN con las peores calamidades: un tsunami de subversión migratoria para la ‎Unión Europea y, para Estados Unidos, una guerra con Rusia. Así que Ankara abrió a los ‎migrantes la frontera de Turquía con Grecia y agredió a las fuerzas de Rusia y de Siria en Idlib, ‎donde esas fuerzas estaban bombardeando a los yihadistas de al-Qaeda y de Daesh atrincherados en esa ‎gobernación siria. Eso es lo que estamos viviendo en este momento. ‎
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Este es el mapa que rectifica el proyecto estadounidense de “rediseño del ‎Medio Oriente ampliado”, publicado por la periodista Robin Wright.

El Protocolo Adicional de Moscú

En febrero de 2020, el ejército turco infligió bajas a las fuerzas rusas y sirias mientras que ‎el presidente turco Erdogan llamaba constantemente por teléfono al presidente ruso Putin para ‎aliviar con una mano la tensión que alimentaba con la otra. ‎
El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, se comprometió a contener los apetitos ‎del Pentágono si Turquía ayudaba a reactivar la ‎«guerra sin fin»‎ en Libia, país dividido en ‎un millar de tribus que se enfrentan entre sí alrededor de dos líderes principales, ambos agentes ‎de la CIA: el presidente del Consejo Presidencial, Fayez al-Sarraj, y el comandante del Ejército ‎nacional, Khalifa Haftar.‎
La semana pasada el enviado especial del secretario general de la ONU para Libia, Ghassan ‎Salamé, fue invitado a presentar su dimisión «por razones de salud». El profesor Salamé hizo ‎lo que se le había instruido, aunque sin dejar por ello de expresar su descontento en una ‎conferencia de prensa. Para respaldar a al Sarraj, se constituyó un eje, con la Hermandad ‎Musulmana, alrededor de Qatar y Turquía. Para apoyar a Haftar, se creó una segunda coalición ‎en la que participan Egipto y Emiratos Árabes Unidos, pero también Arabia Saudita y Siria. ‎
Esto constituye el gran regreso de Siria a la escena internacional, con la aureola de sus 9 años de ‎resistencia victoriosa ante la Hermandad Musulmana y Estados Unidos. El 4 de marzo ‎se abrieron, por todo lo alto, una embajada libia en Damasco y una embajada de Siria ‎en Bengazi. ‎
Por otro lado, la Unión Europea, después de haber condenado solemnemente el «chantaje ‎turco» sobre el tema de los refugiados, envió la presidente de la Comisión Europea a observar el ‎flujo de refugiados en la frontera greco-turca mientras que el presidente del Consejo Europeo era ‎enviado a Ankara para tantear el terreno con el presidente Erdogan. Este último confirmó que ‎es posible llegar a un arreglo si la Unión Europea se compromete a defender «la integridad ‎territorial» de Turquía. ‎

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Moscú planeó cuidadosamente la “coreografía” de la rendición turca: la delegación de Turquía ‎estuvo de pie todo el tiempo, teniendo a sus espaldas una estatua de la emperatriz Catalina la Grande, para recordar que Rusia ya estaba presente en Siria en el siglo XVIII. El presidente Erdogan está sentado con el presidente Putin y detrás de ellos puede verse un reloj conmemorativo de la victoria de Rusia ‎sobre el Imperio Otomano.
Fue sobre esa base que el presidente ruso Vladimir Putin recibió en el Kremlin al presidente turco ‎Recep Tayyip Erdogan, el 5 de marzo. Primero tuvieron una reunión, con participación restringida, de 3 horas de ‎duración y dedicada a las relaciones con Estados Unidos. Rusia se comprometió a proteger la ‎República de Turquía de una posible partición, a condición de que Turquía firmara y pusiera en ‎aplicación un Protocolo Adicional sobre la Estabilización de la Situación en la Zona de Desescalada ‎de Idlib [2]. ‎
Una segunda reunión, también de 3 horas pero abierta a los ministros y consejeros, se dedicó a la ‎redacción de ese texto, que prevé la creación de un corredor de seguridad de 12 kilómetros ‎de ancho alrededor de la autopista siria M4, corredor que será vigilado conjuntamente por las ‎dos partes. Eso significa que Turquía retrocede hacia el norte de la autopista, que se abre ‎nuevamente a la circulación, y que Turquía “pierde” la ciudad de Jisr-el-Chogur, bastión de los ‎yihadistas en suelo sirio. Pero lo más importante es que Turquía tendrá que aplicar por fin el ‎memorándum de Sochi, en el cual se comprometía a respaldar solamente la oposición armada ‎siria –presuntamente democrática y no islamista– y a combatir a los yihadistas. El hecho es que la ‎‎«oposición armada democrática» es una leyenda inventada por la propaganda británica. ‎De hecho, Turquía tendrá que optar entre liquidar a los yihadistas por sí misma o seguir trasladándolos de Idlib (en Siria) hacia Yerba (en Túnez) para enviarlos finalmente a Trípoli ‎‎(en Libia), como había empezado a hacerlo en enero. ‎
Además, el 7 de marzo, el presidente Putin se puso en contacto con el ex presidente de ‎Kazajastán, Nursultán Nazarbayev, para estudiar con él la posibilidad de desplegar en Siria ‎‎«chapkas azules» kazajos, bajo los auspicios de la Organización del Tratado de Seguridad ‎Colectiva (OTSC). Esa opción ya se había planteado en 2012. Los soldados kazajos presentan la ‎ventaja de ser de confesión musulmana, mientras que los rusos son cristianos ortodoxos. ‎
En Riad se piensa que el Pentágono ha activado ahora la variante de arremeter contra Arabia ‎Saudita –en vez de hacerlo contra Turquía– a pesar de las astronómicas compras de armamento ‎estadounidense que el presidente Trump impuso al reino a cambio de la protección de ‎Washington. El Pentágono ya se había planteado la disección de Arabia Saudita en 2002 ‎‎ [3].‎
El palacio real de Riad fue blanco de varios misiles esta semana. El príncipe Mohamed ‎ben Salman (de 34 años y conocido como «MBS») ordenó el arresto de varios príncipes ‎y generales entre los que se hallan su tío, el príncipe Ahmed (de 70 años), y el príncipe ‎Mohamed ben Nayaf (de 60 años), quien fue heredero designado del trono saudita hasta que ‎el rey Salman decidió transferir ese título a su hijo MBS. La provincia saudita de Qatif, de ‎población chiita y donde varias ciudades ya han sido arrasadas, fue aislada del resto del reino. ‎Nadie cree las explicaciones oficiales que hablan de disputas de sucesión y coronavirus [4]. ‎

[1] «Hice 33 años y 4 meses de servicio de servicio activo y, durante todo ese ‎periodo, pasé la mayor parte del tiempo haciendo de matón para el mundo de los negocios, para ‎Wall Street y para los banqueros. En resumen, yo era un extorsionista, un gánster al servicio del ‎capitalismo. Ayudé a que México, sobre todo la ciudad de Tampico, fuese un lugar seguro para los ‎grupos petroleros estadounidenses, en 1914. Ayudé a convertir Haití y Cuba en lugares ‎convenientes para que los hombres de la National City Bank pudieran obtener ganancias. Ayudé a ‎la violación de media docena de repúblicas de América Central en beneficio de Wall Street. Ayudé ‎a limpiar Nicaragua para el banco estadounidense Brown Brothers, de 1902 a 1912. Llevé luz a la ‎República Dominicana en provecho de las empresas azucareras estadounidenses, 1916. ‎Puse Honduras en manos de las empresas estadounidenses productoras de fruta, en 1903. ‎En China, en 1927, ayudé a que la Standard Oil pudiera hacer sus negocios en paz.», escribió ‎el general Smedley Butler en su libro War Is a Racket, Smedley Butler, Feral House, 1935.
[3] "Taking Saudi out of Arabia", Powerpoint de ‎Laurent Murawiec para una reunión del Defense Policy Board (10 de julio de 2002).
[4] “Two Saudi Royal Princes Held, Accused of Plotting a Coup”, Bradley Hope, Wall Street Journal; “Detaining Relatives, Saudi Prince Clamps Down”, David Kirkpatrick & Ben Hubbard, The New Yok Times, March 7, 2020.

Publicado originalmente en: Red Voltaire